El flamenco aglutina, hermana y 'enduenda' la fiesta navideña. Quizás no haya otra cultura musical que se identifique tanto con el pueblo como nuestro universal arte. Y esa versatilidad no sólo la establece en estas fechas, también lo logra en momentos en los que el sentimiento humano experimenta las circunstancias que padece o disfruta. Es por ello que sus letras abarcan la expresión de cualquier momento sentimental de la persona.
Parte de lo referido se vivió la pasada noche del 22 de diciembre, en la Peña de Jaén con motivo de su anual Pregón Flamenco de la Navidad. Y las premisas que propiciaron tales experiencias la expuso con literal prestancia Salvador Martín de Molina, pregonero en este 2011, en una línea poética y sentimental, entremezclando sus recuerdos infantiles de las vivencias flamencas experimentadas en su serranía de Ronda (la inspiradora de Merimé para musicalizar la inmortal Carmen), la poesía de García Lorca y su pasión por el aprendizaje de la guitarra flamenca.
Con simpleza literal fue describiendo el horadar que el flamenco establece en las obras de los poetas andaluces, y como ejemplos mencionó y recito pasajes de 'La baladilla de los tres ríos', 'Verde que te quiero verde' o 'Amargo' de García Lorca, para significar seguidamente como la copla popular se acrisola con el ritmo y el compás de los estilos flamencos para convertirse en villancico. Ejerció de patriarca flamenco con sus alocuciones sobre Pastora Pavón, Manolo Caracol o Pepe Marchena, constatando su conocimiento de nuestra música.
Por bulerías
La parte musical la abrió Manolo Canalejas con la reivindicación paterna del compás por excelencia, el de las bulerías, para rememorar épocas navideñas jienenses con letra de villancico popular y también de Carchelejo. En esta misma línea rememoró las resonancias de El Gloria con matices de Rafael Romero 'El Gallina' y aportaciones propias. Siguió estableciendo la escuela paterna con las populares coplas del porteño Juan como 'Madre en la puerta hay un niño.', o 'Compadre mío Juan Antonio.'.
En cuanto a Mari Carmen Gersol, destacar las esencias y enamoramientos de su casta cantaora por las que ofertó una serie de villancicos adobados de sentimiento flamenco encauzados principalmente por los tangos y ciertas cadencias sonoras similares, en las que imperaron su poderío tonal, su prestancia flamenca y determinados acercamientos a los matices jerezanos, demostrando a la vez conocimiento de nuestro arte.
Eduardo Martínez Redondo 'Niño Jorge' volvió a destacar por la flamenca adaptabilidad que ejecutó de las letras navideñas que para él compuso el poeta pegalajeño Francisco Almagro, edulcoradas de ritmos, melismas, y reivindicación de los flamencos jaeneros. En función de su afición y conocimiento artístico, estrenó un villancico popular de Puente Genil que en su día popularizara Fosforito, mas con aporte singular y poderío tonal. Sus campanilleros evocaron la escuela jerezana de Manuel Torre con la solvencia del que siente el pellizco 'jondo' del jerezano. En similar tesitura rindió homenaje a Rafael Romero con la popular letra navideña del iliturgitano y una especial rememoración de Rosario López.
Sobradas y virtuosas fueron las guitarras de José Rojo y Laura González, las cuales constataron una vez más su maestría.