En un lugar perdido dentro de un inmenso bosque, yacen tranquilas las pequeñas edificaciones de un pueblo, casi fantasma, donde habitan no más de cien personas, la mayoría de ellas ya conducidas por el largo camino de la vejez sin limite alguno. Pero en aquel pueblo olvidado, algo resalta,
no será una pelea, ni una guerra tampoco, sólo es, que no es
poco, el brillo de los ojos de una persona, alguien que el tiempo se lleva,
como si de un reloj escondido se tratase, alguien bello por dentro, bello
por fuera, esa persona es mi abuela a la que siempre habré de
respetar, no por su dulzura, no por su sonrisa, no: sólo porque ella
es lo más parecido que he conocido, y conoceré, a la paz.
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