El Castillo de Gaucín y la Sierra de Casares. www.serraniaderonda.com

LA GACETA DE GAUCÍN

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COLABORACIONES
MIGUEL VÁZQUEZ GONZÁLEZ.

PREGÓN DE LOS CARNAVALES DE GAUCÍN DEL AÑO 2000.


    Buenas noches Sr. Alcalde, Corporación, señoras y señores.
    Buenas noches querido pueblo de Gaucín.
    Gracias Francisco, por los numerosos e inmerecidos elogios que me has dedicado en la presentación, más propio de tu carácter de buena persona, del paisanaje y amistad que nos une que de mis méritos.
    A buen seguro que cualquiera de vosotros, gaucineños de nacimiento o de adopción, que en esto de la hospitalidad, Gaucín  no tiene parangón; cualquiera de vosotros, digo, de los aquí presentes o de los ausentes, hubiera pronunciado con más oficio y mérito que yo este Pregón del Carnaval del año 2000.
    Por ello, supone para mí un gran privilegio, del cual no puedo ocultar mi orgullo, subir a esta tribuna para porticar con mi anhelante voz las Fiestas que hoy comienzan. Gracias de nuevo Francisco,  por haberme brindado, en nombre de la Corporación que presides, la oportunidad de disfrutar de esta prerrogativa.
    Al mismo tiempo, el mero hecho de encontrarme ante tantos amigos, atenaza mi garganta hasta tal punto que mi lectura se torna todavía más torpe de lo habitual.
    Y, aún cuando hablar en público, en cierto modo, es mi forma de vida, a Dios gracias, pido disculpa de antemano si este Pregón y quien lo proclama no están a la altura de las circunstancias que la ocasión merece.
     Aunque pregonar consista en publicar, hacer notoria en voz alta una cosa para que venga a noticia de todos, para mí -yo al menos así lo considero- éste acto en el que nos encontramos es sólo festivo y consiste en el ejercicio de dar la voz primera y que aprovecho para invitaros a participar en las Fiestas de Carnaval del año 2000, que hoy  pregonamos.
Sin más preámbulos, paso a hacer una semblanza histórica del genuino y alegre Carnaval de nuestro querido pueblo.
LOS CARNAVALES
Cartel del Carnaval del 2000     Los Carnavales son celebraciones, fiestas populares, de enigmáticos orígenes orientales. Se celebran en Europa y América desde el domingo anterior al Miércoles de Ceniza hasta el domingo siguiente, Domingo de Piñata. Consisten en desfiles de grupos más o menos organizados de gente disfrazadas, murgas, comparsas, chirigotas, coros, bailes de disfraces y otras formas externas de regocijo. Sin duda, los orígenes de los modernos Carnavales se encuentran en las festividades que, por primavera, celebraban los pueblos paganos con acompañamiento de música, cantos, danzas y que, no pocas veces, revestían carácter licencioso. Así, la licencia sexual, propia del mismo, se deriva de los antiguos ritos de la fecundidad.  Las risas, las máscaras y los gritos, que se lanzan, estaban destinados, ante todo, a alejar a los espíritus malignos. En definitiva, el uso de disfraces, la explosión de alegría que lo acompaña y su sentido erótico tenían en sus orígenes un significado diferente al de relajamiento y  evasión del que hoy está dotado.
 La antigüedad de estas celebraciones está históricamente probada, asegurándose que enlazan  directamente con las fiestas que, en honor de Apis e Isis, se celebraban en el antiguo Egipto; con las Bacanales griegas, en honor a Baco; con las Saturnales romanas, dedicadas a Saturno. Durante la Edad Media, resurgen en la vieja Europa estos bulliciosos festejos, especialmente en ciudades italianas, desde donde pasan a otros puntos de la misma y, más tarde, a América.
    En Gaucín, la celebración de los Carnavales se pierde en la noche de los tiempos, porque son muy antiguos; cuentan los gaucineños más viejos que ya sus padres e incluso sus abuelos lo celebraban, por lo que podemos deducir que estamos ante unas fiestas muy arraigadas en nuestro pueblo.     Fiestas que gozaron de gran y justa fama entre los pueblos vecinos. Por Carnaval eran muchas las personas que se desplazaban a Gaucín, desde Bernarrabá, Algatocín, Los Salitres, Buceite, Jimena de la Frontera etc., es decir, acudía gente de toda la comarca para vivir intensamente las Fiestas del Carnaval gaucineño y disfrutar de la originalidad y “frescura” de sus murgas y comparsas, de sus composiciones satíricas y escenificaciones callejeras, así como las de carácter privado, si para ello contaban con la correspondiente invitación. Igualmente, muchas agrupaciones carnavalescas de Gaucín se desplazaban a las localidades vecinas para deleitar y establecer competencia y rivalidad con las de estos pueblos.
