Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Víctimas y víctimas

 

Las víctimas del terrorismo, como el himno y la bandera, parece ser que también han pasado a formar parte del patrimonio de la derecha.

Llevo un tiempo, desde que se produjo el fallo del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre la doctrina Parot y la consecuente reacción de algunas de las asociaciones de víctimas del terrorismo y del partido del gobierno, queriendo escribir sobre el modo en el que unas y otro (víctimas y PP) hacen un uso ventajista de todo lo que tenga que ver con el terrorismo. Pero como quiera que en este nuestro mundo la inmediatez de una noticia irremediablemente se solapa con la de una nueva sin solución de continuidad, he ido postergando el tema hasta este momento en el que he pensado que sería conveniente reflexionar un poco acerca de las víctimas en general.

Tras el pronunciamiento del gobierno y de las víctimas del terrorismo sobre el veredicto del tribunal europeo, éstas fueron automáticamente recibidas por el Presidente del Gobierno, se aprobó en Consejo de Ministros el estatuto de las víctimas, convocaron una manifestación bajo el bonito y cristiano lema de “Una paz con vencedores y vencidos”, vamos como toda la vida de Dios mientras Franco fue Franco, y, a renglón seguido, fueron recibidas en audiencia por el Jefe del Estado que les manifestó, como no podía ser de otra manera (muletilla que tanto les gusta a los medios de la derecha), su comprensión y su apoyo más considerado.

A los pocos días recibimos la noticia de que un centenar de subsaharianos habían muerto de sed en el desierto tratando de alcanzar la frontera del “El Dorado” europeo. No sé si estas personas, o sus familiares, podrán ser consideradas víctimas de algo, pero lo cierto es que nuestro gobierno, tan proclive a hacerle mimitos a las víctimas que les proporcionan votos, en este caso se despachó con la inmediata colocación de las concertinas (bonito nombre musical para tan letal alambre), en la valla de Melilla para evitar que los subsaharianos mueran de sed. Mejor que mueran desangrados (también una actitud muy cristiana de nuestro gobierno).

Casi no tuvimos tiempo de asimilar estas noticias cuando pudimos comprobar, una vez más, cómo los mossos d’Escuadra catalanes, ya indultados en más de una ocasión por el gobierno, acababan de ser imputados por una juez que, por fin, pareció ver actitud delictiva en su comportamiento con los detenidos. Solamente habían matado a una persona al detenerla, seguro que sin pretenderlo como mostraban las imágenes, aunque la paliza que le dieran fuese de muerte como posteriormente certificaría el forense de turno. Todos esos ciudadanos que caen bajo las garras de lo mossos ¿serán recibidos por el Presidente o el Jefe del Estado?

Y este pasado fin de semana nos despertamos con las terroríficas imágenes de la devastación provocada por el tifón Yolanda en Filipinas. Los que han perdido la vida se cuentan por miles, los afectados por millones. Son las víctimas de las catástrofes naturales que, salvo escasísimas excepciones, siempre suelen cebarse con los más débiles. ¿Qué tipo de víctimas son éstas? ¿A qué tribunal o institución tendrán que dirigirse? Quizá sea el Todopoderoso el que tenga que responder por ellas o, tal vez, serán los todopoderosos de este planeta los auténticos responsables. Son los mismos que de un modo indolente pasan de ellas antes de que ocurran las catástrofes y después andan limosneando de los ciudadanos para que la caridad y la beneficencia les lleguen tras los filtros expropiatorios de todas las catástrofes. ¿Estarán estas víctimas amparadas por algún estatuto?

Las víctimas siempre son víctimas, pero es evidente que no todas son iguales ni todas parecen merecer la misma consideración por parte de los que ostentan el poder.     

Siempre hubo clases.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 12 de noviembre de 2013.

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