Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"PRESENTES"

            Quizás yo sea un hombre seco y no sepa distinguir muy bien la cortesía de gestos de otro tipo y mayor calado. En la primera ocasión en que ostenté un cargo de responsabilidad dentro de la función pública, al poco de estar en él, me hube de enfrentar al primer, y último, intento de cohecho del que he sido objeto en mi vida profesional. Por fortuna fui ágil de reflejos y mi respuesta fue inmediata rechazando el “obsequio” del responsable de una de las empresas con las que tenía que tratar. Consistía en una botella de Chivas Regal y le pedí al interfecto que se la bebiese en compañía de quien estimase oportuno y que su valor –no llegaría a las dos mil pesetas de aquellos años– lo dedujese de la próxima factura. Evidentemente no se dio el caso, pero el tal empresario no vio aumentado, si acaso mermado, el volumen de facturación con el centro del cual yo era responsable. Sin el whisky en mi cuerpo pude seguir discurriendo fríamente sobre lo que más convenía a los escasos pero honrados intereses del colegio.
    Dicen los amantes de lo fácil que todos tenemos un precio, quizás el mío no fuese el de la mencionada botella, pero me alegro de que ella me enseñara a no entrar al señuelo de un “inocente” regalo y la carga que su aceptación puede suponer para la tranquilidad de tu conciencia. Pienso que aquel que los acepta siempre mantendrá la duda a la hora de actuar, pues no sabrá muy bien si lo hace “presionado” o no por lo recibido, sobre todo y en especial cuando se trata de alguien que desempeña una función pública, pues en lo privado, sin dejar de tener su regustillo un tanto inmoral, aplicable es el “ancha es Castilla” que nos refiere el refranero español.
    Si a estos niveles de tan escasa repercusión y trascendencia se dan casos de este tipo, qué decir de lo que puede ocurrir en otras esferas.
    La compra de voluntades por medio de presentes hechos de un modo más o menos subrepticio es algo tan viejo como la vida misma, lo extraño es que aquel que es sorprendido in fraganti, se sorprenda de ello y quiera hacernos ver a los demás que en su caso en particular nada tiene que ver con la evidencia sino que todo consiste en una estratagema de todos contra él.
    A tenor de lo investigado por el juez Garzón, y reflejado en algunos medios, en lo referente a la trama del caso Correa, este sujeto y sus adláteres, como en los mejores tiempos de nuestra pasada historia, utilizaban la dádiva en metálico o en especie como forma de conseguir los favores de las administraciones públicas gobernadas por un determinado partido político en la comunidad de Madrid y en la de Valencia, y con ramificaciones en el resto del estado, desde Estepona a Santiago. Parece que nadie, incluso en su propio partido, dan un duro por los implicados en la comunidad madrileña, visto lo visto respecto a las dimisiones y suspensiones de militancia, pero en cuanto a la comunidad valenciana se resisten a claudicar y se defienden, sin ningún argumento válido, pero se defienden como gatos panza arriba proclamando la inocencia del President de la Generalitat pero no aportando la más mínima prueba de que los que hablan del cohecho mientan, más al contrario sus ataques a estos últimos: jueces, policías, medios e implicados, dan la sensación de que están en una contraofensiva, en una huída hacia delante que tarde o temprano terminará pasándole factura. Facturas de otro tipo es lo que necesitarían, y que si se tuvieran, fácil sería el mostrarlas y acabar con el entuerto.
    Por otro lado es lógica su postura pues está claro que si se reconociera lo anterior no cabe duda de que quedaría tocado el propio jefe de la oposición, pues no en vano uno de sus principales valedores en el pasado congreso nacional fue el presidente valenciano.
    Todo este affaire de los trajes me trae a la memoria lo acaecido a la difunta Pilar Miró que se vio obligada a dimitir de su puesto de Directora de RTVE por comprar de forma legal y con facturas reales unos trajes o abrigos para su vestuario como directora del ente. En aquel caso la oposición fue a degüello e incluso algunos de su propio partido no les fueron a la zaga.
    Con este caso del fondo de armario del señor Camps –sin entrar en los Jaguares o en los cientos de miles de euros de otros–, una vez más se demuestra la doble vara de medir de algunos y la desvergüenza, descaro y falsedad en muchos de sus planteamientos a nivel individual o general. 
    Esto no ha hecho más que empezar, permaneceremos atentos a lo que el tiempo y las pruebas vayan dando de sí, aunque para nada espero que todos estos turbios asuntos influyan en los votantes de la derecha a la hora de depositar el voto en futuros eventos electorales. Ellos son así de puros.

Teodoro R. Martín de Molina. Marzo de 2009.
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