Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Las herencias

 

En los tiempos en los que las cosas marchaban bien y el boom inmobiliario estaba en todo su apogeo, ya se decía que los hijos iban a heredar en vez de las viviendas de sus padres las hipotecas de aquellas. Por eso algunos hijos preferían ser desheredados a recibir tamaña losa de la que no sabían si alguna vez se iban a poder desprender o la tendrían que usar para, atada al cuello, cometer una barbaridad.

            A veces, las herencias tienen eso. Pero cuando uno pugna de una forma tan decidida por conseguirla, como ha hecho el PP, y al final la llega a recibir, la verdad es que lo mejor que se puede hacer es aceptarla y tratar de convertir en bueno aquello que para nada lo es, sobre todo cuando de antemano se conocía el estado en el que se iba a recibir el “cortijo”. De poco vale estar todo el santo día con lo de la herencia recibida, recordamos que es por ella por la que han alcanzado el poder para tratar de mejorar, como se prometió en campaña, la situación. Así que ya les valdría dejarse de lloriqueos y de su uso como tema recurrente cuando las cosas no salen como esperaban.

            No vamos a entrar a analizar en detalle el tema del déficit, ni de la deuda, que parece que ya son asuntos harto manidos para abundar más sobre ellos. No cabe duda que la situación económica recibida por la derecha no es buena en casi ningún aspecto, pero no sólo de pan vive el hombre, que dice la frase evangélica, digo yo. Y así, además de la situación económica que dejó como herencia el PSOE −tampoco entraremos a analizar si por méritos propios o ajenos, que de todo habrá−, también dejó otra, quizá no tan tangible y tan llamativa como todo lo relacionado con el vil metal, que para nada es desdeñable. Fueron muchas las políticas de igualdad, de ampliación de derechos y libertades, de cooperación y solidaridad, de integración, de atención a los más necesitados, antiterrorista, y la defensa de las políticas sociales básicas como educación, sanidad y dependencia, que, aunque de algún modo están estrechamente relacionadas con la situación económica, ahí están y son tan importantes o más que las relativas a la economía como para que se intente hacer tabla rasa de ellas con la excusa de la crisis. Y en esa es en la que estamos, o parece estar el partido popular.

            Nada en esta vida es eterno, y por lo tanto en algún momento el PP también legará una herencia, y mucho me temo que a aquellos que menos tienen poco o nada les va a gustar a tenor de los anuncios de recortes y más recortes, reformas y más reformas −siempre en la misma dirección− y declaraciones de algunos de sus máximos dirigentes que te dejan, como se suele decir, “con las patas colgando”.

            De la situación económica de crisis, antes o después, debemos de salir, −recemos por ello de modo que no nos veamos como portugueses o griegos, lo que sería irrecuperable−. No creo que sea por méritos de nuestros gobernantes, aunque ellos, llegado el momento, se lo apropiarán, sino que los mismos que la engendraron serán los que nos saquen de ella después de obtener pingües beneficios, para volver a obtener unos poquitos más. De lo que no estoy tan seguro es de que una vez pasada la tal crisis, volvamos a estar, en ningún sentido y menos en lo referente a servicios sociales, derechos y libertades, en donde nos encontramos ahora.

Decía Alfonso Guerra algo así como que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió una vez que ellos se fueran. La verdad es que España siguió y ha seguido siendo reconocible hasta hoy. Mas ahora tengo mis dudas de que España se parezca en algo a la que actualmente conocemos cuando nos dejen su herencia los señores del PP.

Esa herencia, una vez abandonen el poder, probablemente sea mejor en los asuntos económicos, aunque aún incluso eso está por ver, pero lo que es ya bastante probable es que todos los logros sociales, de derechos y de libertades conseguidos en los últimos ocho años y a lo largo de todo el período democrático van a quedar más que resentidos y eso también formará parte de  su herencia.

