Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN



TRES A UNO.

La moderna derecha española es como esos muñecos de feria que por muchos pelotazos que reciban nunca se consiguen derribar, o aquellos otros con los que juegan los niños que tras un leve, o prolongado, balanceo siempre vuelven a la posición vertical. Su habilidad para desviar los torpedos dirigidos a su línea de flotación es inigualable. La capacidad de encaje y de mirar para otro lado como si con ellos no fuese el tema es prodigiosa. Convertir el vicio en virtud y viceversa ―depende si les afecta a ellos o a los otros―, es algo que para nuestra derecha no tiene secretos. Hacer de una mentira, repetida mil y mil veces, algo asimilable a lo verosímil, es una de sus estrategias preferidas. El engolamiento y la megalomanía de la que hacen gala sus múltiples líderes y “lídaras” es algo asombroso. Su poder de embeleso es  tal que llega a producir la nausea en sus propios seguidores (que no por eso dejan de votarla).
Todo lo anterior no se consigue por arte de birlibirloque, para ello han precisado de  la ayuda, el apoyo, la aquiescencia y el aplauso brindado por una gran parte de los medios de comunicación a los que fueron convirtiendo a su fe. Algunos necesitaron poco para convertirse, fueron ellos mismos los que la guiaron por el sendero preciso, a otros se les fue comprando, de forma legal, poco a poco hasta llegar al estado actual de la cuestión.
Tres a uno. Como mínimo esa es la ventaja con la que parte la derecha ante la convocatoria electoral del próximo 14 de marzo. De milagroso podría calificarse el hecho de que la moderadísima izquierda española consiguiera superar el listón que su líder se ha puesto para intentar formar gobierno.
En todos los medios de comunicación de difusión nacional: prensa, radio y televisión, cuenta la derecha con las plumas, voces e imágenes suficientes para que lo que de partida es un tres a uno la noche del 14 de marzo sea una holgada victoria del partido en el gobierno, quizás no en esa proporción pero sí suficiente para poder gobernar solos o con el apoyo de quien haga falta, que de eso ya sabemos un poco. Incluso pudiera darse el caso que ese tal Imaz es un chico de buenos modales, tiempo al tiempo si la necesidad obligara; algo que, además, nos venderían cómo lo más normal del mundo (y de nuevo el muñeco en pie).
No hay que ser muy perspicaz para adivinar la tendencia de todos los medios antes citados y a los que no voy a nombrar para no ofender al lector de estas líneas. Si nos paramos a pensar un poco, la ventaja es de bastante más, pues en las versiones digitales (Internet y TV) el medio afín a la más que moderadísima izquierda es de pago, y no todos estamos dispuesto a rascarnos el bolsillo, y menos si es para oír, ver o leer algo que disienta de las versiones oficiales de los demás medios.
Esta pluralidad e independencia de medios que padecemos hoy en día, ya me la temía cuando era la derecha la que tanto la reclamaba. Pues bien, poco a poco lo han ido consiguiendo y ahí están plantados y, en ocasiones, quejándose todavía del poder del “Imperio del Monopolio”, o de “Don Jesús del Gran Poder”, como suelen llamar a Polanco algunos antiguos curas socialistas adeptos a la emisora episcopal.
Para salir de dudas sobre lo escrito hasta el momento se recomienda el poco recomendable ejercicio siguiente: escuchar por las mañanas a Antonio Blanco, a Federico Jiménez Losantos, a Luis del Olmo y, frente a ellos como alma en pena, a Iñaki Gabilondo ―todos ellos acompañados de su cohorte de tertulianos―. En idénticas, o peores, circunstancias puede repetirse el mismo ejercicio al mediodía, por la tarde y antes de irse a la cama, o cuando ya estemos en ella, los nombres varían pero las ideas son, si cabe, más contumaces. Una vez ejercitado el oído hagamos lo propio con la vista y leamos los editoriales, artículos de opinión e información política de los cuatro periódicos de difusión nacional; y, como remate, ejercítense vista y oído frente a la pantalla del televisor durante los informativos de las distintas cadenas nacionales (de los debates ni hablemos: “ahora no toca”). Si somos capaces de sobrevivir a tal actividad, supongo que estaremos de acuerdo en que la ventaja con la que parte la derecha es bastante desproporcionada; pero “eso no es nada comparado con la manipulación de los medios que hacían los socialistas”, nos dirán si nos atrevemos a insinuar tal cosa.
Vender la bondad del mío y la maldad del otro un día sí y otro también, llega a calar hasta en muchos de los que se creen impermeabilizados a estos aguaceros, cuánto más al que se enfrenta a ellos con la candidez del que se expone al orvallo pensando que no va a empaparse.
Si con esto no fuese bastante, también está la propaganda gubernamental para dar otro empujoncito (inconmensurable Zaplana), y además saldrán los empresarios a echarle una mano, o ese señor muy alto que dirige un sindicato, o el presidente socialista de alguna comunidad autónoma… es decir, que no se van a quedar sin apoyos para repetir otros cuatro años. Y si, por un casual, pudiera la muy moderada izquierda intentar formar gobierno, aún les queda el recurso puesto en práctica, con tan excelentes resultados, en la comunidad de Madrid... y a otra cosa, mariposa, que aquí no ha pasado nada.

Teodoro R. Martín de Molina. Enero-2004.