Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

Sin pudor

 

No es la primera vez, ni será la última, en la que los editorialistas y columnistas de los periódicos y los directores y contertulios de las radios afectos a la causa, tras proclamar día tras día su independencia, en el momento apropiado, sin el más mínimo pudor, piden el voto para los partidos de la derecha, fundamentalmente el PP que los engloba a todos, desde los más o menos moderados hasta los más exaltados y radicales de ellos, que no son pocos.

             Es lo que hay y no tiene vuelta de hoja. Por eso cuando a uno que defiende postulados radicalmente opuestos a todos esos medios le dicen que no es objetivo, lo único que le queda es esbozar una leve sonrisa y seguir en su línea de pensamiento sin importarle mucho el hecho de no formar parte de esa marabunta que parece dispuesta a arrasar con todo aquello que no sea su forma de entender el mundo, la política y el cómo salir de este embrollo en el que estamos metidos y del que no son responsables los gobiernos de turno, sino que bien sabemos quiénes son aunque parezcan inmateriales.

            No cabe duda que hoy en día el mundo, en general, se mueve a fuerza de propaganda. Las modas van y vienen según les interesa a los que conocen el tema del marketing y la publicidad. Y esto de la política no va a ser una excepción. Los creadores de opinión bien saben cómo ir enfocando los diversos asuntos que la actualidad va produciendo para, con arreglo a sus propósitos, ir haciendo ver al lector, oyente o espectador, el camino que en teoría debe seguir, porque, entre otras cosas según ellos, es el que reclama la mayoría. Y como dice el dicho popular “¿Dónde va Vicente?, donde va la gente”. Y allá como borreguitos todos nos debemos dejar guiar por la mayoría de los que piensan como ellos nos dicen que piensan.

            Así, durante las últimas dos legislaturas, los medios referidos se han empeñado en la tarea que siempre ha sido el leitmotiv de sus dueños: hacer que la derecha vuelva al poder de la forma que sea. En el 2008 no lo consiguieron. Tras la segunda derrota de Rajoy, estuvieron en un tris de arrojar la toalla y optar por otro candidato o candidata, este Rajoy les parecía un blandengue de tres al cuarto con pocas perspectivas de futuro halagüeño para los intereses ocultos de todos ellos. Por eso además de sacudir un día sí y otro también a la izquierda en el gobierno, no cejaban en su intento por desacreditar al Rajoy perdedor, a ellos sólo le gustan los ganadores, los que triunfan, y no cesaban de vapulearle continuamente.

            Desde el momento en el que Rajoy, mérito que hay que reconocerle, consiguió levantar el vuelo en contra de todos pronósticos, la estrategia volvió por donde solía y ya los palos eran siempre para los mismos de antes y las loas y halagos para el nuevo líder de la derecha y el conglomerado de acólitos y acólitas que le acompañaban.

            La crisis, las obligadas medidas adoptadas por el gobierno, y todo el ambiente en el que nos hemos estado desenvolviendo en estos últimos dos años no han sido más que el lubricante que le faltaba a la maquinaria propagandística de los medios de la derecha para llegar al estado de cosas actual. En el que en el día de reflexión la prensa de la derecha pide abiertamente el voto para el PP sin importarle lo más mínimo que su presunta objetividad quede totalmente desacreditada. Ellos a lo suyo y ya sabrán darle la vuelta a la tortilla para que sus incondicionales, que al parecer no son pocos, jamás pongan en cuestión ninguno de sus “objetivos” planteamientos, que no sé muy bien porque qué casual siempre van en la misma dirección: palos a unos y zanahorias a otros.

            Permitidme que hoy, día de reflexión, yo, también sin pudor, aunque a diferencia de ellos no pida el voto para nadie, manifieste que por nada del mundo me sumaría a este cambio que propugna la derecha de nuestro país y que apoyan personajes tan distinguidos, sectarios y reaccionarios como Jiménez Losantos, Ansón, Pedro José, Herrera, Carlos Dávila, el tal Sostre, Sánchez Dragó y un largo etcétera de periodistas, columnistas y tertulianos de pro, bien situados a la derecha de la derecha. Cada uno de los argumentos esgrimidos por ellos supone para mí la justificación que me hace rechazar con más fuerza aún la bondad del cambio que se nos avecina. Así que mañana, cuando me acerque a recoger mi papeleta de voto, me aseguraré bien de que mi mano se aleje cuanto más pueda de las opciones que tales formadores de opinión defienden con tanto ahínco y vehemencia.

            Aunque sea por llevarles la contraria, yo soy así de irracional, votaré a los que si por ellos fuera no sacarían ni un voto.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 19 de noviembre de 2011.

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