    En Gaucín, como en toda España, las Fiestas de Carnaval fueron prohibidas por el régimen dictatorial que siguió a la Guerra Civil y,  cuando una comunidad pierde la libertad, el Carnaval pierde su sentido. Pues, desde la libertad, “respetuosa” y “responsable”,  el pueblo tenía asumida la crítica de la vida cotidiana como algo que le era consustancial, y a la que creían tener derecho, al menos una vez al año.
Gaucín durante los Carnavales se inundaba de alegría y fina ironía; la crítica surgía, fresca y lozana, por todos los rincones del pueblo. Las distintas agrupaciones, con sus respectivas indumentarias, salían a la calle sin miedo a la censura, la multa gubernativa o la cárcel,  a decir verdades, a descubrir mentiras, a criticar la gestión y los manejos políticos de las autoridades locales o nacionales, a ensalzar la honradez de algunos vecinos, la belleza de sus mujeres, el rapto de alguna novia, los defectos y las virtudes de las personas se ponían en entredicho, de una forma entre jocosa y festiva,  sin que nadie se enfadara por ello.
    A pesar de la prohibición gubernativa de celebrar el Carnaval, en Gaucín siempre hubo grupos de personas que mantuvieron vivo el espíritu carnavalesco;  recuerdo, con especial afecto, a mi tía-abuela, María González Mendoza y a sus amigas que vivían todas ellas  en el Barrio del Carmen. Era tal la  gracia, el valor y las ansias de libertad que tenían que les llevaba todos los años, por Carnaval, a desafiar prohibiciones y otras zarandajas oficiales. Clandestinamente se vestían de máscaras y recorrían la vecindad al grito de: “mascarita, que no me conoces”, exponiéndose a ser perseguidas, multadas e incluso encarceladas. Gaucín, gracias a estas personas, la mayoría de las veces mujeres,  mantuvo vivo el rescoldo de un esplendoroso pasado carnavalesco.
    Una nota a destacar del antiguo de Gaucín es su espontaneidad, el Ayuntamiento no interviene, en ningún momento,  en la organización del mismo, ni política ni económicamente. El Carnaval de Gaucín siempre fue fruto de la creatividad popular; inspirado y organizado por los propios vecinos que, con un director a la cabeza, se agrupan en  murgas, comparsas y coros.
    Las distintas agrupaciones componían sus propias canciones-críticas, basándolas en los acontecimientos de cierto relieve acaecidos a lo largo del año, bien en el plano político, bien en el ámbito personal de algún vecino. Nadie escapaba de las críticas, si bien, en las canciones rara vez se mentaba a las personas por su nombre, si no era para alabarlas; sin embargo, todos los vecinos conocían el hecho y, por tanto, deducían fácilmente de quienes se trataba. Igualmente, las comparsas diseñaban sus disfraces y montaban la escena apropiada para dar más plasticidad y sentido a los hechos objeto de crítica.
    Una vez formadas las comparsas acordaban un lugar y día de la semana para ensayar, comprometiéndose todos sus miembros a guardar secreto sobre la indumentaria, el tema de las canciones y las correspondientes escenificaciones, con el fin de que no fuesen copiadas por las comparsas rivales.
    Durante las fiestas de Carnaval, las murgas y comparsas acostumbraban a visitar a los vecinos en sus casas para cantar lo más cuajado de su repertorio. El cabeza de familia, halagado por la visita, les convidaba, según la hora,  a un chato de vino mosto de la tierra con sus correspondientes tapas o a una copita de aguardiente de alambique, acompañado de pestiños, roscos de anís, rosquillos de almendras... Otras veces, tras la actuación, el director de la murga era obsequiado con algunas monedas, con las que se formaba un fondo para sufragar los gastos; una vez finalizadas las fiestas, el sobrante se repartía equitativamente entre todos los componentes de la misma.

