¿HEMOS PERDIDO LA CORDURA? Salvador Martín de Molina
Me planteo el titulo con interrogaciones, porque no quisiera llegar a la conclusión afirmativa de que, en verdad, estamos para que nos lleven al manicomio. La verdad es que nadie está para interpretar el sentir de los otros, o, por lo menos, yo cada vez dudo más de mi acierto en calificar a la personas, no ya como lo que externamente parece que son (mis familiares, mis amigos, mis compañeros de trabajo, mis convecinos…) sino como lo que realmente piensan, sienten y, cuando llega el caso, se manifiestan. Continuamente surge la sorpresa, lo inesperado, la desilusión. Pero, de todas formas, intentaré hacer una escala de certezas y - por su rabiosa actualidad- con referencia al caso de Ignacio de Juana Chaos. En primer lugar, no creo equivocarme si doy por sentado que todo el mundo esta de acuerdo en que se trata de un asesino despreciable, no sólo por sus veinticinco asesinatos, sino por su conducta de ultraje hacia sus victimas y su falta de arrepentimiento. Dejo a salvo la opinión de sus compinches etarras y de sus familiares y amigos, aunque sabemos que su madre no se pronunció nunca a favor o en contra de sus acciones e, incluso, mantenía relaciones más que amistosas con su consuegra, madre de una victima de los etarras. Pero esas son cuestiones entre vascos que, posiblemente, no tengan porque tenerse en cuenta. En segundo lugar, creo que también la mayoría rechaza el pulso que el tal De Juana echó al Gobierno con su huelga de hambre, aunque ya la cosa no es tan clara en cuanto a su desenlace. Y es que, mientras que algunos creen que el Gobierno ha cedido vergonzosamente, otros piensan que no se ha cedido al chantaje porque en realidad no lo ha excarcelado (como se sostiene faltando a la verdad desde algunos editoriales) y el recluso no ha cumplido la falsa promesa de seguir en huelga de hambre hasta morir o salir en libertad. En tercer lugar, podríamos decir que hay menos coincidencia en considerar que el Gobierno ha acertado en cambiar el régimen penitenciario al recluso. Porque unos creen sinceramente que a un asesino de esa calaña hay que dejarlo que se pudra en la cárcel, o cuando menos que cumpla íntegramente los tres años a que ha sido condenado en su última sentencia. Y otros opinan (y no me estoy refiriendo a la sandez del “Alfredo, que no se te muera en la cárcel este cabrón”) que esta sentencia hace referencia a delitos de amenazas, por opiniones vertidas en un periódico, por lo que dado su estado de salud (aunque buscado de propósito) y el hecho de que le resta solo un año de prisión, hacía aconsejable rebajar la situación carcelaria del etarra. En este mismo orden de cosas, hay diversidad de opiniones en cuanto a que la medida pueda ser o no ser inteligente, ética o moral; que sea una solución cobarde o, por el contrario, refleje una postura valiente, sin sentido electoral; que suponga un insulto para las victimas o sus representantes (aunque no se haya visto especialmente vejada a la Sra. Gallizo, directamente amenazada por De Juana y que, como D. G. de Instituciones Penitenciarias, ha dirigido o velado su regreso al País Vasco) o sólo responda a la necesidad de evitar males mayores. También existen pluralidad de versiones en cuanto al tema de que sea la primera vez que pasa esto, porque, al parecer, ya con Suárez se negoció para un trueque de dinero por un secuestrado de ETA y Aznar acercó presos, excarceló y suavizó la misma denominación de los etarras, como contraprestaciones en momentos de tregua y con posterioridad a ella, sin que se pueda decir que entonces la medida era legal por no estar en vigor el cumplimiento íntegro, porque no estamos en un plano de legalidad ya nadie puede discutir la de la medida actualmente adoptada. Incluso cabe la porfía sobre si estamos en presencia de una doble moral por parte de la oposición, ante la evidencia de que nunca se ha reprochado al Gobierno su política terrorista -no solo en el Parlamento, sino que tampoco en la calle- y ahora no se atienden ninguna de sus salidas, sean acertadas o no, lo sean de buena o mala fe. En su consecuencia, si hay muchas coincidencias entre situaciones anteriores y actuales, así como concurrencia de posturas en los temas fundamentales, y las divergencias hacen referencia a interpretaciones sobre medidas políticas de uno u otro signo, no se entiende la aparición de dos fenómenos nuevos. Uno, la ausencia total de apoyo a la política antiterrorista del Gobierno, pero ya con la novedad de no dejar un resquicio a la crítica razonable, sino solo al rechazo absoluto. Y, dos, y para mi mas fundamental y extraño, la