Si empezamos por desgranar las declaraciones de la Sra. Aguirre en las que optaba por devolver al estado las competencias en educación, sanidad y justicia, y pasar a los ayuntamientos las de transportes y asuntos sociales ¿qué pintan para ellos las autonomías? Seguro que la presidenta de Madrid sólo querrá gestionar los temas relacionados con la representación institucional y más que presidenta de comunidad autónoma lo que desea es ser presidenta de comunidad de vecinos donde la aclamen y la vitoreen por sus magníficas ideas a la hora de solucionar el tema de la limpieza de las escaleras. No cabe duda de que estas declaraciones, por muchas contra declaraciones posteriores, dan una idea de la fe que tienen en el PP en el estado de las autonomías que surgió de la constitución del 78. Paralela a esta idea está la de defenestrar a tanto nacionalista e independentista como anda por las llamadas nacionalidades históricas que sólo deberán sirven par apoyar al gobierno de turno cuando sean requeridos para ello.

El ataque frontal a los derechos de los trabajadores en la reforma laboral lleva parejo el intento por deslegitimar a los sindicatos dejando al obrero a merced del patrón como ocurría en los primeros años del siglo pasado. Tras la reforma no es de extrañar que tengan los obreros que volver a ir a la plaza del pueblo para que los señoritos se acerquen por allí para, visto el panorama, contratar al que más se ajuste al perfil de mansedumbre y sumisión que a ellos más les conviene.

Las modificaciones del código penal que se anuncian un día tras otro, sólo van en redundancia de una disminución de los derechos constitucionales de manifestación y reunión. Por lo visto están dispuestos a legislar a golpe de último acontecimiento: cadena perpetua “revisable” para tal y cual caso que ayer tuvieron gran difusión en determinada prensa, resistencia pasiva a la autoridad penada con dos años de prisión, otro tanto para los que hagan convocatorias de manifestaciones o concentraciones por Internet, asimilación a la kaleborroca de los actos delictivos anejos a las manifestaciones multitudinarias, etc, etc,..

En educación y sanidad  se retrotraerá a los años sesenta cuando los que estudiábamos éramos cuatro gatos, y recordemos en qué circunstancias, y la sanidad era beneficencia a menos de que te la costearas por medio de igualas o a toca teja. Desde la educación infantil a la universitaria sufrirán los recortes en los que este gobierno se está especializando, y de qué manera. Sólo estudiarán aquellos que demuestren sus capacidades y además formen parte de un determinado ambiente social y económico propenso al desarrollo intelectual de sus vástagos. El sentido monetarista o mercantilista de la educación frente al sentido formativo y de inversión que es el verdadero. En sanidad, a tenor de lo que se escucha, los copagos por medicamentos, como si ya no existieran, se acentuarán y se castigará al enfermo frente al sano, al mayor frente al joven. Los “repagos” por asistencia no tardarán en llegar y seguirán eliminando actuaciones médicas y medicamentos de uso común, porque es que estamos muy mal acostumbrados. Es que a la generalidad de los ciudadanos les pasa como a los funcionarios que sólo saben tomar cafetitos y leer la prensa en vez de trabajar. Con  todo esto, estos van a acabar.

Como la dependencia es algo de pocos años y en algunas comunidades casi testimonial, en poco se va a echar en falta su eliminación de un plumazo vía recorte presupuestario. La cooperación con países del tercer mundo pasará a mejor vida, como para dar limosnas a la rumana del parking, del Mercadona o de la puerta de la iglesia que estamos, vamos hombre.

            No vamos a entrar en los aspectos que el Sr. Gallardón está dispuesto a cercenar relacionados con los derechos de las mujeres que ya hemos comentado en más de una ocasión, pero en los que el gobierno no cejará.

En definitiva, carga ideológica de profundidad al amparo de la crisis: educación y sanidad para quienes se las puedan costear, garrotazo y tente tieso o la ley del jarabe de palo para el díscolo mientras al evasor se le pone alfombra roja. Y decían que las ideologías se habían acabado. Todo esto nos hará ver que no, que están vivitas y coleando y que algunas sólo se aletargan en espera del momento oportuno para dar su zarpazo.

Esa será su herencia.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 14 de abril de 2012

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