LA GACETA DE GAUCÍN
MOVIMIENTOS PELIGROSOS.
De casi nada entiendo y, por lo tanto, con la boca
cerrada y las manos en los bolsillos, probablemente, estaría más
bonito. Pero qué queréis: tengo necesidad de decir lo que siento
aunque ello conlleve, en más ocasiones de las deseadas, una metedura
de pata por “meterme en camisas de once varas”, como puede ser el caso.
Este “maestro liendre que de todo sabe y de nada entiende”,
no puede, por el momento, dejar de expresar su opinión; y ya lo hago
en menos ocasiones de las que quisiera. Pero esto de sentarse, ponerse a pensar,
darle vueltas y vueltas a un asunto que te preocupa, lleva su tiempo y no
siempre estamos dispuestos, o podemos emplearlo en ello.
Todo lo anterior viene a colación de las últimas
actuaciones de las más altas instancias de la judicatura española,
las cuales despiden un tufillo a dirigismo gubernamental, apoyado por el
leal partido de la oposición, que no me gusta ni un pelo.
Desde “el juez Campeador” (así lo llama el periodista Miguel
Ángel Aguilar), a los componentes de las cúpulas del Supremo,
Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial, amén del
Fiscal General, que más parece “acólito” que Cardenal, todos,
miren qué casualidad, en cada uno de sus autos y opiniones se posicionan,
de forma casi mimética, al lado de las posturas gubernamentales. Lo
perverso sería que ese mimetismo se trasladara a toda la sociedad,
por eso quiero opinar.
Las últimas sentencias, apelaciones y resoluciones definitivas
referentes a las candidaturas presentadas por los “exbatasunos”... dan la
impresión de lo antes expuesto.
Por mucho que lo diga el Constitucional, a mí me parece
que se está obligando amuchas personas, que no son terroristas ni
apoyan al terrorismo, a que cambien el signo de su voto o a que, simplemente,
no emitan su opinión en las urnas: el momento culmen de la democracia,
según las lecciones que recibimos todos los días de los “demócratas
de toda la vida”, los “constitucionalistas de siempre” (que les interesa).
Esos que sólo condenan lo que les es ajeno y siempre anatematizan
al que no se pone a su lado.
Si no se permiten las candidaturas en las que aparezca algún
miembro de las antiguas candidaturas abertzales ¿qué podríamos
haber dicho de aquellas en las que aparecieron Tejero y sus amigos, los singulares
Ruiz Mateos y Jesús Gil, don Blas Piñar...? Incluso si miramos
en las listas actuales, aún se nos cuela por ahí algún
exministro que sirvió durante tantos años, y con tan buen
provecho, a la dictadura franquista, que siempre condenó el terrorismo
pero que nunca condenó esa dictadura (se condenaría a sí
mismo). ¿Será su doctrina sobre el mejor estado de un terrorista
la que se imponga? Bueno, ya que hablamos de terroristas: metamos en el mismo
saco a los nacionalistas del peeneuve y a todo aquél que ose, siquiera,
opinar en contra de sus postulados... “Todo lo que vuela, a la cazuela”.
Mucho me temo que aquellos que dicen defender la democracia,
le estén haciendo un flaco favor con éstas, y otras actitudes
en las que se camina por el filito de la legalidad constitucional y se toma
el rábano por las hojas para conseguir el fin perseguido que,
en mi opinión, no es intrínsicamente acabar con el terrorismo,
sino domeñar a los vascos, algo que mucho dudo puedan conseguir con
estos modos y estas maneras.
Teodoro R. Martín de Molina. Mayo, 2003.