Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

 

Otra de medios

 

Hace ya muchos, muchos años que no sintonizo la emisora de los obispos. Después dejé de sintonizar el “Protagonistas” de Luis del Olmo para, más adelante, hastiado de la chulería del Sr. Herrera y de sus tan manifiestas filias y fobias, borré de mi dial la frecuencia de Onda Cero. Todas estas emisoras las solía compartir, por junto o por separado, con la cadena SER con la finalidad de contrastar opiniones para formarme la mía propia, hasta el momento en el que me di cuenta de que todo lo que dijeran en aquellas sobre cualquier asunto del tipo que fuese era tan previsible que comencé a considerar no necesario el hecho de prestar atención a sus “deformadores” de opinión.  Así me quedé con mi SER de toda la vida, aquella que desde las radio novelas de los años sesenta me llevó por la senda de Hora 25 y la mayoría de sus programas informativos a formarme una idea de lo que era la radio independiente de la que, más o menos, podía uno fiarse aunque después tuviese tú que cribar lo oído y darle tu particular toque para no decir amén a todo lo que salía de sus ondas.

Esta cadena, tan denostada por todos los que apenas la han oído, parece haberse convertido en el trampolín de lanzamiento para ministros y otros altos cargos de las administraciones del PP. No en vano podemos afirmar que en el actual Consejo de Ministros se sientan dos contertulios de la misma (José Ignacio Wert, de “Hoy por hoy” y Jorge Fernández de “La Ventana”), así como el Secretario de Estado de Cultura José Mª Lasalle (A vivir que son dos días). Esto demuestra que en todas las tertulias y programas de la SER al menos existe una voz discrepante, que no es poco para lo que se estila en las demás, y por los resultados vistos tras las últimas elecciones, algunas de muy altos vuelos.

Este hecho y otros anteriores, como el nombramiento de González Ferrari, por entonces director de Hora 14, como Director de RTVE en el primer mandato de Aznar, parece haber dado alas a algunos de los más destacados presentadores de la cadena (léase Francino) para ir suavizando sus planteamientos hasta llegar a posicionarse en un punto en el que se le va viendo el plumero en demasía, entre otras cosas porque no deja de enseñar la patita con más frecuencia de la acostumbrada. Algunos hacen todos los días oposiciones, que no oposición, para ver si se acuerdan de ellos en el momento de elegir a los futuros responsables de los distintos medios de comunicación públicos que deben de estar al caer.

Así que, si pierdo la confianza en aquellos en los que siempre la he tenido ¿qué me queda? La desesperanza más absoluta. A no ser que me refugie, mientras dure, en esos medios públicos a los que ya empiezan a fustigar los de siempre, lo cual los carga de razón para poder seguir pensando que lo están haciendo bien.

Y si éste es el panorama de la radio, ¿qué decir de los de la tele y la prensa? Se acabaron los informativos y tertulias de CNN plus, igual le pasó a los de Cuatro, dentro de poco le ocurrirá lo mismo a los de la Sexta, todos ellos absorbidos por las dos grandes cadenas privadas al servicio de los de siempre, de quién si no, que nos seguirán ofreciendo sus opiáceos en forma de detritus sobre detritus hasta que la montaña alcance tales proporciones que nos engulla a todos juntos dejándonos narcotizados por siempre.

De la prensa, ya sabemos. Anteayer desapareció la versión en papel de Público, el único diario que mantenía una cierta línea de izquierdas y enfrentada al poder de los poderes fácticos. Veremos en qué queda su versión digital en la que por momentos algunos nos podamos asomar para leer algo en consonancia con nuestra forma de ver el mundo. Espero que no se pierdan esos personajes tan agudos de sus diarias viñetas, ni la variedad de blogs, sobre todo aquellos en las que sus autores en pocas líneas reflejaban tan bien el sentir de muchos de los que no comulgamos con las ruedas de molino de la prensa “oficial”, que dispone de una mayoría mucho más absoluta que la del partido del gobierno.

El día en el que el País claudique del todo y la cadena SER se convierta, además de trampolín, en vivero de gobernantes peperos, podremos sintonizar cualquier emisora a las doce del mediodía para escuchar el Ángelus y dos horas y media más tarde para oír “El Parte”; el Alcázar y Pueblo no hará falta que regresen, ya los tenemos aquí con otros nombres en sus cabeceras pero con idénticos contenidos. ABC, inamovible, se mantendrá como siempre apoyando a Quiepo, a la monarquía y a todos sus adláteres.

Aterrador panorama, si Dios no lo remedia.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 26 de febrero de 2012

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