EL CRUCE
   
Como hemos apuntado anteriormente, las murgas, comparsas y coros, según su propio orden y criterio, sin reglamentación alguna, salían a la calle; sin embargo, existía la costumbre, muy arraigada en nuestro pueblo, de que cuando dos comparsas coincidían en el recorrido, encontrándose  de bocas a manos, como suele decirse, se pidieran “cruce”.
El referido “cruce” consistía en un enfrentamiento entre los repertorios de ambas comparsas. Quedaba ganadora aquella que ofrecía mayor y mejor números de canciones y pantomimas.
A continuación, leeré algunas de las letras que hablan de la costumbre del “cruce” y de la vida misma de las murgas y comparsas.
            Comparsa de carabineros
            que fueron a Algatocín,
            ganaron una cincuenta
            y se tuvieron que venir.
            En mitad de la carretera,
            por desgracia que ellos tienen,
            se vinieron a encontrar
            con la comparsa de mujeres.
            Ellas les pidieron “cruce”
            y ellos no se lo quisieron dar
            porque venían desmayados
            y no podían cantar.
            ***
            En la calle Lorenzo García
            un encuentro hemos tenido
            dos comparsas admirables.
           Alegre nos recibimos,
           dándole un viva al cruce
           y también al compañerismo.


LA LEYENDA

Llegada la noche, la fiesta carnavalesca cobraba especial animación con los bailes de máscaras. A estos bailes, la mayoría de los asistentes acudían disfrazados y con la cara tapada; este hecho, según cuentan, era un riesgo, pues, algunos enmascarados, amparados en el anonimato que le proporcionaba  la máscara, aprovechaban estas circunstancias para dar cumplimiento a venganzas y rencores antiguos de forma violenta y, de esta manera, quedar impune su tropelía.
Circula por Gaucín una vieja historia, no sabemos si real o imaginaria, sobre un crimen cometido durante las fiestas del Carnaval y que de niño oí contar muchas veces a mi abuela Carmen. Ella nunca supo decirme, a ciencia cierta, ni el año ni la casa donde sucedieron los hechos.  Invariablemente, comenzaba su relato con las siguientes palabras: “Hace muchos años, en unos carnavales, a primeros de siglo, antes de la guerra y en casa de no sé quien, sucedió un caso espantoso. Al anochecer,  entraron unas máscaras, dejando recostada sobre el sofá de la sala a una “mascarita”; los portadores dijeron a los amos de la casa que ésta se encontraba indispuesta, mareada, con algo de poca importancia; que la dejaban un momento, hasta que se mejorase y que en poco rato volverían a recogerla para que se uniese de nuevo a la comparsa, pero, pasado un buen rato, los amos de la casa, viendo que la “mascarita” no daba señales de vida, decidieron interesarse por su salud y, cual fue su sorpresa, al levantarle la máscara que cubría el rostro, comprobaron estupefactos que la referida “mascarita” estaba muerta. Este hecho ocasionó a los dueños de la casa, que tan inocentemente habían dado cobijo y hospitalidad a la “mascarita”,  el consiguiente mal rato y muchos líos con la justicia, hasta que todo se aclaró. Es por este y otros  casos parecidos por lo que ahora está prohibido taparse la cara durante el Carnaval”.

LOS BAILES

Los bailes de máscaras solían celebrarse en casas particulares o en locales públicos. Tenemos noticias de algunos de estos locales públicos, donde nuestros antepasados disfrutaron tantas y tantas fiestas. Entre ellos figuraban: “El Metro”, (Antiguo Correos), “El Corral del Concejo” (Plaza de Abastos), Salón de Antonio Molina, “El Corral de Molina”(en la subida del Puerto del Pan),  “Las Tablas” (en el Toledillo), etc.
Igualmente,  tenemos noticias del repertorio de bailes e instrumentos musicales de la época. Los bailes populares, tanto públicos como privados, estaban amenizados por músicos aficionado de la localidad que, de oído, tocaban instrumentos tales como acordeones, bandurrias y guitarras. Entre  las danzas destacaban rigodones, boleros, polkas, pasodobles, etc.; pero por  encima de todos ellos, el que se llevaba la palma, era el fandango  de Gaucín, el baile gaucineño por excelencia, incomprensiblemente olvidado y desaparecido del acervo cultural de nuestro pueblo. Actualmente, nadie lo baila y sus letras apenas se recuerdan. Gracias a la memoria de mi madre, a la que, agradecido y emocionado, dedico este Pregón, he podido recopilar algunas letras de los populares fandangos de Gaucín, que ofrezco a continuación:.
FANDANGOS DE GAUCÍN

        Esas que están bailando,
una más alta que otra,
el novio la está mirando
y no le canta una copla.

