el señor de los leones
segunda parte de las aventuras y desventuras de don quijote y su fiel escudero sancho

fragmentos del capítulo XIII: 

"Del suave, nuevo y discreto

Coloquio, que estando solos

Tuvieron los escuderos."    

...  

  

   –No hay un camino tan llano

que no tenga desperfectos.

Mas si es verdad que se dice

que el tener buen compañero

en los trabajos difíciles

suele ser alivio de ellos,

con vos podré consolarme

y vos conmigo lo mesmo,

ya que vos sirve a otro amo

tan tonto como el que tengo.

   –Es tonto pero valiente,

más bellaco que el primero.

   –Eso el mío no lo es

–Sancho le respondió presto–,

que tiene un alma de cántaro

y todo lo hace a lo bueno;

no tiene malicia alguna

y por eso yo lo quiero

y no me apaño a dejarlo

aunque esté falto de seso.

   –Con todo, hermano y señor,

a pesar de todo eso,

pronto se cae en el hoyo

si un ciego guía a otro ciego.

Mejor será retirarnos

y a nuestros pueblos volvernos

que aquel que busca aventuras

no siempre halla algo bueno.

   Escupe Sancho a menudo

pues tiene el paladar seco,

lo cual visto por el otro,

el bosqueril escudero,

es motivo de que haga

a Sancho este ofrecimiento:

   –Nuestras lenguas se han pegado

de tanto que hablado hemos,

mas traigo un despegador

el mejor del mundo entero.

   Levantose y volvió pronto

con una bota al pescuezo

y una empanada grandiosa

rellena de albar conejo.

Quedó sorprendido Sancho

al ver el dicho repuesto,

sin hacerse de rogar

comenzó a ponerse pleno

alabando el gran banquete

que le ofreció el compañero,

que por lo abundante que era

se lo achacó a encantamento.

Cuando Sancho probó el vino

esto en sus labios se ha puesto:

   –¡Oh hideputa, bellaco,

y cómo sabes de bueno!

   –¿Veis ahí –dijo el del Bosque

en esa palabra oyendo–

como lo habéis alabado

con el antes dicho término?

   –Digo –respondió Sancho–

que conozco y que confieso

que llamar hijo de puta

cuando está en entendimiento

sana intención de alabar:

halago fue el vituperio.

   Así siguió aquel coloquio

entre ambos escuderos

que después de la comida

y lo que mucho bebieron

vino a templarles la sed

la necesidad de sueño;

y así quedaron dormidos,

y así nos los dejaremos

por contar lo que pasó

entre los dos caballeros.

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