LA NIÑA DEL BALCÓN (Cuento) En aquellos balcones floridos y hermosos, donde se posaban los pajarillos y las mariposas, la rosa más hermosa era una niña de quince años, tan graciosa, bella, perspicaz y talentosa que todo le atraía la atención. Ella era una flor perenne como los árboles a los que nunca se les caen las hojas, su risa e ingenuidad la hacían aun más atractiva. En aquella plaza, donde habían plantado una esbelta palmera que tenía nombre de santo, se podía escribir una novela de escritores de reconocido renombre, pero yo, la que suscribe, pienso que a veces hay que hablar de lo bello y aparcar lo melancólico y triste y, como esa niña era un primor, seguiremos este relato con palabras suaves. Esta niña, que apenas oía ruidos procedentes de la plaza y que se aproximaban a su dormitorio, salía al balcón aunque estuviese en camisón y se asomaba a ver qué pasaba en ese espacio tan polifacético. Era una mañana festiva y su madre estaba haciendo las faenas de la casa y se percató de que su hija estaba asomada al balcón, sólo se le ocurrió reírse, porque seguro que su hija estaba soñando, pero no, estaba con sus enormes ojos negros de mora mirando hacia el exterior, y abajo sólo había una pareja discutiendo, pero no por exceso de cariño sino por exceso de alcohol. Su madre se acerca y le dice: -Desde aquí podemos escribir todo lo que se nos ocurra sin tener que ir al cine, porque aquí el telón no cae nunca.
Nota. Éste y los demás trabajos de nuestra paisana Ana Mª del Carmen Corbacho Jiménez, que publicamos en la sección "Colaboraciones" de La Gaceta de Gaucín, se los debemos a la amabilidad de su hijo Ricardo Gálvez Corbacho que periódicamente se pone en contacto con nosotros para enviarnos los sentidos poemas y relatos de su madre. |