De Gaucín soy señores
y lo llevo muy a gala.
En todas las reuniones
mi fandango es el que gana.
Desde aquí te estoy mirando
y tú mirándome está.
Ojitos de pillo tienes
pero no me pillarás

Desde aquí te estoy mirando,
fijo, fijo, frente a frente,
y no te puedo decir
lo que mi corazón siente.

De Benarrabá los guapos,
de Gaucín los jaquetones,
de Manilva los borrachos
y de Casares los ladrones.

Muchacho no te enamores
de ninguna de Gaucín.
La que no sale paloma,
vuela más que una perdiz. 
       
Los fandangos de este pueblo
nadie los sabe cantar.
Lo cantan los carboneros
cuando van a trabajar.

Al Peñón de Gibraltar
quiere mi madre llevarme
porque quiere que te olvide,
vaya unos motivos grandes.

Al Peñón de Gibraltar
lo ha movido una hormiga.
Yo no digo que sea verdad
pero tampoco mentira.

Vale más una gaucinata,
con el pelo tras la oreja,
que doscientas jimenatas
por muy bonitas que sean.

Si tu madre no me quiere,
se me dan tres caracoles.
Más arriba y más abajo,
me están queriendo a montones

Gaucín, viva Gaucín que es mi tierra
y el Niño Dios su patrón.
Viva la gente serrana
Porque serrana soy yo.

Gaucín, viva Gaucín porque tiene
su cara mirando al mar,
unas muchachas bonitas
y un castillo donde está
esa imagen tan bonita.
Gaucín, tres calles tiene Gaucín
que no las tiene Sevilla.
Calle Alta, Arrabalete
y también la Carrasquilla.

Casares, Casares está entre peñascos,
Benarrabá en una umbría,
Algatocín en un cerro,
¡ay, Gaucín del alma mía!.

De tu ventana  a la mía
 me tiraste un limón;
el limón cayó en la calle,
el zumo, en mi corazón.

De tu ventana  a la mía
 me tiraste un limón;
hasta los limones saben
que nos queremos los dos.

La malagueña es rondeña
y la camela un primo mío,
quiere casarse con ella
sin haberla “conocío” y 
sin tener trato con ella.

Gaucín es una paloma
mirando al río Genal.
El hacho le da su aroma,
el  Sol para relucir
a Crestellina se asoma.
¡Ay, Dios mío que me matan!
Y yo no me puedo valer.
Son dos negros asesinos,
los ojos de esta mujer,
que me han “salio” al camino.

JUEGOS ESCENICOS.

Durante los días que duraban las fiestas, en muchas casas era costumbre hacer representaciones escénicas, es decir, juegos escénicos. Estos consistían en dramatizaciones humorísticas, la mayoría de las veces surgida de forma espontánea, de los acontecimientos de más relieve acaecidos en el pueblo durante el año, es decir, de Carnaval a Carnaval, con la única finalidad de pasarlo bien y hacer reír a los presentes. Con mayor o menor gusto se hacía una crítica, entre grotesca y exagerada de los hechos o de las personas objeto de la chanza. Los juegos servían de aglutinante y punto de encuentro de muchos vecinos y amigos. Durante la celebración de los mismos, los asistentes eran generosamente convidados por los dueños de la casa que se honraban  con ello; por consiguiente, corría generoso el vino, el aguardiente y los licores caseros, siempre acompañados de gran variedad de viandas como: salmorejo de buche, aceitunas manzanillas “aliñas”, embutidos y dulces caseros.

