Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Héroes

 

A veces caemos en el determinismo y llegamos a pensar que las cosas son así y que muy difícilmente llegaremos a cambiarlas. Tenemos poca fe en nuestras posibilidades y, en más ocasiones de las deseadas, dejamos que los que mandan actúen por nosotros, sin contar con nosotros, por supuesto. Así llevamos una larga temporada que comenzó con la crisis y parecía que llegaría más allá que ella en su duración.

Por suerte existen personas a las que, tal y como está la situación, casi podemos considerarlas héroes ya que las acciones que llevan a cabo pueden ser consideradas como heroicidades teniendo en cuenta las consecuencias que les pueden acarrear, y que de hecho les acarrean.

Así tenemos héroes nacionales e internacionales, notorios o anónimos, individuales y colectivos… Quizás no lo sean en el sentido estricto del término o de lo que la mayoría entendemos por tales, pero, si pensamos en personas como Julian Assange, Edward Snowden o Hervé Falciani, ¿qué son sino héroes? Con sus revelaciones han sido capaces de destapar todos los tejemanejes de los más poderosos del mundo con sus impresentables actuaciones en casi todos los campos: los derechos humanos, la libertad y privacidad de los individuos o el fraude multimillonario de las grandes fortunas con la complicidad de entidades financieras colaboradoras necesarias en el delito fiscal. Cuánto más se cuidarían los políticos y magnates si entre los funcionarios y trabajadores existieran personas como ellos que no miraran para otro lado ante las violaciones de los derechos o los actos ilegales que se llevan a cabo en sus gobiernos o empresas.

Aquí, en España, recientemente unos acontecimientos también protagonizados por héroes, en estos casos anónimos y colectivos, parecen abrir una puerta a la esperanza y a la confianza en el valor de la determinación de las personas que creen en sus justas reivindicaciones, y que no se dejan amedrentar por los que ostentan el poder que, con sus mayorías absolutas y sus influyentes tentáculos institucionales y represivos, intentan día a día acallar cualquier protesta, por muy justa que parezca a esa otra mayoría que, sin ser absoluta, en absoluto se siente representada por ellos.

Hemos visto cómo los vecinos de un barrio burgalés han sido capaces de conseguir, con su firmeza, constancia y arrestos, que el consistorio dé marcha atrás en una decisión que les afectaba a ellos directamente. Consistorio que, al parecer, como suele ocurrir en tantas ocasiones, sólo había contado con la opinión de los que estaban de acuerdo con sus planteamientos sin escuchar a los que verdaderamente se iban a ver afectados por las modificaciones urbanísticas que pretendía llevar a cabo. Los vecinos a pesar de la intimidación y represión de las fuerzas de seguridad, siempre a las órdenes del que manda, y las descalificaciones, insultos y provocaciones de los políticos y los medios afines al poder municipal, no desfallecieron y al final han visto su esfuerzo recompensado.

También hemos visto cómo la perseverancia en sus reivindicaciones y la justa demanda de todos los colectivos sanitarios de la comunidad de Madrid han conseguido doblar el brazo privatizador del gobierno ultra liberal madrileño. Qué mérito el de estos colectivos que con su mareas blancas de meses y meses nunca perdieron la fe en conseguir el objetivo de luchar por un derecho que es de todos y para todos, y que nunca debe de ser entendido como un negocio sino como un servicio al ciudadano, y en este caso al más débil, que es aquél al que le falta la salud.

Otro nuevo revés judicial al poder establecido, y que en tantas ocasiones actúa mirando más al monedero que a las personas, ha sido el propiciado por la persistencia de cientos de interinos castellanos manchegos que al final han conseguido ser readmitidos en sus puestos.

Los afectados por las preferentes siguen luchando por conseguir la devolución de aquello que a muchos les expropió su banco de toda la vida por medio del engaño, y gota a gota parece que los tribunales se van decantando por darle la razón a los preferentistas y quitándosela a los poderes financieros. Por una vez parece que la justicia se alinea con los más débiles, veremos si con el tema de los desahucios ocurre algo parecido.

Evidentemente depender de héroes no es lo más recomendable para conseguir los fines que en justicia se persiguen, pero al menos estas personas, con nombres o anónimas, nos hacen volver a tener la esperanza de que se pueden alcanzar los objetivos si tenemos fe en aquello por lo que luchamos. Como no podemos pensar, porque la realidad nos lo muestra a diario, que los poderes, del tipo que sean, van a actuar según marque la justicia y lejos de la arbitrariedad, no queda más remedio que apoyar este tipo de actuaciones.

Otro gallo cantaría si todos nos sintiéramos héroes ante la sinrazón que se produce a nuestro lado.

 

 Teodoro R. Martín de Molina. 5 de febrero de 2014.

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