LA ANCIANA
Mi voz enternecida le acarició el cabello, le respondí: “Yo también soy mayor.” Ella me sonrió con tristeza y dulzura. Unas arrugas profundas marcaban su blanca frente; era el tiempo pasado, el alma dolorida y una y mil heridas. Mis ojos se llenaron de lágrimas furtivas, en un gesto súbito y casi en un suspiro la estreché entre mis brazos. Era frágil, encorvada y le pregunté: “¿No tiene familia?, ¿vive lejos de aquí? Casi en un susurro quedo dijo: “No vivo, muero, estoy cerca de Dios, ¡estoy en el cielo!”
Voy cantando por la vida la canción del alma mía; es la belleza del día primorosa, inmaculada, balconadas verbeneras y blancas las azucenas; la contemplo ensimismada es la bandera, de la tierra mía, el clavel rojo de grana, los geranios y las rosas, y con deseo, yo contemplo a mis hijos tan hermosos, es el mayor mío tesoro, no sé qué haría sin ellos, es dulzura, paraíso, alegría y embeleso; es el misterio divino, es la esencia del amor.
Nota. Éste y los demás poemas de nuestra paisana Ana Mª del Carmen Corbacho Jiménez, que publicamos en la sección "Colaboraciones" de La Gaceta de Gaucín, se los debemos a la amabilidad de su hijo Ricardo Gálvez Corbacho que periódicamente se pone en contacto con nosotros para enviarnos los sentidos poemas de su madre. |