"EL LEGADO BUSH"
Si al señor Bush se le pudiese aplicar la parábola de los talentos ¿a qué tipo de siervo representaría?, ¿qué le diría su señor? No creo que en él se pueda ver reflejado ninguno de los recogidos en la parábola, pues los talentos que se le dieron al comienzo de su primer mandato fueron muchos más que al que más se le dio y los que entrega cuando se marcha son muchos menos que al que menos se le entregó. Ni tan siquiera devuelve lo que le recibió, bien al contrario la merma es palpable en cualquiera de los aspectos de su política que nos pongamos a analizar. Llegó a la presidencia de los E.E.U.U. del modo en que llegó, recontando y recontando votos en el estado gobernado por su hermano, y se va de la misma con el índice más bajo de popularidad que nunca haya tenido un presidente estadounidense, bien está que ha hecho méritos más que suficientes para ello. En "Fahrenheit 9/11", el cineasta americano Michael Moore, nos presentaba una sinopsis de lo que ha sido el gobierno del mundo durante los ocho años de mandato de Bush, los intereses a los que ha representado y el modo de actuar de acuerdo con dichos intereses y no con los del pueblo americano o con los de todo el mundo al que dice haber defendido de no sabemos muy bien qué enemigos. Hoy, cuando ya es presidente en funciones, el mundo es mucho más inseguro que cuando accedió al poder. Ha dado argumentos, con sus actuaciones, a los fundamentalistas para perpetrar tantos y tantos atentados a lo largo y ancho del mundo. En los Estados Unidos no se volvieron a producir más pero ¿qué ha pasado en el resto del mundo?, ¿cuántas personas inocentes han perecido víctimas del radicalismo islámico alimentado por su política de enfrentamiento? De la mano de la supuesta lucha contra el terrorismo, ha dedicado gran parte del período de su mandato a cercenar las libertades y los derechos de todos los ciudadanos del mundo en aras de una presunta defensa de la seguridad. Ha prevalecido el derecho a ésta sobre el de la libertad, y a su amparo se han dado casos como los vuelos secretos de la CIA para detener y transportar a los, por ellos, considerados terroristas en cualquier parte del mundo. Ha conculcado los más elementales derechos de las personas con la vergüenza de Guantánamo habiendo transgredido, cuando no manipulado, para tal fin las leyes nacionales e internacionales que se cruzaban en su camino y en sus intenciones. Siete años buscando a Bin Laden y a sus secuaces, y los resultados saltan a la vista en la interminable guerra de Afganistán. Ha manipulado los organismos internacionales y ha dejado a las Naciones Unidas representando el triste papel del convidado de piedra, en el sentido estricto y no literario de la expresión. Obvió todo, y a todos, los que no mostraban sumisión a sus tesis y, apoyado por los comparsas de turno que sólo pretendían estar al lado del “gran amigo”, ha hecho y deshecho a su antojo y a su buen entender, que como es bien palpable poco ha tenido de bueno. Fruto de todo ello la ilegal, injusta e innecesaria guerra de Irak. No ha solucionado ninguno de los conflictos en los que trató de intermediar. Como ejemplo citar el problema de Oriente Medio, que ahí queda en lo que parece una tragedia sin fin para el pueblo palestino ante la impasible mirada de la comunidad internacional. Su famosa “hoja de ruta” debió de mojarse al desplegarla sobre la mesa de negociaciones y ha quedado en eso: en papel mojado. En su propio país ocupa lugar destacado su política de inmigración con la construcción de muros que separen las fronteras del sur, y el intento de crear una subclase de trabajadores inmigrantes baratos que nunca tendrían derecho al voto y que jamás se podrían integrar en la sociedad americana, rompiendo con la esencia de los ideales americanos de toda su corta historia. Mientras se preocupaba de la inmigrantes, se olvidaba de los banqueros y pasaba por alto el tema de las hipotecas basuras y el control de todo el sistema financiero norteamericano que ha supuesto una de las crisis económicas más graves de la historia sólo comparable al crack del año 29 y que le ha costado al contribuyente norteamericano la insignificante cantidad de unos cuantos cientos de miles de millones de dólares y al resto de países del mundo, por sinergia, otros tantos o muchos más, a los que no tienen millones, más miseria. Se puede ir contento a disfrutar de su jubilación, señor Bush, pero si fuese uno de los siervos de la parábola no sé adónde lo enviaría su señor, seguro que más allá de las tinieblas de fuera, donde será el llanto y el rechinar de dientes; o bien, quizá, lo vestiría de color naranja y lo llevaría a Guantánamo a oír versículo tras versículo la recitación monocorde del Corán. Teodoro R. Martín de
Molina. Noviembre de 2008
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