La naranja podrida
Al poco de conocerse la imputación del Presidente de la Diputación de Alicante por cuatro o cinco presuntos delitos, se me ocurrió escribir unas palabras bajo este titular con la intención de provocar el equívoco dado el hecho de que este domingo la temida Naranja Mecánica se enfrentaba a La Roja para dilucidar el campeonato mundial de fútbol. No tenía para nada pensado dedicar la más mínima referencia al encuentro en el que la selección española se ha proclamado campeona del mundo de fútbol en Sudáfrica ─al respecto tenía otra reflexión, que ya saldrá─, pero el desarrollo del partido, la actitud de los jugadores holandeses y la actuación del árbitro, me han hecho ver ciertos paralelismos con la situación política de la comunidad valenciana, una naranja en la que no son pocos los gajos que se hallan en un estado de salubridad democrática poco recomendable. Sus principales representantes políticos, todos del PP, se encuentran implicados en numerosos casos relacionados con la corrupción, desde Fabra hasta Ripoll, pasando por Camps, el carismático líder valenciano. Cuando no se es capaz de jugar limpio, de ver el modo en el que, de forma acorde con las reglas del juego, contrarrestar al adversario, se echa mano de todas las argucias y triquiñuelas posibles con tal de salir victorioso sin importar mucho el cómo se consiga la victoria, al final los propios aficionados pasan por alto todos esos desmanes si el resultado sonríe a sus colores. Las marrullerías de los jugadores holandeses y la permisividad del árbitro inglés son comparables a la actitud de los políticos del PP de la comunidad valenciana implicados en tantos asuntos turbios contando con la aquiescencia de algunos jueces. La actitud de sus votantes en poco se diferencia de la de los forofos futboleros que dan por buenas todas las truculentas artimañas con tal de ver a su equipo vencedor. Las mismas trampas: la patada de De Jong en el pecho a Xabi Alonso es la misma que le dan todos los días al sentido común los dirigentes del PP atacando a las instituciones del estado con tal de defender a sus impresentables representantes de la comunidad valenciana y de otros lares. Las repetidas patadas de Van Bommel son los engaños del inefable Fabra durante tantos años presidente de la diputación de Castellón inculpado tantas veces y nunca llevado antes los jueces. Así podemos seguir con la infinidad de entradas bruscas de otros muchos jugadores holandeses similares al rosario de cargos de la Generalitat Valenciana, con Camps a la cabeza, salpicados por asuntos varios relacionados con la trama Gürtel. Los jugadores de Holanda no se conformaban con dar patadas sino que además, y para más inri, se pasaban todo el tiempo protestando al árbitro sus timoratas decisiones y dirigiendo sus actuaciones en contra de los tímidos atisbos de dureza por parte de los jugadores españoles. Del mismo modo los dirigentes del PP protestan y no paran respecto a las actuaciones de jueces, fiscales y policías, cuando los gajos de su naranja son sorprendidos dando patadas a las normas más elementales de comportamiento ético y moral, echando balones fuera y culpando al contrario de lo que pasa en su entorno. Siendo lo anterior, desde un punto de vista medianamente sensato, digno de todo reproche, para mí lo más vergonzoso es la actuación del árbitro y de sus auxiliares que viendo de forma tan flagrante las actitudes antideportivas de los jugadores naranjas (como lo vimos todos los teleespectadores), toma decisiones fraudulentas que hacen que queden sin su merecido castigo los infractores. Este árbitro ingles no sé por qué me ha recordado las actuaciones de los jueces más que amigos de Camps y compañía que presiden los altos tribunales valencianos y que hacen la vista gorda ante los desmanes de toda esa sarta de políticos que están convirtiendo a la naranja valenciana en una naranja podrida de la que pocos gajos se pueden considerar libres de podredumbre. Y lo mejor del tema es que van por la vida, por los medios, como si nada fuese con ellos con la aquiescencia de todos su afines que los jalean y aplauden desde las páginas de los periódicos, las ondas de la radio y las televisiones amigas. Por último resaltar un aspecto: al final del encuentro los jugadores catalanes Puyol y Xavi, a los que los ultra españolistas dejaron de llamar peyorativamente Pujol y Javi, pasearon la copa del mundo besando profusamente la señera dando a entender que, independientemente de lo que digan unos políticos o unos tribunales, se sienten catalanes antes que españoles a pesar de que defiendan con la fuerza, la furia y la entrega, y de forma tan decisiva, junto a todos sus compañeros, los colores de la selección española. Mucho de todas estas efusiones nacionalistas se las debemos a los aznares, rajoys, y demás dirigentes peperos acompañados de toda la caterva de periodistas, comentaristas y directores de medios que día a día abundan en abrir más y más las brechas en vez de cerrarlas y conciliar a los unos con los otros. Con este tipo de naranjas, menudo zumo vamos a conseguir cuando Rajoy llegue a la Moncloa.
Teodoro R. Martín de Molina. 12 de julio de 2010, un día después de que la selección española de fútbol ganara el mundial. |