Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Grietas y goteras

 

 

El año pasado por estas fechas, estuvimos pasando unos días en Sevilla. Antes de regresar a Granada, quiso mi mujer que visitáramos la basílica de la Macarena y allí nos dirigimos. No sabía yo que entrando, a la izquierda, se encontraba la tumba del general Queipo de Llano. El mismo que había dejado en la cuneta y a medio enterrar a tantos y tantos andaluces, el mismo que hizo desaparecer y dispuso de la vida de miles de personas como si de un juego macabro se tratara, está enterrado en suelo consagrado bajo la advocación de una de las vírgenes más “famosas” de Sevilla, donde toda su familia y sus “devotos” pueden visitarlo cada vez que lo deseen, algo de lo que, al parecer, se enorgullece la Hermandad o Cofradía, que de esto entiendo yo bien poco.

La ley de memoria histórica, nos dicen los que defienden, o al menos “comprenden”, los crímenes de este general y de todos los del régimen franquista, que es una patraña que se inventó Zapatero y que lo mejor es olvidar, que para eso se hizo la ley de amnistía del 77. Los familiares de los desaparecidos o represaliados no piensan lo mismo y creen, con buen criterio en mi opinión, que mientras que no se abran las tumbas no se cerrarán las heridas. Digo yo que estas personas, aunque no sean de la misma alcurnia del general golpista, también tendrán derecho de conocer dónde están sus seres queridos para poder enterrarlos con un mínimo de dignidad.

Los representantes de la ONU que acaban de visitar España en relación con los desaparecidos durante la guerra civil y el franquismo le han dicho a este gobierno, que no quiere ni oír hablar de memoria histórica, que debe asumir su responsabilidad, elaborar un plan nacional de búsqueda de desaparecidos y derogar la ley de amnistía del 77 para poder juzgar en nuestro país las desapariciones forzosas y a sus responsables si los hubiera.

Pero el gobierno del partido popular tiene alergia a ese tema. Sin embargo, ni siquiera se ha mostrado nervioso o intranquilo cuando el señor Montoro, y demás hacedores del presupuesto de 2014, han asignado una subvención de 1,1 millones de euros, que se dice pronto, a la hermandad sevillana de la Macarena para cumplir con la promesa que le hiciera Aznar antes de perder las elecciones del 2004. Dicha subvención, según informaciones periodísticas, estaba destinada para la reforma y ampliación de la basílica incluyendo la construcción de un museo, obras que ya se llevaron a cabo gracias a la financiación de la expoliada CAM por intercesión de Camps, no sabemos si antes o después de rezar a los pies de la virgen con Arenas y Zoido. Tan generosa subvención se dedicará a arreglar grietas y goteras, según dice su hermano mayor.

Aquí que no hay dinero para tapar tantísimas otras grietas y goteras que vemos por doquier, al parecer, sí lo hay para cumplir con las promesas de Aznar. Congelemos de nuevo el sueldo de funcionarios, propiciemos la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas,  obliguemos al copago de medicamentos a todos los enfermos: los que tienen más como los que tienen menos, los que tienen un resfriado como los que tienen un cáncer, eliminemos las subvenciones al cine, al teatro y a la cultura en general, recortemos en I+D y en investigación, menos recursos para la educación, de las obras públicas ni hablar, etc, etc, y con un poquito de aquí y otro de allí subvencionemos los toros y sisemos de los presupuestos el 1,1 millones para la hermandad sevillana. Seguro que en este país no existe nada mejor en donde usar ese dinero, no han podido pensar, por ejemplo, en emplearlo en la búsqueda de los desaparecidos durante la dictadura.

Grietas y goteras, tiene bemoles el asunto.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 3 de octubre de 2013.

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