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"DICE el que cuenta esta historia

que bien que se acordará,

el que la primera parte

hubiese leído ya,

de historia de galeotes

a los que dio libertad

don Quijote de la Mancha

en un gesto sin igual,

beneficio que a la postre

se lo pagara tan mal

el Ginés de Pasamonte

que escapó con los demás.

Fue también este Ginés

aquél que le fue a hurtar

el rucio al bueno de Sancho

mientras se daba a soñar,

usando la misma traza

que Brunelo dio en usar.

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"Bajóse a toda la priesa

para poder comprobar

qué soldados eran esos

de atuendo tan singular;

entre todas las banderas

en una se fue a fijar

que llevaba dibujada

cabeza de un animal

con sus orejas picudas,

con su jáquima o ronzal,

por su actitud parecía

cual si fuese a rebuznar.

En ello reconoció

que se debía tratar

de aquel pueblo del rebuzno

que ahora iba a pelear,

pues se sentían corridos

por los de la vecindad.

Y se fue llegando hasta ellos,

para Sancho gran pesar,

y aquellos los recogieron

entendiendo su ademán,

creyéndose que eran de

los de su parcialidad.

Al estandarte del asno

don Quijote fue a parar

y pronto se le acercó

la gente más principal,

que admirados lo miraban

en su porte sin igual;

aprovechando el silencio

don Quijote pidió hablar

sin que fuese interrumpido,

a no ser que hablase mal,

y si eso así sucedía,

haciéndole una señal

sería lo suficiente

para su boca sellar."

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