El Castillo de Gaucín y la Sierra de Casares. www.serraniaderonda.com

LA GACETA DE GAUCÍN

opinión   inicio    narrativa    romances   mis alumnos  encuesta   enlaces   libro visitas  contactar  presentación

COLABORACIONES
ME PIDO PRIME
 

       El referéndum sobre la Constitución Europea en España ha abierto nuevos capítulos en el enfrentamiento y acoso constante que el Partido Popular mantiene sobre el Gobierno, y también sobre los contraataques defensivos que los Zapatero's Boys efectúan contra las líneas de los centristas de extrema derecha. Ya la misma noche del proceso consultivo, antes incluso que se comenzaran a conocer los resultados oficiales y cuando era patente la baja participación ciudadana ante las urnas, los señores del centrismo extraconservador, largo y con leche, iniciaron un ataque con casi todo lo que tenían a mano contra el Ejecutivo, al que culparon de la poca participación por haber planteado el referéndum en la fecha en la que lo planteó, por no haber motivado suficientemente a los españoles para acudir a las urnas y por no haber logrado llevar una información comprensible al ciudadano. No les faltaba razón.
       Por su parte, los señores del Gobierno de la nación, respondían a estos ataques sibilinos argumentando que el índice de participación había sido similar al de otras convocatorias europeas, que al españolito medio y de a pie, se la trae floja Europa, por muy europeista que se sea, que el Partido Popular, a pesar de hacer campaña en favor del sí, en realidad deseaba y buscaba el no, o la abstención, ya que había planteado este referéndum como un plebiscito a Rodríguez Zapatero, y que eso se dejó notar en las urnas, en aquellas zonas que son normalmente cultivo de votos de la derecha. Que los líderes políticos peperos habían incurrido, durante la campaña en favor del sí, en contradicciones y mentiras que estaban encaminadas a confundir a los españoles, y todo ello porque se encontraban ante el dilema de pedir el no, como les pedía el cuerpo, o hacer campaña en favor del sí, como les pedían y obligaban sus socios europeos. Por lo que, en la ceremonia de la confusión permanente que tienen desde que perdieron unas elecciones que daban por ganadas, optaron por encauzarse por el camino del medio. No les faltaba razón.
       Lo importante, lo que a todos nos interesaba, qué repercusiones va a tener ese sí mayoritario del pueblo español a la Constitución Europea que, a pesar  de la baja participación, legitima sin lugar a dudas el resultado; para nuestra vida y para nuestro país, pues mire usted, seguimos sin saberlo, ni antes, ni después del proceso consultivo nadie, ni del PP, ni del PSOE, ni el nuncio de su Santidad, nos ha venido a explicar nada. Los que votamos que sí, teníamos unas razones, aunque la mayoría, por no decir todos, desconocíamos en su integridad el texto constitucional, los que votaron que no, también tenían poderosas razones para hacerlo y también desconocían el texto de la magna carta europea. Y los que no fueron a votar y se quedaron en casita o se fueron al bar de guardia más próximo pues también tenían sus razones para obrar de esa forma. A ninguno nos faltó la razón.
     Ahora con el respaldo del pueblo español a la Constitución Europea, los líderes de muchas naciones del viejo y contradictorio continente han respirado desahogados y  felices. Nunca antes, como español, había tenido la sensación tan clara de ser europeo, coño, que si llega a salir el no en Spain, se arma la  de Dios es Cristo y María su mamá  en  toda Europa, ahora resulta que somos importantes, es la leche. Y mis representantes y quienes no me representan en absoluto, en lugar de felicitarse por que al fin tenemos un peso específico, aunque sólo sea temporal, en Europa y que, por fin, podemos decir y creérnoslo que somos europeos. En lugar de montar una fiesta conjunta y venir henchidos de alegría a explicarme en qué la he cagado o en qué me he cubierto de gloria, en lugar de eso se ponen a tirarse los trastos a la cabeza, por atribuirse el mérito de haber ganado en las urnas, y endosarle el muerto del fracaso al contrario.
      La mala leche y la frustración de unos, y la ineptitud de los otros, me tienen huérfano de orgullo patrio, por eso voté que sí, qué coño, porque quiero ser europeo de verdad, porque espero que  éste sea el primer paso para que esa criatura que se llama Estados Unidos de Europa, empiece a andar, porque para ser "estadoeuropeista", me pido prime.

José Miguel Montalbán.