LA GACETA DE GAUCÍN

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COLABORACIONES


     

    Buenas tardes:
Mis agradecimientos
A la Ilma. Sra. Delegada de Educación doña Angustias María Rodríguez Ortega, al  Sr. Alcalde, don Gil Beltrán Ceacero,  al Sr. Concejal de Educación y Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Mengíbar, don Juan Gil García, que me han precedido en la palabra.
A mis familiares, amigos compañeros, alumnos y antiguos alumnos, padres y demás personas presentes.
Antes que nada, quiero agradecer vuestra presencia en este Salón de Actos, siempre afectuosa, para asistir a la presentación del libro «JUEGOS Y LÍRICA INFANTIL DE TRADICIÓN ORAL».
A  doña Angustias María Rodríguez Ortega, Delegada Provincial de Educación, por su magnifico prólogo, por las palabras de reconocimiento y estímulo que nos dedica en el mismo y por el entusiasmo con el que acogió el proyecto de publicación de este libro.
A las entidades colaboradoras Caja Granada y Excma. Diputación Provincial, por su apoyo económico a la publicación.
A mis padres, que me dieron lo mejor  y a mi mujer y a mis hijos que me soportan  a diario, pero que sin ellos no sería nada ni nadie.
A mi cuñado Salvador, por su espléndida presentación del libro y por los numerosos e inmerecidos elogios que me ha dedicado, más propio de su carácter de buena persona, del paisanaje, parentesco y amistad que nos une que de mis méritos. Además tú como yo, de alguna manera nos sentimos mengíbareños, sobre todo yo que llevo tantos años viviendo y trabajando en Mengíbar.
            Por último,  como reza en el libro: « A todos los niños, los que son y los que fuimos, y a su mundo».

