Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"LA HERENCIA DE AZNAR"
         
Amén de la participación española en la guerra de Irak, de la que el gobierno socialista pronto supo sacarnos, y de la burbuja inmobiliaria, que el gobierno socialista no fue capaz de ir desactivando poco a poco y le ha estallado a él en las manos, el señor Aznar nos dejó como herencia al señor Rajoy (ahí va eso, pensaría) y todo el entramado de corrupción relacionado con su partido que desde hace meses se viene filtrando por la prensa y que en estos días se ha visto corroborado una vez levantado parcialmente el secreto del sumario.
    Ya sabíamos que las dos legislaturas de Aznar fueron tremendamente provechosas para todos aquellos amigos y allegados a los que pudo colocar al frente de las empresas públicas privatizadas por su gobierno. Esto se hacía a las claras y sin el menor pudor, y vimos como algunos de ellos se enriquecían de la noche a la mañana como la cosa más normal del mundo, caso del presidente de telefónica, Juan Villalonga, o del entonces presidente de Tabacalera, César Alierta. Pero no sabíamos que al amor del glamur, el “pijerío” y la megalomanía de aquella clase política también existieran otros  elementos que, amparados en la más pura ley del hampa y la corrupción, camparan a sus anchas por los distintos despachos de las sedes del PP y de las concejalías, alcaldías, consejerías y presidencias gobernadas por el mismo partido.
    Él que se presentaba a sí mismo como el adalid de la regeneración del país, hizo pasear por la explanada de El Escorial al tal Correa como invitado a la principesca boda de su hija. ¿Qué concejal o alcalde de pueblo, o qué consejero de comunidad autónoma iba a negarse a tratar con uno de los invitados de su presidente? Todos caían rendidos a las ofertas de las empresas de Correa y adláteres y después, distraídamente, ponían la mano por ver lo que caía.
    Hoy, una vez conocida una parte del sumario, todavía siguen los líderes del PP, con Rajoy a la cabeza, mirando para otro lado y echándole la culpa a los demás, que si la policía, los fiscales, el gobierno…; aun siguen hablando de que no ha habido financiación ilegal del partido y que lo de los imputados (para ellos parece que no son de su partido) no es nada hasta que el asunto se solvente en los tribunales. Antes decían que sólo eran filtraciones interesadas y ahora que son informes policiales, nada definitivo. Hacen declaraciones en las que nos toman por tontos y con el mayor descaro salen por los cerros de Úbeda cuando permiten que se les pregunte por el tema. Tienen aprendida la lección y desde Génova, la calle, hasta Valencia, repiten como papagayos la misma monserga echando balones fuera y apuntando a los demás como sin con ellos no fuese la cosa.
    No sé si es peor la financiación ilegal de un partido o el enriquecimiento ilícito de sus cargos y militantes significados a costa del erario, porque no olvidemos que de un modo u otro el dinero que se llevaron las empresas de Correa y todos los imputados cargos del PP sale del de los contribuyentes, de una u otra manera. Qué fácil es disparar con pólvora ajena. ¡Vengan bombas!, que decía el otro. “Si esto vale dos, tú me pagas diez y repartimos las ganancias” o “Yo te doy esto y tú no tienes que hacer nada, ya me entiendes” deberían ser frases comunes en los tejemanejes de estos sujetos a los que tan solidariamente han defendido hasta la saciedad los dirigentes populares en un alarde de desvergüenza sin precedente.
    Al señor Rajoy, el heredero de Aznar, al que no se le caen de la boca sino palabras ofensivas hacia el Presidente del Gobierno (inútil es la última preferida) y de comprensión y halago para los implicados, según los últimos sondeos le va a corresponder la responsabilidad de dirigir el gobierno de España en la próxima legislatura. Él que no cesa de tildar a los demás de incapaces, desde febrero está demostrando una grandísima capacidad para manejar el asunto de la trama corrupta de su partido. Su magnífica visión de futuro nos deja a todos tranquilos, pues sabemos que ante cualquier problema de estado va a reaccionar de igual modo que lo ha estado haciendo estos meses con la podredumbre que tiene en el seno de su partido: dejando el tiempo pasar con lo que el olor cada vez es más nauseabundo, culpando a los demás y, mucho me temo, confiando en que todos los jueces se apelliden de la Rua y sean mucho más que amigos de los imputados en tan poco edificante asunto.
    Y este es el delfín de Aznar, en el que diez millones de españoles tienen puestas todas sus esperanzas, pues ¡arreglados vamos!
  
Teodoro R. Martín de Molina. Octubre de 2009.
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