Cubierta del libro, diseño y realización de Manuel Vera

LA GACETA DE GAUCÍN

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Tras aquellas montañas
dudo qué habrá.
Siempre las observo
y nada creo que es verdad.
A veces los pensamientos se me van
y pienso, imagino muchas cosas.
Tal vez haya una pradera
verde, tranquila, soleada,
donde los árboles dan su flor
y éstas, un suave y profundo olor.
Los animalillos corren y brincan,
las aves revolotean,
las orugas serpentean,
todas felices de saber
que nadie los maltratará ni los echará,
pues será difícil que los encuentren.
Allí reinará la paz y la felicidad
porque todos ellos unidos
lucharán por la amistad.
También puede que haya un mar
azul, profundo, penetrante,
con un oleaje que hace dormir al gigante.

           *****
A lo lejos,
un pequeño barco de vela
con toda serenidad navega
buscando la comida
en unas redes de pesca;
unas gaviotas vuelan en la playa
y a las rocas
toda la furia del mar va a parar,
ellas sufren, pero el mar enojado
nunca se para a pensar.
En el fondo todo cambia,
los peces se divierten
y no quieren trabajar,
pues allí todo es de todos
y así comen sin pagar.
Siempre hay jolgorios,
fiestas y algo que celebrar.
Allí todos se quieren
y les une la amistad.
       
A lo mejor hay una ciudad
grande, con calles rectas,
edificios muy altos
y unos escaparates donde
se exhiben ropas muy bonitas.
Todo esto me imagino,
no sé qué podrá haber,
pero el día que lo vea
lo que encuentre os contaré.
  *****
Volar, volar y volar.
Qué alegría pensar
que un pajarillo sepa volar,
y tan pequeño que es
el vuelo le hace crecer.
Volar, volar y volar.
Si yo pudiera volar
echaría desde el cielo
unos polvos
que borraran todo el mal.
Todo florecería como un árbol
cuando por él corre la savia,
brotando de sus ramas unas hojas
verdes, brillantes, que quieren admirar
el mundo al que acaban de llegar.
Echaría azucenas, claveles,
perlas y rubíes,
diamantes y marfil,
y este mundo sería feliz.
Con una simple mirada
lo observaría todo,
un amanecer, un despertar,
y por fin poder ayudar
al que necesita amar.
Entre mis alas encontrará calor
el necesitado y el que está desconsolado
Todos hallaríamos el amor.
¡Quién pudiera ser pájaro de Dios!
                     

 Yolanda Martín

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