"A PROPÓSITO DE KOSOVO (2)"
Al poco de comenzar en estas lides cibernéticas, cuando aún la sección de colaboraciones contaba con pocas firmas, fue un trabajo que había publicado mi hijo en la revista de su instituto, con motivo de la crisis de Kosovo de finales del siglo pasado, uno de los primeros en comenzar a dar sentido a esta web. En el trabajo se hace un análisis de las consecuencias catastróficas que una guerra nuclear pudiera tener sobre nuestro planeta. <<leer>> Hoy, cinco años después, tomo el mismo título para exponer mi parecer sobre el efecto, si no tan devastador como una conflagración nuclear sí parecido, que puede tener el hecho de que los Estados Unidos se hayan decidido por tratar de ayudar a salir de la opresión y de la tiranía a cualquier zona del planeta, por muy distante que estén entre ellas. Después de que en la segunda Guerra Mundial fuesen los americanos los salvadores de todo el mundo aliado, asumieron su papel de gendarmes del universo y así siguen hasta el día de la fecha acompañados con mayor o menor agrado por los comparsas de turno: unas veces son unos y en otras ocasiones otros distintos, o los mismos de siempre. Así ocurrió en Corea, de donde surgieron las del norte y la del sur con toda la problemática que hasta el día de la fecha se mantiene. ¿Qué decir de Vietnam? ¡Maldita la hora (dirán los vietnamitas) en la que los yanquis vinieron a salvarlos del comunismo! ¿Y los chilenos? ¿Qué pensarán los familiares de los ejecutados y/o desaparecidos durante la dictadura pinochetista, auspiciada y apoyada por el gran hermano del norte? Amamantaron en sus senos, criaron, educaron y adiestraron al hoy enemigo número uno mundial, el tal Osama. Cuando el monstruo que crearon se les escapó de las manos y les explotó unos cuantos aviones en sus propias entrañas, acabaron con el régimen talibán que acogió al hijo pródigo del capitalismo americano, e implantaron la “democracia afgana” paradigma en el que se miran todos los estados de la región y los extra planetarios. No contentos con ello, decidieron que había que hacer otro tanto con el país de las mil y una noches y ahí andan entretenidos en dejar a los irakíes como ejemplo de implantación pacífica de un régimen democrático, un tanto sui géneris pero con sus parlamentarios, sus elecciones y todos las particularidades que conlleva el sistema menos malo de todos los conocidos. Irán y otros vecinos tiemblan sólo con pensar en el día de su conversión. En Cuba llevan 50 años interviniendo de un modo indirecto y los resultados son los que son: Fidel Castro se retira porque su cuerpo no puede más, no por la política americana en contra de su régimen. Los grandes damnificados del bloqueo americano no han sido Fidel y sus correligionarios, sino la mayoría del pueblo cubano. Veremos con qué nos sorprenden ahora Bush y su sucesor, una vez no esté el Comandante. En la antigua Yugoslavia ya metieron mano por elementos interpuestos (Solana y la NATO), y de aquella intervención aún quedaba un rescoldo que se han aprestado a apagarlo sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo. La proclamación unilateral de la independencia por parte de la provincia Serbia de Kosovo y su inmediato reconocimiento por las grandes potencias occidentales, siguiendo el guión estadounidense, puede ser o servir de pretexto a determinados nacionalismos europeos que, sin tener en cuenta las evidentes diferencias entre lo propio y lo ajeno, puedan utilizarlo como excusa para tensar la cuerda en sus entornos y no es fácil predecir el rumbo que puedan tomar los acontecimientos relacionados con el nacionalismo exacerbado, que no sólo existe en España, sino en más países europeos de un modo más o menos latente. El hecho de que detrás de todo este asunto se encuentren los Estados Unidos de América, y después de ver los efectos de sus intervenciones anteriores, puede conducirnos a sentir cierta preocupación por la suerte inmediata que se les avecina a los serbios y albaneses de Kosovo. Y, haciendo un simple ejercicio de extrapolación, no quiero ni pensar en lo que nos pueda salpicar a los demás. Teodoro R. Martín
de Molina. Febrero de 2008
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