JUEGO DE COMPADRES

Igualmente, en estos días de general alegría, entre copita y copita, entre bocado y bocado,  se hacía el divertido juego de “compadres”. El juego consistía en la aportación de un regalo y un posterior sorteo del mismo entre los mocitos y las mocitas con el objeto de formar parejas -compadre y comadre- y que, en la mayoría de las ocasiones, terminaban en noviazgos y más tarde en matrimonio. En el transcurso del juego se solían hacer “trampillas piadosas”, con el conocimiento y complicidad de la mayoría de los participantes, favoreciendo de esta forma a quienes, de alguna manera, se sospechaba que deseaban quedar emparejados, por lo demás, todo se hacía muy legal. Si entre los elegidos no existían las intenciones antes reseñadas, de noviazgo y matrimonio,  el resultado del juego  servía para sellar una amistad permanente entre los emparejados y el orgullo de poder llamarse compadre o  comadre, sin que por ello, el término connotase otra cosa que no fuese el resultado de un juego de azar divertido e inocente, como ningún otro. Al final, uno cuantos  quedaban plenamente satisfechos con su buena estrella; otros,  con el “disgustillo”, mal disimulado, que se notaba a tres leguas, por no haber sido agraciados, por la diosa Fortuna, con la pareja deseada. Pero, en definitiva, nadie mostraba enfado o contrariedad y el veredicto de la suerte era aceptado por todos los participantes, procediéndose a continuación a la apertura del baile por parte de las parejas recién formadas. Al instante, todo era confusión y alegre algarabía  de voces y risas.

EL DOMINGO DE PIÑATA

La exaltación carnal y mundana era vivida intensamente durante tres días, hasta el Miércoles de Ceniza. Sin embargo, aquí no terminaban las celebraciones de los antiguos Carnavales de Gaucín. El Domingo de Piñata, tras un breve paréntesis, la fiesta resurge con toda su profusión y fuerza y las calles recobraban el trepidante ritmo de las murgas y comparsas, la sarcástica crítica de sus canciones, las grotescas escenificaciones y, sobre todo, la sensualidad de los bailes en los que el papelillo y el confeti se derrochaba en grandes cantidades.
    El Domingo de Piñata acaparaba la atención  de la vecindad la salida a escena de unos enigmáticos y curiosos   personajes, “Los Moros” y “Las Grullas”, cuya intención y simbología se desconoce.
    “Los Moros”, unos señores disfrazados de tales que, a caballo, en carreras más o menos alocadas, recorrían las calles del pueblo. Algunos, llegada la tarde, se encontraban “pasados de madre”, con unas copas de más, es decir, con un “cermeño” encima que no se tenían; pese a ello, seguían cabalgando entre el delirio de los vecinos que esperaban entusiasmados a que se produjese la caída, “el talegazo”, de tan desequilibrados jinetes. No era posible entender como estos caballeros, “Los Moros”, en semejante estado etílico podían mantener el equilibrio sobre sus pencos.
    “Las Grullas”, en despampanante y ensordecedor griterío, de ahí su nombre, recorrían las calles del pueblo acompañadas de la chiquillería. Durante el recorrido era frecuente que se entablasen, entre los distintos grupos, batallas  de papelillos, confeti, etc., y, en más de una ocasión, tomates, huevos hueros, naranjas podridas y toda clase de proyectiles inofensivos. 

COPLAS DE LOS ANTIGUOS CARNAVALES.
   
Seguidamente, presentamos una miscelánea de composiciones y letras carnavalescas  que se escenificaron en los antiguos Carnavales de Gaucín. Éstas reflejan fielmente los momentos y acontecimientos más destacados de la vida cotidiana del pueblo, sirven de  homenaje a personas destacadas,  de crítica a las autoridades y particulares,  de sana exaltación a  los sucesos más sobresalientes y de actualidad y, sobre todo, servían para pasarlo bien.
    Corría el año 1912, cuando murió, de repente, D. Teodoro de Molina Fernández, natural de Gaucín, Diputado Provincial, que se destacó por el mucho amor y bien que hizo por su pueblo. En los Carnavales de 1913, para rendir homenaje a su persona y a su figura, las comparsas compusieron y sacaron a la calle la siguiente copla:
El día ocho de agosto,
nos tenemos que acordar
que de repente murió
el Diputado Provincial.
D. Teodoro de Molina
que pensaba con afán 
en hacer bien por el pueblo
y por todos los demás
y por eso consiguió
paseos y carreteras,
el camino vecinal
y el teléfono que alegra.
Dios lo tenga en su descanso
y le de su Santa Gloria.
Este coro de ilustrados
siempre lo tendrá en memoria.
   
