Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

 

Hinchas

 

Al comenzar a escribir noto en mí cierta hincha por muchas de las cosas que estamos viendo y oyendo durante esta campaña electoral que dura ya no se sabe muy bien cuánto. Hasta ahora la palabra hincha la teníamos casi en exclusiva circunscrita al terreno de lo deportivo, a partir de ahora y gracias a nuevas aportaciones semánticas hemos visto ampliado su campo de influencia al mundo de la política. Los que no son hinchas para nada, ni tienen hincha de nada, nos tildan a los que no pensamos como ellos de ese modo en un claro intento de depreciarnos y desacreditarnos, al tiempo que nos quieren acercar a su redil. Veremos si lo consiguen.

            El pasado fin de semana en un mitin en Santander decía el Sr. Rajoy que había que ser un hincha furibundo o tener una generosidad ilimitada para confiar en el PSOE. Con tan gallega frase hace honor a su estrategia y nos da una de cal y otra de arena a todos aquellos que nos consideramos seguidores, partidarios y en muchas ocasiones, a pesar de los pesares, incondicionales y entusiastas del partido mayoritario de la izquierda española. Por un lado nos tilda de iracundos, coléricos y furiosos fanáticos de los socialistas, y por otro tranquiliza nuestras conciencias haciéndonos depositarios de un alto grado de generosidad, altruismo o desprendimiento, algo totalmente contrapuesto a la cicatería que tanto distingue a otros.

            No sé si quedarme con el insulto encubierto y responderle, o creerme el halago y contentarme. Pero viniendo de quien viene la frase escogida como titular en todos los medios informativos durante el fin de semana pasado, no creo que me decida ni por lo uno ni por lo otro.

            Por suerte o por desgracia, aún somos muchos los incautos que nos sentimos identificados con los logros y los fracasos de la izquierda y que para nada nos fiamos de las promesas de esta derecha que nos ha tocado en suerte. Por mucho que nos traten de menospreciar aquellos que se consideran superiores por el simple hecho de que los vientos de las encuestas, y otros vientos, les son favorables, en poco me van a afectar las palabras del líder de la oposición, como tampoco lo van a hacer las de todos sus correligionarios de norte a sur y de este a oeste, cargos del partido, militantes de a pie o simples simpatizantes, pues, de una forma u otra, todos mantienen el mismo discurso en un afán por desmotivar al electorado socialista con el fin no sólo de ganar las elecciones sino, si ello fuese factible, aniquilar al adversario para una larga temporada. Probablemente lo consigan, pero no será ni con mi voto ni con mi abstención.

            En esta afirmación, como detrás de tantas otras de los líderes de la derecha, más allá del insulto solamente se oculta la falacia y la mentira que tanto los caracterizan. Acusan a los demás de lo que ellos bien podrían blasonar. Llevan en campaña desde el día siguiente a la última convocatoria electoral y siempre manteniendo el mismo discurso de la insidia, la infamia y la calumnia, con su doble rasero a la hora de medir los comportamientos propios y ajenos y sin explicar ni una siquiera de las medidas que aplicarán para tratar de sacar al país de la ruina en la que, según ellos, nos han metido los socialistas.

            Bien sabemos que lo que dice el señor Rajoy no se les puede aplicar a sus votantes, pues es claro que estos no son ni hinchas, mucho menos furibundos, ni poseen el don de la generosidad ilimitada para con los que se guarecen bajo el paraguas del PP. Ellos son personas de orden y para nada forofos de nada. Como personas de orden son comedidas, instruidas y finas, que siempre que se refieren al adversario político lo hacen en los más exquisitos términos y dentro de los más estrictos cánones del respeto y la educación. Jamás se les desliza, ni por equivocación, una mentirijilla o insidia que pueda molestar a los demás.

            Ellos no tienen nada que ver con el submundo de los hooligans, y si alguna vez tuvieran algún atisbo, nunca se mostrarán de un modo colérico. Tampoco son generosos ni perdonan sus pecadillos a los múltiples implicados en la trama Gürtel, entre otras, en sus diversas ramificaciones a lo largo de la geografía patria. Por eso los saben recompensar como ninguno y si en la comunidad de Madrid, por ejemplo, son tres los consejeros de la Sra. Aguirre implicados, multitud de alcaldes y concejales, altos cargos regionales y nacionales, etc., pues nada, se vuelcan con tan liberal lideresa y le amplían su mayoría absoluta con siete o diecisiete, si hiciera falta, escaños más; y si el tal “Bigotes” y su amiguitio del alma Camps hicieron sus tejemanejes y negocietes varios a cuenta del erario público, pues también aumentan su mayoría hasta llegar a ridiculizar a aquellos que por un momento pusieron en duda su honorabilidad, y qué decir de don Jaime Matas en Baleares con sus palacetes, velódromos y otras obras varias al amor del omnipresente Calatrava, el que cobra por pensar ya en Baleares ya en Valencia, bien se merecen sus actuales correligionarios que se les dé una nueva oportunidad para que vuelvan a gobernar en las islas y continuar la inacabada y nunca bien alabada labor del ex ministro de Aznar.

            Pero en fin, ya sabemos gracias a la clarividencia –¿o será maledicencia?–, del jefe de la oposición dónde están los Ultra Sur de la política. En la izquierda, siempre en la izquierda. Dice el refrán que no ofende quien quiere, sino quien puede, y ese señor, a mí particularmente, por mucho que lo intenten él y sus conmilitones, nunca me van a ofender, ni mucho menos convencer, bien al contrario, como escribí allá por enero de 2004 en un artículo titulado “Aunque sólo sea por eso”, mi voto será de izquierdas.

            Tras escribir estos párrafos, usted perdone Sr. Rajoy, me siento más sosegado.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 16 de mayo de 2011

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