Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

"El Che cabalga de nuevo"

Casi cuarenta años después de su muerte parece que Ernesto Guevara ha vuelto a montar en la vieja motocicleta de su amigo Alberto Granados, “La Ponderosa”, para junto a él recorrer, como lo hicieron en el 52, todos los paisajes del sur, oeste y norte de Sudamérica animando a los ciudadanos de las distintas repúblicas que unen sus fronteras a lo largo de todo el subcontinente a recuperar los principios que desde su juventud lo llevaron a luchar por los demás sin pedir nada a nadie, sin exigir nada y sin explotar a nadie, dispuesto a entregar su vida, como así sucedió, por la libertad de cualquiera de los países de Latinoamérica. No cabe duda que junto con Bolívar y San Martín constituye la tríada sobre la que se basa el despertar a lo largo de toda la historia de los países iberoamericanos, que una vez más y en pleno siglo XXI vuelven a sacudirse el yugo del colonialismo y parece que de una vez por todas comienzan a hacer valer sus derechos sobre todo aquello que sólo le pertenece a ellos y a nadie más.
Desde Chile, donde el sanguinario dictador parece encaminado a la clase de muerte que a tantos y tantos de sus compatriotas les negó anticipándosela vía asesinato, hasta México donde el triunfo de Felipe Calderón sobre López Obrador recuerda con mucho los enjuagues de los estados del sur de EEUU cuando la primera victoria de G. W. Bush, pasando por la Argentina de Kirchner, el Brasil de Lula, la  Bolivia de Evo, el Ecuador del nacionalista Correa, la Venezuela del populista Chávez, La Nicaragua de Daniel Ortega o la Cuba del otro dictador del continente, también, como el otro, en trance final, parecen haber despertado del letargo en el que el vecino del norte los ha tenido sumido prácticamente durante el último siglo manejando sus gobiernos y haciendas a su gusto y antojo.
Puede que sea el comienzo del fin, el principio que acabe con la paradoja que supone el que uno de los continentes más ricos del planeta tenga las bolsas de pobreza más escandalosas de la Tierra. Ciudadanos de países que con ingentes recursos naturales, han visto como otros han llegado a sus tierras a explotar los recursos y a ellos mismos, y ahora parecen haber vislumbrado la manera de salir del pozo que supone el neo colonialismo disfrazado de economía libre de mercado en el que los beneficios sólo repercutían, en parte, en las oligarquías criollas y mantenían a la inmensa mayoría del pueblo indígena sumido en el subdesarrollo y subsistiendo con mucho menos de lo que cualquiera de nuestros jovencitos derrocha en cualquier fin de semana de diversión.
El viejo lema norteamericano de Monroe “América para los americanos”, en el que parecía que americanos sólo eran ellos, los del norte, puede venirse abajo y convertirse en lo que los ciudadanos del sur y del centro de América con sus votos han querido, es decir, Bolivia para los bolivianos, Ecuador para los ecuatorianos, y así sucesivamente, y por ello han colocado al frente de sus respectivos países a hombres y mujeres que defienden esos principios. Que las actuaciones que algunos de estos llevan a la práctica no corte el paso a la justicia que es la única que puede sacar de la indigencia a la mayoría de los habitantes de toda Latinoamérica: la justicia distributiva no es paternalismo, éste sólo puede disfrazarla. Cabe esperar que todos ellos derrochen la honestidad y la coherencia de ideas y acciones del comandante por antonomasia, y que nunca defrauden a los que tanta ilusión han puesto en las promesas que cada uno ha ido predicando por las tierras de las que hoy son los más altos dignatarios.
Mientras tanto, en la madre patria, algunos incansables, día tras día, siguen añorando a los Somoza, Fuji Mori, Bánzer, Menem y demás sátrapas y, aunque se manifiestan como los más demócratas del mundo, cuando las urnas les pintan bastos se mofan y tratan de ridiculizar hasta llegar al escarnio, también día tras día, a los elegidos por la voluntad de sus pueblos. Menos mal que, al parecer, acá y allá cada día son menos los que creen en sus peroratas.
Permitidme que para finalizar estas breves reflexiones os recomiende que, si podéis, veáis la película “Diarios de motocicleta”, seguro que, además de pasar un rato agradable,  encontraréis una distinta e interesante visión de la que siempre tuvimos de “El Che”.

Teodoro R. Martín de Molina. Diciembre de 2006.


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