Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Palabras

Lo de "al pan, pan y al vino, vino", ya hace tiempo que en España se ha cambiado por las metonimias de todos conocidas (barra, baguette, chapata, etc, referido al pan, o Rioja, Rueda, Ribera o Jerez, por ejemplo, cuando nos referimos al vino). Está claro que esta figura retórica está siendo ampliamente superada por los señores del PP en el uso de nuestra lengua. Más allá de las figuras literarias hubo una época en el que las palabras tenían un valor y significado determinados. Hoy parece que eso no es así y que ni el valor que se le suponía a la palabra dada, ni el significado de las palabras usadas tienen nada que ver con aquello que teníamos por cierto.
   No tengo ya cabeza como para recordar tantas y tantas cosas como he oído decir a los actuales gobernantes de este país, para poder ir sacando uno a uno los incumplimientos de palabras que nos habían dado. Los famosos “donde dije digo…”, proliferan por doquier dentro de la red. Son tantos y tan diversos, desde la no subida de impuestos hasta los no recortes en sanidad y educación, que resultaría prolija la relación de los mismos a pesar del corto espacio de tiempo que llevan en el gobierno. También me cuesta trabajo hacer una recopilación de la desvirtuación de los significados de muchas de las palabras que suelen utilizar con el único fin de presentar la realidad desde su particular visión de los hechos y no desde lo que hasta el menos sagaz de los españolitos percibe con sus ojos y oídos.
   El sábado, antes de la comparecencia del ministro de Economía, ya era previsible lo que el buen señor nos iba a tratar de vender. En verdad no nos equivocamos y pronto llegamos a la conclusión que sólo los que pensamos mal y le deseamos el mayor de los males a este gobierno y al país que dice gobernar, somos lo que vemos la grave situación a la que nos han conducido con sus componendas e improvisaciones de última hora los responsables económicos de este gobierno, aunque como de nuevo nos recordó el Presidente el domingo por la mañana, la culpa es de los otros, de los que no hicieron lo que debían cuando lo tenían que haber hecho, faltara más. Después nos vendió el éxito personal y de su gobierno en la operación del sábado, para a continuación decirnos que, tras dejarlo todo "resuelto", se marchaba a Polonia porque le daba la gana y además haciendo un gran sacrificio pues se iba a perder el triunfo de Nadal. ¡Tiene bemoles la cosa!
   Bien, dejándonos de disquisiciones sobre las comparecencias de ministro y presidente, por todos archiconocidas, volvamos al inicio de este comentario. Si recapacitamos un poco, pronto nos daremos cuenta de que es evidente que el valor y el significado de palabras como soberanía, responsabilidad, credibilidad, confianza, transparencia, información, coordinación, seriedad, rigor, fiabilidad, competencia, consenso, lealtad, etcétera, en nada se parecen a lo que eran para ellos hace unos pocos meses y a lo que hoy en día son.
   El compulsivo afán por cambiar, dulcificar los vocablos con eufemismos que a nadie, si no es a ellos mismos, pueden engañar, se ha convertido en el deporte favorito de los dirigentes populares que todos los días andan martilleándonos con palabras que nada tienen que ver ni en su origen ni en su aplicación con lo que ellos pretenden hacernos creer. Así vemos cómo nos hablan de reformas cuando deberían de decir recortes, tasa negativa de crecimiento, cuando se refieren a la recesión, ticket moderador cuando hablan de copago, regularización de activos y otros conceptos varios para referirse a la amnistía fiscal, optimización de recursos cuando lo que persiguen es la privatización de lo público, hasta llegar a esto último del préstamo o apoyo financiero a la banca cuando nos hablan del rescate impuesto por la presión de la UE que será la que dirigirá a partir de ahora nuestras entidades financieras, algo que también nos lo presentan como un gran triunfo de la “presión” ejercida por nuestro gobierno con su presidente a la cabeza para que nos hagan el favor de rescatarnos.
   Menos mal que el gobierno sabe a dónde va, lo que tiene que hacer y cuenta con el apoyo, la comprensión, el beneplácito, el comportamiento ejemplar y la madurez del pueblo español, como nos recordó el Sr. Rajoy en su vergonzosa comparecencia del pasado domingo.
  Creo yo que cuando decía todos esos piropos referidos al pueblo español, para sus adentros se estaba riendo de todos nosotros a los que nos considera poco menos que cretinos, estúpidos e imbéciles hasta casi conseguir los niveles que él y la mayoría de sus ministros han alcanzado en tan corto espacio de tiempo en el gobierno. Y se reían de Zapatero, de Pepiño, de Moratinos o de Bibiana. Estos sujetos que actualmente dicen que nos gobiernan, terminarán por hacer que hasta El Mundo, ABC y La Razón santifiquen a los socialistas tan denostados por todos ellos.
   El sábado, de Guindos nos quiso vender la moto y el domingo, Rajoy un fórmula uno. Nosotros, como pánfilos, asistimos medio narcotizados a tan deprimente representación sin rechistar.
   Pues, que siga el espectáculo, veremos dónde paramos.
  

Teodoro R. Martín de Molina. 11 de junio de 2012

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