Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Entusiasmo

 

En aquellos inolvidables dibujos de los años sesenta, "¡Oh, cielos, qué horror!", era la frase preferida de Tristón cuando se refería al devenir de su suerte junto a su inseparable amigo Leoncio. Han pasado muchos años y el panorama que se nos presenta, fuera de los dibujos animados, hace que cada día sean menos los Leoncios optimistas y, por el contrario, abunden más los pesimistas Tristones.

         Estamos convocados de nuevo a las urnas el próximo día 25 para elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo. Todas las semanas sacan nuevas encuestas en las cuales se deja ver la falta de entusiasmo que para el electorado supone dicha convocatoria. Algunas hablan de una abstención cercana al 60%. Y la verdad es que poco extraña esa falta de entusiasmo si vemos las propuestas que nos vienen de las distintas formaciones políticas, sobre todo de las mayoritarias. Y dentro de las mayoritarias englobo a aquellas que pretenden sustituir a las dos principales por ellas mismas.

         En esta campaña electoral ni tan siquiera se dignan a prometernos todo aquello que bien sabemos no van a cumplir, sino que solamente se limitan a zaherir al contrario sin proponer algo que pueda, en alguna medida, entusiasmar al menos a sus propios electores. La chispa, la inventiva, la ilusión por conseguir una Europa mejor, brillan por su ausencia y aquí estamos los votantes discerniendo entre si ir a votar o quedarnos en nuestras casas, y en el caso de ir a las urnas si hacerlo en blanco o por una de las opciones minoritarias de verdad, y que le den a la fidelidad y al voto útil por donde amargan los pepinos.

Como corolario de todo lo que está siendo la campaña electoral, y lo que queda de ella, fue el debate de anoche entre los cabeza de lista de PP y PSOE. Tanto Leoncio como Tristona (o Tristón y Leoncia, pues sus papeles eran perfectamente intercambiables) tiraron de argumentario y más argumentario viniendo a convocar el mismo entusiasmo por parte de sus seguidores y simpatizantes, no digamos para aquellos que no lo son.

Da la impresión de que nuestras fuerzas políticas están cansadas, que la gente con ganas de dar la batalla por un ideal son cada vez menos y que son mayoría aquellos que se conforman con su estatus actual y que “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”. Lo peor del asunto es que mientras ellos se quedan como están no son pocos los que cada día lo pasan peor y que no se ven reflejados en casi ninguna de las siglas de los partidos clásicos. Se han quedado vacíos de fondo y de forma: ni tiene ideas novedosas o que entusiasmen, ni personas que sean capaces de transmitírselas a los ciudadanos.

Si el corolario de la campaña fue el debate de anoche, el colofón a éste han sido las justificaciones machistas del representante del partido de la derecha, Sr. Cañete, a su lamentable actuación durante el mismo.

Hoy me siento más “Tristón” que nunca y, ante lo que se avecina, no me queda más que decir como él: “¡Oh cielos, qué horror!”

 

Teodoro R. Martín de Molina, 16 de mayo de 2014.

 

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