Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Ferraz

 

Llevo desde la semana pasada, antes de las elecciones gallegas y vascas, con este artículo en la recámara y nunca veía el momento de publicarlo. Me decido a subirlo y, aunque le he ido modificando algunos detalles, en definitiva viene a ser lo mismo que escribí hace ocho o diez días.

Tras la debacle del PSOE en las pasadas elecciones generales de noviembre de 2011 y el espejismo de las autonómicas en Andalucía y Asturias, los resultados de las recientemente celebradas en Galicia y el País Vasco parecen estar preparando el camino para que en las próximas de Cataluña se le cante el gorigori a nivel catalán y estatal, si es que los dioses de Ferraz no lo remedian, algo que, a tenor de las últimas declaraciones, parece poco, muy poco probable.

Es verdad que los votantes socialistas parecen tener una libretita en la que van anotando todos los motivos por los que no van a votarlos en ésta o aquélla convocatoria, mientras que los de la derecha carecen de tales prevenciones a la hora de votar a los suyos. Aquellos parecen tener memoria de elefante para lo negativo, siendo olvidadizos para lo positivo, los votantes de la derecha, si tienen ese tipo de memoria parece que lo obvian con una facilidad pasmosa.

Los socialistas si gobiernan porque gobiernan, y si están en la oposición porque están en la oposición, pagan una vez y otra por los pecados propios y ajenos, pretéritos, presentes y futuros, pues todo les es achacable. Una sola pregunta a modo de ejemplo: ¿ha habido en todo nuestra reciente etapa democrática gobiernos más corruptos que los de Jaume Matas en Baleares y Francisco Camps en Valencia?, pues ahí los tienen a los populares gobernando con mayorías absolutas en ambos territorios.

Son muchos los que dicen que no les representan ni PSOE ni PP, pero a la hora de votar, y a las pruebas me remito, a unos les pasan factura las políticas anteriores y actuales, y otros se van de rositas.  Y al socaire de estas nuevas modas surgen y resurgen posicionamientos populistas y maximalistas que deben de estar muy bien pero que al final siempre favorecen al PP.

Bien, pero aparte de estas elucubraciones propias de una determinada forma de ver las cosas, no cabe duda de que algo no funciona bien dentro del principal partido de la oposición. No acaban de aclararse sobre una multitud de aspectos que importan a sus votantes, lo cual conlleva la desafección que desde el pasado 20 de noviembre se hace cada vez más patente. Pues si pensaron que con los resultados de Andalucía y Asturias, negativos a todas luces, algo iba a cambiar, los de las elecciones de este fin de semana han echado un jarro de agua más que fría sobre las cabezas de todos los que desde Ferraz no atinan a dar con la tecla del modo en cómo recuperar la confianza, no ya de todo el electorado, sino que de los más fieles.

Desde que Felipe González consiguiera la mayoría más absoluta de nuestro período democrático, el porcentaje de votos perdidos ha ido en aumento convocatoria tras convocatoria, sólo recuperados en las dos legislaturas de Zapatero, y lleva visos de llegar al subsuelo sobre el que pisa el partido socialista.

Creo que es pertinente señalar que desde aquel ilusionante 82, los votos que ha ido perdiendo el socialismo han sido la mayoría de aquéllos que consiguieron prestados de los sectores más progresistas de la extinta UCD y de los más moderados del PC, y en estos últimos tiempos no sería de extrañar que también de algunos de los de sus más fieles. Han perdido esos votos y al mismo tiempo parece que no han sabido captar la de nuevos votantes en la misma medida que otras opciones políticas.

Y todo ello porque sus propuestas han dejado de ser claras, y porque  la política económica errática, y próxima a los planteamientos liberales, de los últimos años del gobierno Zapatero tardarán tiempo en salir de la memoria de muchos votantes socialistas de antaño o de aquellos otros que han nacido a la democracia bajo el machaconeo mediático unidireccional sobradamente conocido.

Pienso yo, que como sabéis no entiendo de casi nada pero me gusta opinar de casi todo, que lo primero que deberían de hacer desde Ferraz es reconocer los errores cometidos en la pasada legislatura y, a partir de ahí, hacer propuestas de política económica que se diferencien claramente de las de la derecha y que tiendan a una justicia social en la que la solidaridad y la redistribución de la riqueza den lugar a políticas sociales que favorezcan a los más necesitados, que son la mayoría, más acordes con la que desde un partido de izquierdas debe de postularse.

De una vez por todas deberían de aclararse sobre el modelo de estado que pretenden. Si es el federal, pues que lo planteen abiertamente y se dejen de balbuceos que no sabe uno a qué atenerse cuando los escucha, si fuese el actual de las autonomías, que lo digan expresamente aunque les cueste una escisión en Cataluña por parte del PSC. Si hubiese que modificar la constitución para esta cuestión o el tema de la ley electoral, o la sucesión de la jefatura del estado, o la asignación de nuevas y distintas funciones al Senado, pues que lo digan a los cuatro vientos y que expongan cómo y cuándo pretenden llevar a efecto las modificaciones pertinentes, Así, todos sabríamos a qué atenernos y nos acercaríamos a las urnas con las ideas claras, sabiendo qué es lo que pretendemos con nuestro voto, y si somos cuatro, somos cuatro, sin préstamos ilusionados, unas veces, e interesados, en otras, pero con conocimiento de causa de lo que estamos votando y qué modelo de sociedad es al que aspiramos.

Añadido a todo esto, y a muchas cosas más que sería prolijo enumerar, no podemos olvidar la necesidad de una renovación de los cuadros. Pero una renovación de verdad, donde personas nuevas con ilusiones remozadas y con las ideas claras consigan que al menos los que nos sentimos, de un modo u otro, próximos a sus planteamientos no nos veamos en la tesitura de defender lo indefendible, por muy acérrimos que seamos. Es necesario un nuevo liderazgo para un tiempo nuevo, ya está bien de ver las mismas caras con las mismas o parecidas propuestas, porque a los que no necesitamos que nos convenzan, puede que nos dé más o menos lo mismo, pero aquellos que se mueven en la duda, en la mayoría de las ocasiones, salen huyendo de ellos como el gato del agua.

Rememorando el juego de los barquitos podemos decir que el 20N resultó tocado el buque socialista, el 25M, aunque los proyectiles cayeron en agua, resultó sensiblemente salpicado, el pasado 21O doblemente tocado, y el próximo 25N, como decía al principio, si los que habitan en Ferraz no lo remedian, puede que sea nuevamente tocado y probablemente hundido, por lo que el naufragio socialista se habrá completado para mayor gloria de los actuales dirigentes del partido.

En Ferraz tienen la palabra.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 24 de octubre de 2012

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