Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

El “nota” da la nota (casi siempre)

 

 

Aunque en los distintos diccionarios del habla malagueña se presenta la palabra “nota” con el significado de listo/a o perspicaz, a mí la utilización del término siempre me ha parecido cargada de un tono no tan lisonjero, quizá “listillo”, como mucho, con todas sus connotaciones, y es en ese sentido en el que quiero emplearlo en este artículo y referido a la persona en cuestión, pues es, junto con su colega Gallardón, los que me parecen más nefastos dentro del gobierno del PP, que ya es mérito el de ambos.

El miércoles pasado, en la sesión de control al gobierno, Wert calificó de política e irresponsable la huelga que los docentes mantienen en Baleares en contra de las muy responsables y apolíticas decisiones del gobierno balear, vaya, tan responsables y apolíticas como la nueva ley de educación que se ha comenzado a tramitar en el Congreso, la cual ya nace con fecha de caducidad (fin del gobierno del PP) según manifiestan todos los grupos de la oposición. Es el mismo ministro que una semana antes comparaba las protestas ciudadanas contra su ley con una fiesta de cumpleaños, porque las protestas de verdad son las que se llevan a cabo en Chile o en México. Si las protestas fuesen de ese tipo ¿cómo las calificaría?

A este ministro que es el peor calificado del gobierno (1,95) le encanta calificarlo todo, y, cómo no, subir la calificación de los alumnos que pretenden una beca con lo cual reduce el número de becarios, aunque nos quiera hacer ver lo contrario, y ahorra unos euros al presupuesto en detrimento de la educación de los que menos tienen. Montoro aplaudirá su gesto de pillín.

Dijeron los medios que el pasado sábado, el director de cine Juan José Bayona en su discurso ante el ministro Wert al recibir el premio nacional de cinematografía, le recordó al mismo que la educación no es un gasto, sino una inversión, y que no llegaremos a ningún sitio si no valoramos la educación y la cultura como los cimientos en los que basar nuestra sociedad. El ministro… como el que oye llover. Como sé que te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te meto un ladrillo.

Ayer lunes, veintitrés de las veintiséis orquestas sinfónicas de España, dieron un concierto simultáneo con el fin de llamar la atención de los ciudadanos y del gobierno (tiempo perdido) sobre el estado de abandono de la cultura en nuestro país en general y de la música en particular. El ministro se pondría tapones en los oídos, después de devolverla a la categoría de "maría" en el sistema educativo qué podía hacer el hombre.

A este ministro que la semana pasada obligó a la universidad de Aragón a cancelar los actos de inauguración del curso por “miedo a los altercados que podría conllevar su presencia”, venga o no venga a cuento, como en la canción de Cecilia, le encanta ser protagonista en los cumpleaños, en las bodas y en los bautizos. Disfruta provocando al personal para, a renglón seguido, emitir su calificación negativa (siempre negativa, nunca positiva) por lo que los demás opinan de él y sus actuaciones.

Está visto que éste es un “nota” que no se cansa de dar la nota.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 24 de septiembre de 2013.

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