Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

No iban tan lejos

 

De entre las muchas frases típicas y chascarrillos que se suelen decir a lo largo de una partida de dominó (recuerdo aquellas memorables partidas en el bar de Chiquilitré, retomadas después en las tardes de verano alpujarreño), en estos momentos me viene a la memoria aquella de: “No iban tan lejos los que huían”,  que se solía decir en el momento de alcanzar en el tanteo a los contrarios que llevaban una diferencia tal que parecían inalcanzables.

            Si echamos manos del refranero también está aquel tan manido en los ámbitos deportivos referido a que no se debe vender la piel del oso antes de cazarlo, cuando se da como favorito a un contrincante sobre otro al que se le presupone cierta debilidad frente a su oponente.

Cualquiera de esas dos populares reflexiones, seguro que con otras muchas más que nos pasan por la mente, vienen al caso con los resultados de ayer en la que aquellos que ya se las prometían tan felices se han quedado con cara de póker, mientras que aquellos otros por los que no se daba ni un ochavo han respirado con ciertas dosis de satisfacción. Una y otra actitud, visto lo visto, parecen de lo más lógico.

Llevaban más de un año, desde las últimas municipales y arreciando durante la campaña electoral, dando por descontado el triunfo absoluto del PP y la hecatombe socialista, de acuerdo con sus propios deseos sin tener para nada en cuenta los deseos del pueblo andaluz, con el que parece que sólo cuentan para insultarlo por esas sus tendencias tan extrañas para la mayoría de los observadores de la cosa política de un determinado bando.

En este sentido no es baladí pensar que en demasiadas ocasiones un sector de la prensa y de las empresas demoscópicas tratan de influir en los votantes a base de machacarlos con datos y más datos en favor de la opción política que mejor representa sus intereses y los de aquellos que están detrás de ellos. Pero hay ocasiones en las que los derrotados por las encuestas, partidos y sus electores, no siempre caen en el desánimo o en la fatalidad y no se dan por vencidos, mientras que los presuntos vencedores se ven tan sobrados que parecen que vayan a ganar con sólo desearlo.

En estas elecciones andaluzas, además de ganar y perder todos los partidos políticos, algo habitual en el día después de cualquier cita electoral, lo que sí podemos constatar es el rotundo fracaso de todos los medios, con sus editorialistas y columnistas mil a la cabeza, junto a los responsables de las empresas encargas de realizar las encuestas, que con tanta insistencia daban por hecha la victoria aplastante de unos, los suyos, y la derrota apabullante de otros, sus contrarios, por no decir enemigos.

Me alegra sobremanera que los andaluces hayamos sido capaces, no ya de parar la marea azul evitando el poder omnímodo de la derecha, que también y mucho, sino de dar en las narices a todos aquellos plumillas y micrófonos que no han parado durante todo este tiempo, como durante todo el período democrático, de zaherir al pueblo andaluz tratándolo como menor de edad, cuando no como analfabeto, subsidiado, servil, sumiso, y demás lindezas. Ha sido el método utilizado por la derecha española y por todos los medios que la defienden y sustentan con tanta vehemencia y falta de escrúpulos, sin hacer el más mínimo caso a la ética periodística, para tratar de teledirigir el voto andaluz. Nos han insultado tanto y a lo largo de tanto tiempo que, de algún modo, en esta ocasión la mayoría ha reaccionado incluso dando más protagonismo a la izquierda, girando un poco más hacia ella.

Esperemos que se tranquilicen un poco, nos dejen en paz y permitan que aquellos a los que los andaluces les hemos dado la responsabilidad de gobernarnos durante los próximos cuatro años, lleven a cabo las políticas que de verdad nos distingan, para más inri de todos ellos, del resto de las comunidades en las que la derecha está llevando recortes en los sectores más sensibles. Esperemos también que el gobierno central no repita lo que ya hizo el del ínclito Aznar, castigando a todo el pueblo andaluz poniendo zancadillas y trabas a todo lo que tenga que ver con el bien de nuestra tierra y de sus ciudadanos. Que, porque no votemos lo mismo que votan otros, no seamos discriminados una vez más como por costumbre ha sucedido siempre que el gobierno central ha sido de derechas.

No es nada fácil la tarea que le espera al nuevo gobierno andaluz pero esperemos que tengan imaginación y capacidad para no defraudar a los que de nuevo hemos depositado nuestra confianza en ellos. Que sus políticas favorezcan a los más necesitados y que su gestión sea transparente e impoluta, erradicando cualquier atisbo de corrupción por mínimo que sea. Queremos un gobierno del que sentirnos orgullosos y al que podamos defender ante cualquiera de los muchos ataques que, por los de siempre, como siempre y por desgracia, no cesarán desde el primer minuto.

El esfuerzo para alcanzar a los que huían no ha sido pequeño, pero creo que ha merecido la pena, aunque sólo haya sido por ver algunas caras. Es deseable que este esfuerzo continúe y no se desvanezca como una ola al alcanzar la orilla.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 26 de marzo de 2012

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