El mero hecho de encontrarme ante tantos amigos, atenaza mi garganta hasta tal punto que mi lectura se torna todavía más torpe de lo habitual.
    Y, aún cuando hablar en público, en cierto modo, es mi forma de vida, a Dios gracias, pido disculpa de antemano si estas palabras  y quien las proclama no están a la altura de las circunstancias que la ocasión merece.
    Por ello, supone para mí un gran privilegio, del cual no puedo ocultar mi orgullo, subir a esta tribuna para explicar con mi anhelante voz la historia  del libro que hoy ve la luz.
    Sin más preámbulos, pues quiero ser breve para no cansar vuestra atención, uno siempre tiende a colarse en el tiempo, paso a hacer un breve bosquejo sobre el libro que nos ocupa:
En  primer lugar, diré que la primera que me inspiró  fue Maite, mi hija, ella hizo que reparase y cayese en la cuenta de la importancia del juego en la infancia, con sus incansables juegos de la goma, a veces, permanecía jugando hasta bien entrada la noche en el salón de la casa con la goma extendida entre dos sillas y saltando al ritmo de las canciones propias del juego, que muchas veces creo que se las inventaba sobre la marcha  y, sobre todo, de la cantidad de sonsonetes con los que los acompañaba, aun resuena en mis oídos aquella de:
Tengo una cestita,
        de, llena de limones,
        de, naranjas mandarinas,
        de, melocotones,
        de, mi madre fue a la tienda,
        de, a por sardinas,
        de, no había sardinas,
        de, me trajo mandarinas,
        de, de,
de, de, de.
Oyéndola, no sólo disfrutaba del ritmo y del relío que se hacía con la dichosa goma, sino que evocaba mi etapa de la niñez feliz, allá en mi Gaucín natal, recordaba aquellas tardes de primavera y verano, en la que los días eran más largos y luminosos, cuando nos reuníamos en la calle del Convento;  los niños, por un lado, y las niñas, por otro, y recordaba muchas de las retahílas para echar suertes y muchas de las canciones de corro o de comba que figuran en el libro, porque algunas de ellas son comunes en los distintos pueblos de nuestra geografía. Entonces fue  cuando empecé  a recopilar las primeras  tonadas de los diversos juegos que practicaban los alumnos del Colegio, allá por los ochenta. A principios de los noventa ya contaba con una nutrida agenda, que empecé a darle un sentido didáctico como instrumento de expresión oral. Por aquellos años, aun no contábamos con los Especialistas en Audición y Lenguaje y, por tanto, éramos nosotros los encargados de corregir cualquier defecto de pronunciación o de dicción que presentasen los alumnos. Como bien sabéis, la observación es el primer paso del método científico.  Un  buen día advertí que, alumnos con serios problemas de dicción, a la hora de recitar las cancioncillas más habituales que acompañaban sus juegos, las pronunciaba correctamente y de carretilla. Inmediatamente, pensé que visto el remedio, sólo faltaba aplicarlo, cosa que me dio buenos resultados. Y, la verdad, me sirvió de mucho contar con este banco de retahílas, cancioncillas y sonsonetes infantiles.
    Hecha la recopilación de todo el material lírico, decidí darle forma  explicitando a los juegos que correspondían e introduciéndolos brevemente. El resultado lo plasmamos en un libreto monográfico de uso restringido entre los alumnos y alumnas que había ayudado en la recopilación. Tampoco tenía mayor importancia la cosa y  ahí quedo la experiencia.  Pasado unos años decidí presentarlo al premio Joaquín Guisott, siendo seleccionado. Por entonces, la Delegada de Educación doña Aurelia Calzada, se interesó en su publicación, pero los cambios habidos en Delegación lo hicieron reposar en el cajón del olvido.
Al cabo de unos años llegó Yolanda al Colegio, hoy ausente de este acto, por encontrarse en Austria completando su dilatada formación humanista y musical. Un día, hablando del tema, le mostré el trabajo hecho para que estudiase la posibilidad de musicarlo. Después hablamos con Teresa Bodego Gómez,  para que nos hiciese la portada e ilustrase los distintos capítulos, y la verdad, supo captar con sus pinceles el verdadero sentimiento de los distintos capítulos que conforman las 220 páginas del libro que hoy presentamos.
En unos tiempos dominados por los medios de comunicación de masas, los niños pasan  más horas delante del receptor de TV que en el Colegio, casi nadie presta atención a los juegos infantiles tradicionales y a los “plones”, retahílas, cancioncillas, y sonsonetes que les suelen acompañar. La  literatura infantil de tradición oral, patrimonio cultural de nuestros pueblos, está cargada de un verdadero sentido poético y nos transporta con su magia al mundo fabuloso de la infancia. De nuestra infancia. No nos engañemos, aunque no lo parezca, todos llevamos dentro una parte del niño que fuimos. Pues bien, en homenaje a todos los niños, los que son y los que fuimos, y a su mundo, hemos recopilado y puesto por escrito un pequeño repertorio de cancioncillas, sonsonetes y retahílas con el fin de pasarlo bien.
    Dos son los objetivos que no hemos propuesto al hacer este trabajo. Por un lado, recopilar para que no se pierdan estas pequeñas grandes joyas de la literatura infantil de tradición oral que han ido pasando a través del tiempo de padres a hijos y, por otro, que sirvan de estímulo en la difícil, pero fabulosa, tarea de descubrir y conocer nuestra cultura por medio de la lectura. Juan Faría, autor de numerosas obras de literatura infantil, en su extraordinario artículo “Hablamos de leer” aparecido en la revista Vapor, afirma categóricamente: “Un niño que sabe leer, siempre querrá ir más lejos, más adentro por el pensamiento y las geografías ...” Por el contrario, sigue diciendo: “Un niño que no lee, que no sabe leer, se quedará sin un montón de amigos, crecerá con un vocabulario pobre, se comunicará mal, su geografía estará limitada, su tiempo no tendrá puntos de fuga hacia lo que fue o pudo ser, no conocerá más que aquellos lugares, aquellas horas en las que haya puesto sus zapatos será, por falta de imaginación, un hombre incompleto. Incluso a la hora de creer en un dios, su dios no será poeta”.
