Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

 

Presente, pasado y futuro

 

Me gusta la política, qué digo me gusta, me encanta. Pero nunca he militado en ningún partido político por dos motivos fundamentales: no sé si sería capaz de dedicarme en cuerpo y alma a la labor, como creo que debe de ser,  y no me encontraría cómodo teniendo que decir amén a todas y cada una de las propuestas del partido en el que militara. Así que siempre me quedé con las ganas, algo de lo que tampoco me arrepiento mucho visto lo visto y el crédito que para el pueblo en general tiene la clase política.

            Toda esta introducción viene a cuento de las últimas actuaciones de Izquierda Unida, muchos de cuyos representantes, en estos momentos, bien harían en abandonar la formación si no son capaces de aceptar las directrices de la cúpula dirigente de la coalición, a nos ser que les encante, al más puro estilo Rosa Díez, eso de hacer de mosca cojonera en contra de los que, al menos en teoría, se encuentran ideológicamente más cerca de ellos. Sobre esto voy a tratar de disparatar en los párrafos que sigan, y que guarda estrecha relación con el título del escrito.

            En estos últimos tiempos y a tenor de lo que hemos visto en los comportamientos de algunas agrupaciones territoriales del partido español más a la izquierda –al menos eso se le supone o suponía–, sus actuaciones me llevan a plantearme seriamente que sentido tiene el voto que muchos electores depositan en las urnas con la papeleta de IU. Yo, si fuese votante de esta formación, me sentiría enormemente defraudado con la actitud de dirigentes, cargos electos y militantes de la coalición de izquierdas tras ver como se abstienen en Extremadura para dejar el gobierno en manos del PP, el partido español más a la derecha –y cada día más, a pesar de los guiños de Monago&Cia–, o actúan de modo parecido en la diputación foral de Álava, o en otros muchos municipios de toda la geografía española, fundamentalmente de Andalucía donde parece que la inquina de los comunistas para con los socialistas no tiene visos de concluir nunca.

            IU que se presenta a los españoles como la opción de izquierdas para los decepcionados de los socialistas, resulta que ahora usa esos votos para favorecer gobiernos de la derecha: que me lo expliquen. En muchas ocasiones y vistos casos como el de mi pueblo, sin ir más lejos, en cuya lista no iba ni un solo militante de la coalición, todos eran independientes, me da la impresión de que el único propósito de la coalición era la de fastidiar a los socialistas allá donde ello fuese posible, para lo cual no dudaron en prestar sus siglas a quien hiciera falta a sabiendas de que su único propósito era dificultar los gobiernos socialistas y, por ende, favorecer los de la derecha, como así ha sucedido en las pasadas elecciones municipales y autonómicas.

            No cabe duda de que los principales responsables de la debacle socialista, como decía el propio Fernández Vara, son ellos mismos, si no directamente sí por la corriente de opinión a nivel nacional que arrasaba cualquier gestión por muy buena que hubiese sido, salvo contadas excepciones. No es cuestión de culpar a los dirigentes y votantes de IU de los resultados obtenidos por los socialistas, pero sí hay que responsabilizarlos ahora de las decisiones tomadas en pro de favorecer los gobiernos de las derechas en detrimento de los de izquierdas cuando ello hubiese sido posible.

            Pero esto que ocurre ahora no nos viene de sorpresa. Ya tuvimos en el pasado ejemplos más que claros del mismo tipo de actuación. Ya conocimos de las simpatías de los señores Julio Anguita, Luís Carlos Rejón y Antonio Romero para con los socialistas españoles, andaluces y malagueños, y de los resultados de las mismas. Si bien es verdad que los intentos de los dos primeros, con sus famosas pinzas en España y Andalucía con Aznar y Arenas respectivamente, no fructificaron de inmediato, en el ayuntamiento de Málaga el apoyo de Romero, el de la COPE, a la televisiva Celia Villalobos conllevó la pérdida del poder de las izquierdas en Málaga desde ese momento y el descrédito del dicharachero Antonio para siempre: él se hundió pero se llevó por delante todo lo que pudo y más. Después Anguita y Rejón también recogerían sus frutos en forma de merma estrepitosa de escaños de la formación en el congreso de la nación y en el parlamento andaluz.

            Y aquí estamos esperando el futuro, que desde mi punto de vista no va a serle mucho más halagüeño a la coalición de izquierdas. Pagarán, seguro que pagarán, todos sus disparates postelectorales y veremos el número de diputados que van a conseguir en las próximas elecciones nacionales y autonómicas.

            Para algunos el tiempo no pasa y rectificar no es de sabios, pero, como dicen en mi pueblo: "Que con su pan se lo coman".

Teodoro R. Martín de Molina. 8 de julio de 2011

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