NIÑO DEL CASTILLO
Bajaba el castillo empinado un niño descalzo, solitario, imagen de candor, hermosura divina. Los pájaros trinaban, flores a su paso se abrían. Inclinaban sus pétalos, cantaban su canción litúrgica de amor. Los frutos saldrán: chumberas, higueras, melocotones brindaban aquí; tejerán las abejas su panal de rica miel dorado, meloso, ambarino, dulcísimo. Los montes azulados teñían los campos, un paraíso único en la tierra pintado por la mano de Dios y contemplando las pupilas del pastorcillo errante, detrás de sus ovejas y corderillos. ¡Bendito seas y bienvenido a este mundo cruel y desértico de sentimientos humanos! Donde el hombre crea la inseguridad, muertes, llantos, guerras. Los ojos dulces del tiempo ermitaño brillan en la tarde somnolienta, próximo el festejo en honor de San Juan y del santo más querido y pequeño de todos los niños buenos del camino en la vida eterna de su frágil figura. Nota. Éste y los demás trabajos de nuestra paisana Ana Mª del Carmen Corbacho Jiménez, que publicamos en la sección "Colaboraciones" de La Gaceta de Gaucín, se los debemos a la amabilidad de su hijo Ricardo Gálvez Corbacho que periódicamente se pone en contacto con nosotros para enviarnos los sentidos poemas y relatos de su madre. |