En la siguiente, llena de picardía, se da noticia de lo ocurrido a unas mozas del servicio en el Café de Dieguito, sito en la calle de los Bancos.
       
        Dos mozas en un café
        con candela porfiaban,
        haber cual de las dos
        con su grifo la apagaba.
        Una decía a la otra:
        “la candela apago yo”.
        Y tanto arrimó la petaca
        que  fue y se la chamuscó
        A los chillidos que daban,
        bajó el dueño y preguntó:
        ¿Qué demonios pasa aquí,
        que huele a pelo “quemao”?  
        ...
    Las siguientes letras referidas a sutiles y veladas insinuaciones de indudable matiz  erótico-sexual se manifiestan en idéntico tono pícaro y  zumbón.

        Un muchacho muy tunante,
        a su novia le decía:
        “Que le cogiera un ratón
        que en el bolsillo traía”.
        La niña metió la mano
        y al momento pegó un grito
        de ver que le había tentado
        la nariz al animalito.
    Otra:

        Una niña que tenía
        un magnífico pandero,
        que de herencia le venía
        allá de su bisabuelo.

        ¡Ay, qué bonito instrumento!
        “Pá” la niña era un tesoro.
        Nunca lo hubiera vendido
        Ni por montañas de oro.

        Un día se descuidó
        y el novio que era un ratero,
        dentro de la sala entró
        y le arrebató el pandero.
 
En la siguiente copla se critica el uso y abuso de la bicicleta por parte de algunas chicas.
        Con tanto sube y baja
        por esa cuestas del Pino
        han roto la bicicleta
        y también el mecanismo.
   
En tiempos de la República, (años 30), muchos vecinos, hortelanos, echaron la solicitud para pedir el ingreso en el Cuerpo de Guardias de Asalto. Ello dio lugar a esta letra alusiva al hecho.
       
        Los hortelanos del pueblo
        ya no siembran “maniatos”
        porque han echado una instancia
        para ser Guardias de Asalto.
        ¡ Que viva nuestra bandera,
        bandera republicana,
        que cubre a los españoles
        con respeto y arrogancia!.

    La siguiente coplilla se compuso igualmente por aquellos años, y hace referencia a unas obras municipales de saneamiento en la calle El Puerto del Pan. El estribillo está dedicado a D. Francisco Serrato. Leamos:
        Señores en el “Puerto el pan”
        dos caños creo que han montado
        para que vacíen las vecinas
        las espinas del pescado,
        también el agua sucia,
        las zurrapas del café
        y unos cuantos salchichones
        que van en la taza del té.
            Estribillo
        Con don Francisco Serrato
        “tó” los días turnan quince
        y los demás que sobramos
        nos tocamos las narices.
   
Las alusiones de carácter político-municipal no faltaron, especialmente en la 2ª República. Las alternancias en el poder de la izquierda y la derecha dieron lugar a las siguientes letrillas.
   
Cuando la izquierda ganó en Gaucín las elecciones municipales se cantaba:
       
        La vara de la Alcaldía
        la  tiene quien la merece;
        la tiene Sánchez Collantes
        y en las manos le florece.
   
En las siguientes elecciones ganó la derecha y consiguientemente tuvo su copla.
        El dieciséis de noviembre
        veréis lo que sucedió;
        tuvo que soltar la vara
        quien tan fuerte la cogió.
        Los obreros engañados
        y todos ya convencidos,
        votaron a la derecha.
        ¿No estarán arrepentidos?

La boda de un vecino dio lugar a esta composición.
       
        Morrongo se va a casar
        según cuenta él se toma.
        Para mantener a la novia
        necesita una tahona.
        Ella se asoma a la puerta,
        y pilla medio mundo,
        pidiéndole al Dios del cielo
        que no se acaben los chumbos.
   
Los primeros coches de viajeros y correo que hacían la línea Gaucín-La Estación casi siempre andaban descacharrados. Esta circunstancia dio lugar a la siguiente crítica.
       
        Todos tenemos contentos
        de la empresa de Gaucín;
        los coches desbaratados,
         ninguno puede servir.
        Han tenido que recurrir
        a los coches de la grava,
        porque el correo del pueblo
        dondequiera aterrizaba.
        Hace más de doce días
        se descacharraron los dos.
        Uno tenemos en el pueblo,
        el otro está en la estación.

