Una de piratas
Éste es el título de una vieja canción de Serrat en la que nos presentaba a los susodichos como bárbaros irreductibles pero que en el fondo eran unos sentimentales. Nada que ver con estos piratas modernos formados en la ley del talión, su aplicación a rajatabla y, como bien aprendieron de Bush y Cia –¿o fueron ellos los que se lo enseñaron a Bush?–, con carácter preventivo que es la mejor manera de justificar las tropelías con las que casi a diario nos muestran su forma de entender el derecho internacional estos pobrecitos israelíes que viven un infierno por causa de sus vecinos palestinos que en su mayoría viven en la gloria –junto a Allah–, a los que, entre otras cosas de menor importancia, echaron de sus tierras para habitarlas ellos, ocuparon las que les habían dejado para llevar a cabo el asentamiento de sus colonos, y como colofón bloquean las pocas que aún les quedan. Si no fuese porque casi los tienen exterminados ya habría dejado de existir el estado israelí. Para que ellos existan es preciso que con cierta frecuencia actúen de un modo u otro dando a entender a sus vecinos, a sus enemigos y a sus aliados, que no se van a dejar amedrentar por motivo de ningún tipo, y si no existen motivos, se los inventan. Para ellos es igual acudir en un raid de su aviación a otro país para asestar un golpe a los que entienden que son acciones en contra de sus intereses, enviar a los servicios secretos donde sea necesario para que asesinen a un enemigo de la causa sionista, levantar muros que impidan la relación de los del otro lado con los de éste bajo la excusa de evitar atentados terroristas, arrasar las viviendas de los supuestos líderes de la causa contraria bien con el uso de la aviación o de potentes bulldozer protegidos por no menos potentes carros de combate, bombardear campos de concentración o zonas fronterizas bajo el más mínimo pretexto, bloquear una zona de palestina, cortarle el suministro de lo indispensable, o prohibir la entrada de ayuda extranjera bajo la excusa de que en las barras de pan se esconden las limas para romper los barrotes del bloqueo, o , como han hecho en esta última ocasión, abordando un barco con ayuda humanitaria para la franja de Gaza. Mas claro está, el abordaje, al más puro estilo cinematográfico, ha sido por motivos más que justificados porque sus lanchas fueron provocadas por los tripulantes del barco que le hacían burlas sacándole la lengua y cuando mandaron a los soldados a que se lanzaran desde los helicópteros, los de abajo les tiraban piedras con tirachinas. No tuvieron más remedio que ser contundentes, si tenían que morir diez activistas como si tenían que hacerlo veinte o treinta, la respuesta debía ser ejemplarizante y así fue. Y si ejemplarizante fue la respuesta israelí, ¿qué decir de la respuesta internacional a la actuación de los muchachos de Netanyahu?, más de lo mismo. Ya estamos acostumbrados a que Israel se pase por el forro de sus caprichos todas las resoluciones de Naciones Unidas e igualmente las protestas formales de los gobiernos de todo el mundo y, no digamos, las manifestaciones ciudadanas, por muy generalizadas y multitudinarias que sean, en contra de la política de constante agresión sionista contra los palestinos. Estos piratas modernos, como el viejo Drake, cuentan con el total apoyo del imperio y como sus actuaciones, aunque sabemos que son ilegales, injustas y desmedidas, deben de aportar beneficios a los que de verdad ostentan el poder, pues se hace la vista gorda y se despachan sus atropellos con cuatro regañinas de nada que ellos dan por amortizadas mucho antes de que sus acciones violentas sean llevadas a efecto. Permanezcamos atentos porque esto no debe de acabar a aquí. Parecía que iba a haber un nuevo intento de negociación con los palestinos y ésta ha sido la respuesta del estado judío. ¿Con qué nos sorprenderán en breve?
Teodoro R. Martín de Molina. 06 de junio de 2010 |