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LA GACETA DE GAUCÍN

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Los lienzos de Gaucín

 

Vista general del pueblo de Gaucín recostado contra la montaña.

Para conocer mejor Gaucín es obligatorio viajar al Museo del Prado de Madrid. En él, en una de las salas dedicadas a la pintura del siglo XIX, cuelga la obra que en 1849 realizó el pintor ferrolano Genaro Pérez Villamil. El lienzo reproduce la gran fortaleza del pueblo malagueño, y al fondo, detrás de la sierra de Casares, se advierte el peñón de Gibraltar, la unión del mar y el océano y las costas norteafricanas.

Pérez Villamil, uno de los más destacados pintores románticos españoles, viajó por Andalucía acompañado del pintor escocés David Roberts entre los años 1833 y 1835. Ambos llegaron juntos a Gaucín y pintaron sendas obras de un parecido asombroso. David Roberts presentó su dibujo antes; Pérez Villamil aguardó hasta 1849, cuando ya era director de la Escuela de San Fernando y pintor de cámara de la reina Isabel II.

En ambas obras los parecidos son sorprendentes. Siguiendo las pautas estéticas de la pintura romántica, Pérez Villamil y Roberts se empeñaron en alargar las figuras, en encapotar los cielos, haciéndolos protagonistas, en utilizar paletas de colores ocres, dorados y verdosos, y en crear atmósferas vaporosas, con trazos valientes y decididos, nerviosos y en continua tensión.

Muerte de Guzmán el Bueno

El castillo del Águila de Gaucín se alza sobre un duro promontorio pétreo, a más de seiscientos metros por encima del nivel del mar. Los primeros sillares de la fortaleza son de origen romano, aunque serían los árabes los que dibujarían el perfil que aún hoy luce. Desde sus torreones y sus caminos de ronda los vecinos de Gaucín contemplaron el año 914 la quema de las naves de Umar ben Hafsun en Algeciras.

Tiempo después, en el siglo XI, Abd al Yabban, hijo de al-Mutamid, rey de Sevilla, conquistó el castillo y lo reforzó. En 1309, Guzmán el Bueno encontró aquí la muerte. Su cuerpo, idealizado por los cristianos, sería trasladado poco tiempo después al monasterio de San Isidoro del Campo en Sevilla, donde descansan los restos mortales de aquel que lanzó su cuchillo a sus enemigos para que diesen muerte a su hijo antes de entregar su fortaleza de Tarifa.

Durante la invasión francesa la fortaleza fue asediada. Se cuentan de ella hechos heroicos, años antes de que de fuera reforzada nuevamente. Pero la desdicha cayó sobre ella cuando en 1843 un polvorín explotó causando graves destrozos.

La fortaleza del Águila

Si Pérez Villamil y David Roberts vivieran a duras penas reconocerían la fortaleza del Águila. Ha cambiado mucho en este siglo y pico, y aunque hoy sigue siendo el emblema monumental de uno de los pueblos más bellos de la serranía de Ronda y del valle del Genal, el castillo dejó hace décadas de ser joven para convertirse en un maduro aparato histórico, próximo a la senectud.

Su planta irregular, sus tres recintos amurallados, las torres que aún conserva, los añadidos posteriores siguen presidiendo los horizontes de un caserío blanco, de extraordinario tipismo, con una vida social que para sí quisieran pueblos mayores en habitantes y prestigio.

Hace unos días terminaron las fiestas patronales en honor de la Virgen de las Nieves, y los vecinos de Gaucín preparan ya la romería del Santo Niño. De aquella imagen el pueblo guarda leyendas y querencias. Cuentan que la imagen –la antigua y original se perdió durante la contienda civil del 36- fue traída mediado el siglo XVI desde la cercana ermita de la Adelfilla por Juan Ciudad, conocido tras su vida de abnegación y entrega por san Juan de Dios.

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/06/16/andalucia/1276712372.html


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