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LA GACETA DE GAUCÍN

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COLABORACIONES


     Pedro Herrera "Pera Conde Valmorall"

EL ÁRBOL QUE ENGAÑÓ AL DIABLO 

Hoy me ha venido a la cabeza este relato que me contó mi padre, del cual no me olvido ningún día que pasa.

Yo pensaba que me iba a durar siempre, pero la vida es un ciclo que en determinado momento se acaba para siempre, quisiera que este puñado de letras fueran un recuerdo a su memoria.

El relato se titula  " EL ÁRBOL QUE ENGAÑÓ AL DIABLO" y dice así:

 

“¿Saben ustedes cual es el árbol que engañó al diablo?; si lo saben pues nada, hasta aquí hemos llegado, pero sí les explicaré, como a mí en su momento me lo contó mi padre, de qué árbol se trata y las circunstancias que concurrieron para el engaño del "Maligno".

Un día de verano, caluroso y seco, de esos que sólo se dan en nuestra Andalucía, se afanaba un agricultor en recoger la poca cosecha que le había producido su pequeña finca, cada año era lo suficientemente abundante como para paliar las necesidades suyas y de su familia durante los duros y largos meses de otoño e invierno.

Aquel año la cosecha había sido muy escasa y por tanto preveía que no tendría suficientes recursos para satisfacer las necesidades de su casa.

Esto le traía a mal traer y entregado a sus labores, el buen hombre no paraba de pensar en cómo se las ingeniaría para conseguir los recursos y que no faltaran los alimentos y demás cosas necesaria para pasar subsistir durante el duro invierno.

Sólo se le ocurría encomendarse a Dios y a todos los Santos habidos y por haber, así pasaba un día tras otro y no comprendía cómo ninguno le daba solución alguna.

Ya harto de esperar, mientras estaba vareando un algarrobo que tenía, exclamó:

-¡Si no me dais solución, tendré que encomendarme al Diablo!, todo sea por que a mis hijos no le falte de nada. 

El Diablo que de tonto no tenía ni un pelo, al escucharlo vio la  oportunidad de liar a aquel buen hombre, el cual no había terminado su frase, cuando por arte de magia, apareció ante el una figura que le dijo: «¡Yo soy el Diablo!, cuéntame tus desdichas y pesares y al momento estos serán resueltos!»

Sorprendido y sin dar crédito a lo que le estaba ocurriendo, acertó a preguntar: «A cambio ¿que tendré que darte?»

-¡Tu alma!-Le contestó el Diablo.

-¿Cómo sé que no me engañas? -Al campesino la vida le había enseñado que las cosas tienen un precio y que no se puede uno fiar de nadie así como así.

-Mira, ¿ves esta moneda?, debajo de la piedra blanca que tú conoces y está en el camino hacia tu casa encontrarás una bolsa que esta llena de ellas.

Muy pensativo y asombrado estaba el hombre con todo aquello que le estaba pasando, pues pensaba que era una pesadilla, pero el brillo reluciente de la moneda en la que se reflejaban los rayos del sol que penetraban a través  de las ramas del árbol le tenían encandilado.

Rápidamente sopeso los pros y los contras y aceptó el trato que le proponía el Diablo, pero con una condición le dijo: «Me tienes que dar tiempo para solucionar los problemas de mi familia».

-De acuerdo, entonces ¿cuándo vengo a buscar tu alma?

- Vuelve a buscarla el año que viene, cuando este algarrobo no tenga algarrobas.

El trato quedo refrendado de esta manera, el campesino encontró la bolsa, arreglo los problemas de su familia y transcurrido el año llego el momento de cumplir su parte del trato.

Otra vez volvió a tener delante de si al tan temido Diablo. 

-Ha llegado la hora en que me pagues lo que me debes -le dijo el Diablo.

-¿Cómo que ha llegado la hora? - Exclamó el campesino.

-Claro, habíamos quedado en que te vendría a buscar cuando en el algarrobo no quedaran algarrobas, y ya has recogido las últimas, así que págame.

-¡Cómo las últimas! ¡Estas confundido!, mira bien el árbol y verás que aún quedan en él algarrobas. No son tan grandes como las que acabo de recolectar pues son pequeñas y serán las que recolecte el año que viene.

Así lo hizo el Diablo y vio que en el árbol ya crecían las del año siguiente, con lo que a pesar de ser tan listo y "Diablo" no le quedó más remedio que marcharse sin su presa  ya que entre el campesino y el árbol se la habían dado con queso.”

 

El árbol que engañó al Diablo es el ALGARROBO ya que a este árbol, cuando se le recolecta el fruto de un año ya tiene en ciernes el del año siguiente.

De este relato, que como he dicho me contó mi padre, la conclusión que saco es que no se debe de actuar en la vida menospreciando a los demás y ufanándonos de nosotros mismos, sino que debemos de actuar con humildad y honestidad.

 

                                                                               Pedro Herrera “El del Tejar”

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