Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

El estilo Anasagasti

 

Soy persona de costumbres fijas y una de ellas es la de no cambiar de peluquero, una vez que me va bien con el que elegí.

Fue mi barbero el primero en darse cuenta de que ya estaba avanzando hacia la llamada edad provecta, cuando comenzó a pasar, sin darle mucha importancia, las tijeras por los pelillos de nariz, oídos y orejas o aquellos de longitud desmesurada de las cejas, que a una determinada edad suelen aparecer, a nuestro pesar. También ha sido él el que sin que yo apenas lo notara, porque es discreto el hombre, comenzó a pelarme de tal manera que mi más que incipiente calva se notase lo menos posible, es el inconfundible estilo que implantara el señor Anasagasti, todavía sin necesidad de llegar a los extremos que él llegó.

Dependiendo de dónde nos hagamos la raya, a la izquierda o a la derecha, usamos el largo mechón de pelo, que nos deja el peluquero a propósito, para tratar de ocultar lo que interesa. En muchas facetas de la vida es éste un estilo que solemos llevar a la práctica con el premeditado fin de tapar lo que no nos gusta que los demás vean.

Nos ocurre en el ámbito de la familia, del trabajo, de las amistades, y, de igual modo, lo vemos palpable, cuando miramos a las instituciones y organismos de nuestra sociedad. Siempre existe un “peluquero” que se encarga de que los asuntos que puedan resultar incómodos para una persona concreta o el colectivo al que pertenece, no salgan a la luz o, en caso de que ya se hayan destapado, hacer que se visualicen durante el menor tiempo posible.

 Correr un tupido velo, echar tierra sobre el asunto, tapar con una manta, esconder bajo la alfombra, guardar en el armario, o en el baúl, esperar a que escampe…, son otras variantes del estilo Anasagasti que pretenden la misma finalidad. Algunos, incluso, llegan a usar el método infantil de taparse los ojos en la creencia de que así nadie los ve.

Y es que parece que interesa más parecer que ser. Prevalece el engaño sobre la verdad. Importa más aparentar que mostrarnos tal cual somos. Y, si huimos de lo que somos, nos avergonzamos de nuestros comportamientos y nos creemos incapaces de sentirnos satisfechos de nuestras acciones…, malo, malo, algo no estamos haciendo bien y seguro que tenemos que recurrir a las distintas variantes del estilo de peinado del político vasco porque no somos capaces de soportar la mirada de los demás, ni de mirar a los ojos a los otros con una mirada limpia.

Pero están los que viviendo de ese modo se sienten en su salsa, son capaces de aguantar lo que les echen, tienen un caparazón más duro que el de una tortuga gigante, y disfrutan pululando en ese cieno de la mentira, pretendiendo que los demás crean que son aquello a lo que, ni por asomo, se asemejan. Hacen uso de todos los recursos a su alcance para tratar de que los temas pasen a un segundo plano, o mejor al olvido, o tratan de esconderse en su propia tinta al modo del calamar, o ponen en marcha el ventilador para que su propia suciedad salpique a todo el que está a su alrededor, son especialistas en el engaño, así han vivido siempre y para ello siguen viviendo.

A veces el tiempo juega a su favor y los que somos espectadores, en ocasiones pasivos y en otras activos mamporreros de su actuar, nos olvidamos de aquello que supimos en su momento y que ahora parece que ya no es así pero que sigue ahí emponzoñando todo el ambiente en el que se mueven y que nunca llegará a estar limpio mostrando las cosas tal cual son y no como ellos quieren que las veamos.

El estilo Anasagasti tiene un enemigo mortal, ya sabemos, el viento. Una inoportuna ráfaga nos coge desprevenidos y deja al aire nuestro cuero cabelludo.

Muchas ráfagas de aire fresco hacen falta en nuestra sociedad para que las cabezas se muestren tal cual son, lo que está escondido salga a la luz y, con ello, los avispados dejen de creer que los demás somos incautos y no vemos todo lo que nos quieren ocultar con sus triquiñuelas, a veces de niños chicos.

 

Teodoro R. Martín de Molina, 28 de septiembre de 2014.

 

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