Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

REPOSICIÓN

 

Después de oír el veredicto del jurado “popular” sobre la no culpabilidad de Francisco Camps y de Ricardo Costa, la verdad es que se queda uno un poco atolondrado y sin saber muy bien en qué país vive y qué tipo de justicia es la que imparten los tribunales ya sean profesionales, populares o “populares”, como en este caso. No sabe uno muy bien si lo que han oído en la sala los miembros del jurado es lo mismo que todos los ciudadanos hemos oído a través de los distintos medios de comunicación, o ellos han pasado del asunto pues ya llevaban su decisión tomada antes de entrar en la sala de juicios y de poco o nada les han servido las horas de pruebas y más pruebas y, mucho menos, las de deliberación para llegar a la conclusión que da la impresión ya tenían preconcebida.

            Si al Sr. Camps se le ha quedado una cara de felicidad, viva imagen de “Forever Young” (la tienda que le regalaba los trajes, perdón, en la que se compraba sus trajes con el dinero de su mujer y el que le prestaba su escolta), por lo cual bien podría utilizarla la marca para darse publicidad, a los ciudadanos normales, esos que creemos tener un poquito de sentido común, al que tanto aluden los amigos de Camps&Cia, cuando quieren referirse a otros asuntos, se nos ha quedado una cara de memos que la verdad no sabemos cuándo recuperaremos la nuestra de todos los días, que tampoco es que ande muy alejada de la tal.

            Tras el jolgorio de toda la troupe pepera por la decisión de no culpabilidad para sus dos altos mandatarios valencianos, le queda a uno la pregunta de el por qué se declararían culpables los otros tres implicados en la misma causa. ¿Es que no les dijeron que esto era pan comido o es que les dijeron que se retiraran a tiempo para que no estorbasen a las dos figuras más significativas encausadas? Ellos lo sabrán, pero el hecho es que por la misma causa y con las mismas o parecidas pruebas tres personas se auto declararon culpables y aquellas dos que en el último momento decidieron retirar su declaración de culpabilidad, no sabremos nunca bien por qué, aunque nos lo imaginemos, han sido declaradas no culpables en el juicio desarrollado en estos últimos días. Enigmas de nuestra justicia, que algunos legos en la materia no llegamos a comprender.

            Pues si después de oír el fallo se queda uno perplejo, después de oír a la Sra. de Cospedal reivindicar la reposición de la honorabilidad de estos dos no culpables, sin hacer referencia alguna a los auto inculpados, o queriendo como pedir que seamos los demás los que les repongamos la honorabilidad y el buen nombre, se queda uno turulato del todo. ¿Es que acaso la mayoría de los ciudadanos que tengan la suerte de no verlo todo azul gaviota, pueden pensar que tales ciudadanos han tenido un comportamiento honorable en sus relaciones con los cabecillas de la trama Gürtel? Uno puede pensar en todo menos en eso que pretende la Sra. de Cospedal y todo su séquito.

            No obstante en las manos de los dirigentes del PP, empezando por Mariano Rajoy, está el reponer la honorabilidad de Camps y Costa, reponiéndolos en sus anteriores puestos y cargos. Así volveríamos a ver a Francisco Camps como Presidente de la Generalitat Valenciana, además de como diputado de las cortes valencianas, y si no que se lo lleve a Madrid y lo nombre ministro de cualquier cosa, seguro que él vale para todo, así lo tendrá a su lado, delante o detrás de él como proclamó a los cuatro vientos en su momento. Si de ministro no le pareciera bien, tras su magnífica gestión con las entidades financieras valencianas, lo podrían nombrar Gobernador del Banco de España, o tras ver la pluralidad que emanaba por todos sus poros la TV valenciana, bien que lo podrían designar Presidente del Consejo de Administración de RTVE, o, aún mejor, director de informativos, así todo quedaría honorablemente en casa. El propio Ruiz Gallardón, que ahora anda de reformas progresistas de la justicia, también podría nombrarlo fiscal General del Estado, o Fiscal Anticorrupción, cargo que le vendría como anillo al dedo, pues ya tienen mucho camino recorrido.

Por último, también entenderíamos todos que este pobre hombre que ha andado pidiendo dinero a su esposa y a un escolta para adquirir su vestuario, fuese repuesto en su honorabilidad con un fondo de armario acorde con su honorabilidad y su buen nombre, para ello una cuestación popular no estaría mal, aunque quizás si Urdangarín, Calatrava o Ecclestone le dieran un poquito, nada más que un poquito, de lo recibido a cambio de nada, ya tendría bastante para completar varios fondos de armario.

           Mucho me temo que nada de lo sugerido en estas líneas se atreverán los dirigentes populares a llevar a la práctica, probablemente, porque ni ellos mismos se creen lo que acaba de ocurrir y mucho menos lo que nos cuentan.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 26 de enero de 2012

 
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