Una mala noticia
En la prensa, en general, siempre son más dados a resaltar en grandes titulares las malas noticias, mientras que las buenas suelen relegarlas a páginas pares y en rincones poco visitados por lectores, con una tipografía casi imposible de llamar la atención del común de los asiduos. Si eso en general es así, qué decir en los tiempos que corren acerca de los medios más apegados a la derecha de este país, que son multitud. Así vemos cómo son noticias de primera página con gran alarde de titulares, todos y cada uno de los acontecimientos económicos que han supuesto un revés para la economía del estado que no sólo del gobierno, aunque ellos en esto hacen un magnífico ejercicio de metonimia y cuando hablan de estado, país, nación, etc, etc, están haciendo clara referencia al gobierno que es el responsable de todos los males que aquejan a los países occidentales, no solamente al nuestro. Así la caída de la bolsa, el aumento del paro, la subida de precios, la subida de la deuda, o de los tipos de interés que debe el estado pagar para ponerla en circulación, la bajada de las clasificaciones de la agencia Standard and Poors y demás oráculos de las economías, o las malas previsiones del FMI o cualquier otro organismo internacional, o nacional, ocupan los frontispicios de la prensa en contraste con el tratamiento y la interpretación que dan a cualquiera de los factores antes mencionados cuando presentan aspectos positivos, algo que ellos automáticamente lo ven como algo que puede suponer un balón de oxígeno para el gobierno, en este caso, que no el estado, la nación o país, y por ello lo ocultan o lo hacen prácticamente invisibles relegándolos a la odiosa letra pequeña que de estudiantes siempre preguntábamos si también había que estudiarse y que nunca llegábamos a leernos. Pero ya estamos acostumbrados a que todo este circo mediático sea así, y en poco o en nada nos van hacer cambiar la opinión que tenemos sobre los mismos y acerca de las ocultas, cada vez menos, intenciones que les mueven a actuar de ese modo, con la parcialidad que lo hacen a cada momento y el favoritismo tan descarado por la causa de la tan ansiada derecha. Es por ello por lo que podemos deducir, visto los comentarios vertidos en la prensa de derechas y por los principales espadas del PP, que la peor de las noticias de estos últimos tiempos, la mala noticia por antonomasia, ha sido, no cabe duda, la firma del llamado Pacto Social entre gobierno, sindicatos y empresarios, con el consiguiente disgusto de todos los que han estado cruzando los dedos para que no se llegara a producir y así tener otro motivo, uno más, para seguir haciendo sangre del gobierno, sin importarles en lo más mínimo lo que este pacto, u otro cualquiera, pueda suponer de respiro para la economía nacional y el bienestar de todos los ciudadanos del país. Son así: lo que es bueno para todos, si de algún modo favorece al gobierno, es lo peor que les puede pasar a ellos; lo malo para el gobierno, aunque sea malo para todos, lo mejor para ellos. Sólo hay que oír los comentarios al respecto de los muy cualificados portavoces del Partido Popular, desde Montoro a Cospedal, pasando por Soraya o el inefable Pons, y acabar con el señor Rajoy, para darnos cuenta de la “satisfacción” que sienten ante lo que para el común ciudadano algo preocupado por el devenir de la nación supone la firma de este acuerdo como de cualquier otro que pueda suponer una pizca de luz en toda esta oscuridad que nos acompaña y que estos medios a los que me refiero se encargan día a día de cubrirla con los más intensos nubarrones evitando mostrar cualquier rayo de luz que intente abrirse paso entre las nubes reales, las ficticias y las sobredimensionadas por ellos mismos. Todo ello sólo se explica desde el eslogan que lanzó el señor Rajoy hace un par de semanas en Sevilla y después corearon sus medios: “la sed de urnas”, cuando en realidad lo que querían decir era “la sed de poder”. Confío, por el bien de todos y aunque a algunos les siente mal, que sigan produciéndose muchas noticias malas como ésta, aunque después los méritos se los atribuyan estos medios a esos políticos tan sedientos.
Teodoro R. Martín de Molina, 4 de febrero de 2011. |