Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

La balanza

 

La justicia nos la representan ciega y con una balanza en la que el fiel no se inclina para ninguno de los platillos, pero ¿quién es el que se cree hoy en día esa imagen?

Con razón no dejan algunos políticos, cuando se ven salpicados por asuntos turbios, de repetir eso de “confiamos en la justicia”, “dejemos trabajar a la justicia”, “eso es algo que está sub judice”, etc, etc. Y tienen tanta confianza en la justicia porque saben que van a salir indemnes por muy implicados que estén en el asunto y por mucho que los ciudadanos de a pie lo veamos completamente de manera distinta.

Aquí, en este país, todas las responsabilidades se suelen fiar a los tribunales. Y ya sabemos que en la mayoría de las ocasiones en las que los implicados forman parte de las altas esferas todo se sustancia en poco menos de nada, porque es normal que los jueces no vean responsabilidades civiles ni penales donde los políticos tampoco asumieron las correspondientes inherentes a su cargo.

Y los ciudadanos seguimos asumiendo todo el gasto que conlleva la negligente, cuando no delictiva, gestión de unos señores que siempre se van de rositas, algo que casi nunca suele sucederle al común de los mortales que por un “quítame allá estas pajas” es probable que se vea enchironado por tropecientos años y castigado con una multa de no sabemos qué cantidad.

Aquel dicho de Pacheco, que tantos quebraderos de cabeza le costó al exalcalde jerezano, es la realidad pura y dura. Y nosotros cada día lo podemos ratificar cuando vemos el desarrollo y desenlace de la mayoría de los asuntos que afectan a la clase dirigente o aledaños.

No es cuestión de ir haciendo una relación de todas las actuaciones judiciales en las que se han visto implicados algunos políticos (también es verdad que unos más que otros, porque la justicia, al contrario de lo que nos quieren hacer creer,  no es igual para todos), simplemente fijándonos en las más significativas de los últimos tiempos podremos comprobar cómo lo afirmado anteriormente es tan verdad como el pan y la tierra, que decía Serrat de la mujer que él quería.

¿Quién en este país puede pensar que los señores Camps y Costa, cuando ya habían asumido la culpa y después se retractaron, resulten ser inocentes en el asunto de la trama Gürtel en Valencia? Evidentemente sólo los de su cuerda y los miembros del jurado que así lo vieron.

¿Quién puede creer que son justas las condenas recaídas sobre los implicados en el caso del expolio marbellí que recientemente dictó la Audiencia de Málaga? Está claro que los jueces que emitieron sentencia y los implicados son los pocos que deben de estar de acuerdo con la misma.

¿Alguien puede imaginarse que para los condenados por los diversos casos de corrupción de las Islas Baleares, entre ellos el ex President y ex ministro de Aznar, Jaume Matas, se les va a pedir la aplicación de la doctrina Parot? ¿Verdad que es más fácil pensar que se les solicitará un indulto como el que reclaman para el prevaricador exalcalde de Torrevieja el 85% de los diputados de su partido en las cortes valencianas?

Después de condenar al juez Garzón por el asunto de la Gürtel, el único culpable del caso, ¿piensa alguien que este juicio, si es que llega a celebrarse, va a sustanciarse en alguna condena para alguno de los políticos implicados?

¿Qué me dicen de las actuaciones de los fiscales en los casos Bárcenas o Noos? ¿Actúan como acusaciones o como defensores de los implicados? ¿Devolverá Bárcenas el dinero? ¿Será responsable el PP de algo? ¿Es imaginable pensar en ver a Cristina delante de un tribunal? ¿Podrá verse al autoproclamado “duque empalmado” cumpliendo condena por alguno de los muchos hechos que se le imputan?

Para qué hablar del miedo que deben de sentir la multitud de dirigentes de cajas y bancos inmersos en procesos judiciales debido a su nefasta gestión al frente de las distintas entidades, desde Blesa y Rato a Serra o Moltó ninguno será responsable de nada y no responderá con nada, mientras que todos los ciudadanos contribuiremos a tapar el agujerillo de miles de millones que hubo que pedirle prestado a Europa.

En el caso de los EREs, aunque jueza y fiscal se vean más proclives a tirar hacia arriba, ¿podemos creernos que algunos de los que de verdad tocan o tocaron poder caerán en el saco?

¿Y qué decir del último engendro parido por la audiencia coruñesa con la sentencia del Prestige? Nadie es culpable de nada, y además corrobora lo que todos ya sabíamos: los políticos de la época lo hicieron fetén.

Ellos dirán que confían en la justicia, otros, que vemos con cuánta frecuencia se inclina la balanza del lado del poderoso, diremos: ¡como para fiarse de la justicia!

 

Teodoro R. Martín de Molina. 19 de noviembre de 2013.

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