    La siguiente composición muestra  un cierto escepticismo hacia las promesas del Alcalde sobre la construcción de la carretera de Casares- Gaucín, muchos años en proyecto, hoy realidad.
       
        Le hemos observado una cosa
        al Alcalde  de Gaucín:
        cuando acabe la molienda
        dice que va a ir a Madrid,
        a traer la carretera
        de Estepona “pá” Gaucín.
        Lo menos catorce burras
        dice que se va a llevar,
        para traerla subida,
        no se vaya a lastimar.
La caza de un zorro dio lugar a la siguiente coplilla.
        Entramos en un café,
        todos a sopetones,
        y lo primero que vemos,
        colgados unos cojones.
        Eran los de un zorro viejo
        Matado en el Veraní,
        Y, señores, los tenéis
        En “cá” Frasquito Luis.
Otras coplas recientemente recuperadas y que fueron contadas en Carnavales antes de la Guerra Civil (1936-1939)
-Este coro que aquí veis
de muñecas de serrín
no son de París, ni de Francia,
ni tampoco de Madrid,
somos lindas malagueñas
de la villa de Gaucín.
Estribillo:
Yo cierro y abro los ojos
Y digo papá y mamá.

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Con el vestidito negro
La cofia y el delantal,
Para servir a la mesa
y a lo que gusten mandar.
Todo el día en la cocina
Con el corazón exprimido,
Luego se pone la mesa:
“esto está muy mal cocido,
esto está muy mal cocido”.
Te lo mantiene en silencio,
Ellos se comen la carne
y para nosotras los huesos.
Estribillo:
Cariñosos nuestro padres
que no pudieron ser ricos
para quitarnos de servir
y mantenernos el pico.
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Noble pueblo de Gaucín,
Nadie se puede quejar,
hay trabajo en la carretera,
 ¡¡Jesús, qué barbaridad!!
Las muchachas dan sus quejas:
“no se puede pasear,
pues se rompen muchos zapatos
y no se pueden ganar”.
También del alquitrán,
que lleva muchos pelotones,
van las muchachas andando
y se rompen los tacones.
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Calle Lorenzo García,
no queda más que decir,
una niña a una cuadra
acostumbraba a ir.
El pollito amartelado
por la escalera se iba,
allí dentro de la cuadra
yo no sé que pasaría.
-Ella le decía a él:
“esto está sagrao pa ti”.
Y a los tres días estaba el pollo
Que no podía servir.
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Una niña quería la longaniza con huevos
porque una amiga le dijo
que era alimento muy bueno.
El novio que se enteró,
le dijo, con mucha gracia y salero:
“yo te doy la longaniza,
que para eso soy carnicero”.
 
CARNAVALES DE LA DEMOCRACIA

En los últimos años, a partir de los años ochenta, se comenzó de nuevo a recuperar el carácter lúdico del Carnaval. Desde entonces, -me consta- que el Ayuntamiento, el C.P. ”Guzmán el Bueno”  y las Asociaciones Culturales de nuestro pueblo vienen promoviendo y potenciando esta celebración, que ha experimentado un notable auge, en sus ámbitos respectivos. Hoy muchos gaucineños se disfrazan y salen a la calle, realizándose actividades de todo tipo durante las fiestas. Quizás el Carnaval de Gaucín  haya perdido parte de la espontaneidad de antaño, sin embargo, mantiene vivo el espíritu que siempre le dio vida. Desde hoy espero, con verdadero entusiasmo, que el próximo pregonero me proporcione las letras del “Carnaval de la Democracia”, para así poder concluir este bosquejo histórico de nuestro Carnaval.
 Para terminar, agradecer y rendir homenaje a todas aquellas personas que han hecho posible la recuperación del Carnaval de Gaucín. Ojalá que entre todos contribuyamos, con nuestro esfuerzo e imaginación,  a darle el esplendor  y la categoría que tuvo.
¡Gaucineños, en Carnaval, mientras el cuerpo aguante, os damos licencia para yantar, libar, reír y folgar!.  ¡Hala, a pasarlo bien!.
Muchas gracias y hasta siempre.
Gaucín y marzo de 2000