Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

El mundo libre

 

En esta parte del globo en la que vivimos, no resulta raro que nuestros mandamases presuman y se pavoneen de la libertad de la que gozamos y, al mismo tiempo, revestidos de la autoridad moral que ellos mismos se atribuyen, den lecciones de libertad y democracia a aquellos otros ciudadanos que tienen la desgracia de no habitar en lugar tan privilegiado como el nuestro.

Recientemente, tres hechos nos permiten ver a las claras qué lejos están de la realidad todas esas falsas proclamas que el mundo occidental trata de propalar con el fin de servir de ejemplo y que se tengan como referencias en los planteamientos políticos de esos otros países que no “disfrutan” de la libertad que nosotros gozamos.

Es evidente que el espionaje masivo al que el mundo en su conjunto se ha visto, y se estará viendo, sometido por las agencias Norteamericana, del Reino Unido, de Francia o de Alemania, que son los casos que hemos conocido, dan una idea del lugar en el que ponen las democracias occidentales la libertad frente a lo que ellos llaman seguridad. Cualquier excusa es buena para que actúen del modo en el que han actuado y, sin el menor rubor, pregonen que todo lo que hacen es por el bien y la libertad del mundo libre. Probablemente, esta banalidad que ahora estás leyendo al mismo tiempo algún “Gran Hermano” ya lo esté analizando por si atenta a la seguridad y a la libertad del mundo libre.

Seguro que ha sido por ese mismo motivo por el que los gobiernos occidentales se han plegado a las exigencias americanas obligando al avión del Presidente Evo Morales a realizar un aterrizaje en Viena, permanecer retenido en su aeropuerto durante medio día y finalmente hacer escala en Canarias, donde nuestro gobierno intentara inspeccionarlo por si en el mismo se escondiera el peligroso Edward Snowden. Y no se les cae la cara de vergüenza a ninguno de los gobiernos implicados por el hecho de haber menospreciado a un presidente de gobierno de un país amigo, democráticamente elegido por su pueblo, por el simple hecho de tener que obedecer a los EEUU. Seguro que su origen y nacionalidad algo tienen que ver, pues si en vez de Morales se apellidase Obama, Merkel, Putin o Jinping, por ejemplo, a ver quién era el guapo que no se bajaba los pantalones ante cualquiera de ellos para que dispusiesen a su antojo.

Por último reseñar el triste sino de los países árabes. Ya ocurrió con Argelia al inicio de los noventa y ahora vuelve a suceder en Egipto: mucho hablar de elecciones libres y democráticas para que cuando sean elegidos aquellos que no cuadran con el esquema del mundo libre, los militares actúen de inmediato para poner las cosas en su sitio, es decir, al servicio de los de siempre, de los que ostentan el poder económico de esos países, que no son otros que los mismos que lo ostentan en este mundo libre que pasa de puntillas por todos estos acontecimientos sin ni tan siquiera atreverse a nombrar como golpe de estado, lo que hasta el más lerdo de los ciudadanos puede comprobar que lo es. Claro que éste, como todos los golpes, es para defender la libertad.

No hay ruindad que no se justifique a sí misma.

 

Teodoro R. Martín de Molina. 10 de julio de 2013.

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