Balcón. Salvador Martín
LA GACETA DE GAUCÍN

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SOLIDARIDAD


Año nuevo, vida nueva. Este año he decidido ser solidario sin buscar más excusas para no serlo. Lo del chapapote me ha llegado al alma.

Son mucho los años de remordimiento que llevo encima por no haber socorrido al pobre indigente que en la esquina del casino me pidió una moneda, al tullido que en las escalinatas del hospital me ofrecía su mano para que depositase algo en ella, la inmigrante rumana que me vendía “La Farola” en la bocana del aparcamiento subterráneo, por lo que quisiera darle.

Por no echar nada en el cesto de limosnas que en todas las misas de los domingos pasan por delante de mi cara y yo miro para otro lado, por no ayudar con algo al que siempre espera en el cancel de la iglesia a la salida de la misma misa, por no poner un billete en el sobre del Domund, en el de Manos Unidas, en el del Día de la Iglesia Diocesana, en el de...

Por no apadrinar a un niño del Perú como me invita a hacerlo el presentador del concurso del mediodía en La 2, ni a una niña de Ecuador como me pide que lo haga la dicharachera presentadora del concurso de media tarde en Antena 3, ni a otro de Somalia, Etiopía, Guatemala, Nicaragua, India..., a los que otros tantos famosos me invitan a hacerlo.

Por no colaborar, ni hacerme socio de organizaciones que luchan contra la lepra en el mundo, contra las úlceras de..., de ninguna de las ONGs que abundan y proliferan, y se especializan en cada una de las causas posibles de las desgracias humanas y de las catástrofes naturales que, mire usted por donde, casi siempre suceden en los mismos lugares.

Por no llamar por teléfono haciendo mi aportación a los tele maratones que de cuando en cuando se organizan en las distintas televisiones, por no ingresar ni un mísero céntimo de euro en las cuentas bancarias que ponen a disposición de los telespectadores y oyentes, por no comprar nunca ni una entrada de la llamada fila cero.

Por todo ello y mucho más y sobre todo, como digo al principio, por lo del chapapote, he llegado a la conclusión que tengo que cambiar mi actitud y convertirme en un solidario militante: este año voy a solidarizarme con todo y con todos.

Siempre llevo en el bolsillo munición suficiente de monedas, para que nunca me falten a la hora de dar propina generosa al gorrilla aparcacoches, al niño de mocos caídos que te cruzas en el paso de peatones, al que te vende los pañuelos o las cerillas, al que te da la estampita en la que escrito en un perfecto castellano te hace ver su procedencia del este y las calamidades por las que está pasando él o ella, toda su familia y su país de origen, etc, etc, etc.

Cuando voy a misa, además de monedas tengo la prevención de llevar algún billete de veinte por si hay que colaborar con el día de algo.

Siempre que veo la tele tengo junto a mí papel y bolígrafo para que no se me pase apuntar el teléfono al que hay que llamar para apadrinar a un niño o hacerse socio de tal o cual organización. Cuando hay tele maratones llamó inmediatamente. Si se trata de la subasta de objetos que pertenecen a algún famoso pujo lo más que puedo y ya he conseguido gafas y corbatas de algunos de ellos. Antes de llamar por teléfono tengo preparada mi cartilla de ahorros para darle el número de cuenta a la señorita que me atiende, después de un buen rato y múltiples preguntas, al otro lado del hilo telefónico.

Llevo dos meses con esta actitud y mi conciencia me dice que voy por el camino correcto. Otra cosa es mi mujer: ella dice que con lo que tenemos en la cuenta no llegamos ni al día quince. Le digo que no se preocupe, que Dios nos ayudará.

Ella no sabe que yo sé que con lo que hay en la cuenta no es que no lleguemos al quince, es que no llegamos al diez. En los últimos días del mes ha llegado el cobro de todas las, suscripciones, donaciones y apadrinamientos, amén de los recibos del agua, teléfono, electricidad, préstamos... los gastos de tarjeta, que suponen un buen pico, y el gastillo diario que no es moco de pavo.

Tampoco sabe que yo, en un alarde de previsión, todas las semanas participo con un par de apuestas en el bonoloto, la primitiva, el gordo de la primitiva, el cupón de la Once, el cuponazo de los domingos, y un par de decimillos de la lotería nacional del jueves y del sábado. Hasta ahora no he tenido mucha suerte, pero todo se andará, ya me lleva tocando tres semanas seguidas el reintegro de la primitiva y la terminación del primer premio de la lotería del sábado: esto está al caer, ¡cuando seamos ricos vamos a ser más solidarios todavía! ¡Qué tranquilidad de espíritu!


Teodoro R. Martín de Molina. 2003