locura de cambiar el escenario político a la calle y, por lo que ya se ha está viendo, la virulencia en la expresiones verbales e incluso en el intento de imitar a la kaleborroka etarra con otra a lo Inestrilla, que ha empezado por ir a la calle Ferraz y sigue por lanzar cócteles molotov en Alcalá de Henares, dejando la tarjeta de visita de las pintadas ZETAP y Zapatero Asesino, tan similares a las que se airean en las ultimas manifestaciones convocadas por las asociaciones de victimas ¿Adonde vamos, que está pasando entre nosotros? Y todavía cabe hacerse otras preguntas: ¿Por qué hemos renunciado al Parlamento como lugar de discusión y hemos trasladado el ágora política, no sólo a los medios (prensa, radio, televisión), que ya ni tan siquiera sirven para excitarnos ni para resucitar nuestros demonios, sino que, sin esperar a derrotar al contrario en las urnas, hemos salido definitivamente a la calle, no solo a manifestarnos, sino a vociferar, insultar y encender los ánimos? ¿Por qué si el PP no tiene los votos necesarios para imponer su política, no es capaz de buscar alianzas en otros partidos (aunque sean nacionalistas catalanes o vascos, como hizo en otras ocasiones no lejanas) y le gusta más el jugar al victimismo, en vez de buscar razones que desarmen al PSOE? En este sentido pudiera pensarse que también se chantajea a Zapatero, aparte de los etarras, con peticiones difíciles de cumplir o maniqueas: o llevas a cabo el Pacto Antiterrorista conmigo solo y como yo lo entiendo o estas rompiendo el pacto y la convivencia de los españoles, o estas conmigo o estas contra mi y eres un traidor a la Patria , vendes a la Nación , te ríes de las victimas y demás lindezas barrocas más que demagogas. ¿Es por esto por lo que dice el PNV que el PP se ha echado al monte, a pesar de que no son monfies, ni maquis? Desde la otra perspectiva, ¿la falta de claridad en el PSOE se debe a que está buscando algo que no es capaz de decir? ¿Es posible que esto sirva para llegar a un fin dialogado de ETA, y no se atreva a reconocerlo para que no se le tache de pactista y entregado a la banda? ¿Porque los líderes –y sus oráculos, de todos los partidos- dictan sentencias contra los líderes contrarios, haciendo aseveraciones falaces que solo buscan el aplauso fácil de los amigos a los que se dirigen? Volviendo al tema que nos ocupa ¿No es posible pensar que el error inicial fue la conducta rechazable del Ministro de Justicia del PSOE que buscó desesperadamente una excusa para que De Juana no saliera de la carcel, al cumplir su condena, y alentó al Ministerio Fiscal a que pidiera 96 años de pena por un delito prefabricado de amenazas? Si se hubiera dejado salir a De Juana cuando, conforme a la ley había liquidado sus cuentas con la justicia, aparte de dejarlo sin argumento para su farsa en la huelga de hambre, podría habérsele achacado al Gobierno cualquier cosa –para eso están el PP y las llamadas victimas- y podría haberse discrepado de esta postura, pero desde luego no estaría ahora penando sus culpas por buscar subterfugios ad hoc. Pues, bien. No es esto lo peor. Lo malo es creerse que estamos en guerra, cuando no sabemos ni estar en la oposición. Lo peor es que la guerra declarada resucita todos los demonios. Sin querer desconocer el valor democrático que tiene el derecho de manifestación, reconduzcámoslo a sus justos términos, pero no sustituyamos los cauces genuinos de la discrepancia por el sólo clamor de las voces y las banderas, donde no prima el discurso sosegado y razonable, sino los sentimientos y el anonimato. Todo sería permisible, pero que se busque la total fractura social, creo que es demasiado. Y arriesgado jugar con el fuego de las pasiones, aumentar las tensiones, buscar la crispación y las posturas irreconciliables. ¿Es una ingenuidad pedir un poco de cordura, la búsqueda de la razonable discrepancia y el abandono de la confrontación por la confrontación, el repudio de las agrias palabras y las actitudes radicales, el distanciamiento de las posturas de violencia, el rechazo del vocerío que sustituye al debate? El hombre siempre está dispuesto a disculparse a sí mismo, raramente dejamos que el oponente exponga su argumento como solución definitiva a la discusión, siempre tenemos un nuevo argumento a nuestro favor y en contra del oponente, siempre vamos en busca de la palabra final. Es muy difícil, no ya perdonar, sino ni tan siquiera intentar comprender las opiniones de los otros. También se ha dicho siempre aquello de “odia al pecado y compadece al pecador”. A lo que se ve, en estos tiempos ya no valen tan sencillas y acertadas normas de conducta. |