 En definitiva, de lo que se trata es de conocer a fondo nuestra cultura y, al mismo tiempo, aprender a amarla.
El juego es un fenómeno universal. Todos los niños del mundo juegan. El juego es necesario e importante para el niño, pues, no en vano, le dedica la mayor parte del día y de sus energías. A  través del juego, expresa su creatividad, su grado de integración social, su capacidad de imaginación y su nivel de comunicación con su entorno. Igualmente, el juego constituye el mejor indicador de salud física y mental. Cuando se juega, ha de hacerse a tumba abierta, para que se abran los espacios, los tiempos y los sentidos. De un niño que juega, puede decirse: “que es un niño sano”.
Corresponde a los  niños, de cada lugar y generación, el privilegio de inventar juegos y componer o adaptar sonsonetes y canciones para acompañarlos. Los  niños, con paciencia, sin darse cuenta siquiera, haciendo uso de su imaginación han inventado los juegos y sus inseparables sonsonetes y cancioncillas. Por ello, es necesario proporcionar a los alumnos una formación  basada en el lenguaje oral como primer y principal eslabón de la comunicación.
 Los niños, por cierto, son  los que más capacidad de comunicación original y espontánea tienen. Por ello, los maestros son conscientes de la importancia que, para el proceso formativo de los alumnos, tiene el conocimiento, estudio y dominio del lenguaje oral como medio por excelencia de expresión y comunicación. Así mismo, conocen la trascendencia y significación social que para el niño tiene el correcto uso del lenguaje oral. Durante una etapa concreta de  la vida, la niñez, el lenguaje oral constituye, por sí mismo, el factor de comunicación y vehículo de integración  con el medio físico y cultural en el que vive.
Carmen Bravo Villasante, estudiosa del tema y autora de numerosas obras de folklore infantil, concede una importancia capital a la educación estética en la escuela a través de la literatura infantil de tradición oral:  
“La educación estética por medio del folklore  - dice - afina la sensibilidad, que es inseparable de la inteligencia: los niños criados sin canciones, sin cuentos, sin poesía, son niños más pobres espiritualmente que los otros”.
    Con demasiada frecuencia se oye decir a padres y educadores que los niños viven inmersos en su mundo. Un “mundo” impenetrable y mágico del que no entienden tal o cual faceta. Igualmente, desde la óptica de adultos, muchos hechos y actuaciones, - juegos -, de los niños escapan de su conocimiento y comprensión. Por ello, padres y maestros para poder entender el mundo infantil tienen que, sin dudas, ser adultos empáticos, es decir, ponerse en el lugar del niño, meterse en su pellejo y volver a ser niños otra vez. Sólo a través de ejercicios de empatía, el adulto es capaz de dejar el falible y frío mundo de la racionalidad y la ciencia y volver al entusiasta, seguro e inocente mundo de la infancia. Entonces, y sólo entonces, estará en condiciones de comprender todos y cada uno de los aspectos del mundo del niño. Un mundo mágico, donde lo fantástico y lo creativo se dan la mano. El niño, desde su mente incontaminada, da rienda suelta a su imaginación e inventa juegos, palabras, retahílas, cancioncillas, sonsonetes, conjuros, etc., recrea viejas canciones y las adapta a sus juegos y a sus necesidades. Cuando recita ensalmos y conjuros para hacer realidad sus deseos, no sólo pone de manifiesto su capacidad expresiva sino que está haciendo un ejercicio supremo de fe  creyendo, a pies juntillas, en lo que dice y hace. Confía, entre inocente y temeroso, en la fuerza real de tal o cual formulilla mágica y espera entre expectante y curioso que se produzca el portento.
 Aldo Javier, poeta cubano, afirma: “La literatura de tradición oral permite a los niños un mayor fomento de la creatividad y de su expresividad a la hora de comunicarse con los demás”.  
Toda la literatura infantil de tradición oral, el folklore infantil, - retahílas, “plones”, cancioncillas, sonsonetes, conjuros, formulillas, etc. -, está escrita en forma poética. El niño es capaz, a través de la poesía y la música,  de transformar, embellecer y hacer originales los actos más vulgares y cotidianos. Todas estas manifestaciones poéticas se caracterizan por su sencillez, claridad y brevedad de línea. La poesía da al niño un sentido del ritmo y de la musicalidad, despierta en él el sentido estético y le facilita el aprendizaje del idioma.
El libro consta de 9 capítulos,  en los que no voy entrar a explicar, pues ya tendréis ocasión de leerlos con más tranquilidad.
A continuación, un grupo de alumnos os deleitaran con una selección de letrillas que han preparado los responsables del Aula de Educación Musical del «Colegio Santa María Magdalena», don Sergio Delgado y doña Macarena Cuevas, ésta última antigua alumna y actualmente haciendo sus prácticas de Maestra en el Centro. También hemos contado con la inestimable colaboración de la madre y miembro activo de la AMPA, doña
María Dolores Torres Gijón.,
Sin más, a vosotros aquí presentes, muchas gracias por asistir a este acto. Gracias  y buenas noches.  

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