Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Ejemplo

 

 

Desde pequeñito me enseñaron que había que predicar con el ejemplo y que no por mucho hablar y decir lo que, presuntamente, hace uno y lo que deben de hacer los demás se conseguía tanto como con un buen ejemplo. Así traté de ir aprendiendo y después traté de ir enseñando. Pero lo que a mí me dijeron y lo que he tratado de hacer a lo largo de mi vida, al parecer, poco tiene que ver con lo que a personas mucho más cultivadas e instruidas que yo les dijeron y en su actual tarea tratan de hacer, o si se lo dijeron y lo hacen en poco lo apreciamos los que somos espectadores de este teatro de marionetas en el que parece haberse convertido nuestro país. Quizá hicieron novillos el día de la explicación

El ejemplo que recibimos desde las más altas instancias del poder, de cualquier tipo, en poco o en nada se compadece con el ejemplo edificante que se les supone deberían de dar a los que solamente somos súbditos de unos o de otros.

Nuestro monarca y sus allegados ¿de qué nos dan ejemplo? Sin entrar en las intimidades de la familia real, que como tal y a tenor de los comentarios a pie de calle en poco o en nada se parece a lo que entendemos como un modelo a seguir, con sus últimas actuaciones parecen estar invitando a los ciudadanos a que actúen como ellos y que en cuanto tengan la menor oportunidad la aprovechen para disfrutar de unas vacaciones pagadas, sin importar el contra pago que ello represente, o por el mismo precio aproveche su estatus personal o profesional para llevar a cabo negocios inconfesables porque al final todo quedará en un discreto mea culpa o tironcillo de orejas, como mucho.

Los más importantes cargos del mundo de las finanzas ¿qué nos enseñan?, pues sencillamente que gestionar lo ajeno, además de procurarte un más que buen recubrimiento del riñón, es algo que conlleva pocas responsabilidades. Tú puedes favorecer a tus amigos sin límites de ningún tipo, que es seguro que cuando te cojan en un renuncio, porque ya no quede más remedio, allí estarán tus amigos para ayudarte a ti, y si no sucede así es porque eres un auténtico desgraciado, es decir, has caído en desgracia ante los que te auparon al puesto.

¿Qué decir del ejemplo de los máximos representantes de la justicia? Ahí están, tan anchos y tan panchos, importándoles un bledo lo que digan unos y otros. Ellos a lo suyo. Para estos personajes de auténtico vodevil, los ciudadanos somos simplemente unos candidatos a ser juzgados, ellos, sin embargo, están por encima del bien y del mal. En su vida diaria pueden que sean personas incluso normales, pero cuando se colocan la toga y se suben al estrado, ¡ay, amigo!, entonces la cosa varía, y de qué modo. Y el más alto cargo de la judicatura parece estar permanentemente investido de tales prerrogativas y jamás actúa a título personal. Veinte fines de semana, de los de ellos que son el doble de los nuestros, a Marbella no precisan de explicación alguna. Hoteles y restaurantes de lujo que tampoco tiene porqué explicarnos el para qué. Pensión completa del más alto nivel y séquito de seguridad por un módico precio a costa del presupuesto. Bien podía haberse ido de retiro a Barbastro, lugar más acorde con su fe. Y a éste señor lo apoyaron los dos partidos mayoritarios y ahora lo respalda la mayoría del Consejo. ¿Qué juez será el guapo que se atreva a condenar a un político por hechos similares? Éste de Dívar es un ejemplo a seguir por todos los de su casta, puesto que ni dimite, ni va a dar explicaciones. No podíamos esperar menos de tan egregio personaje.

Creo que, aunque hay muchos más, por hoy ya está bien con tanto mal ejemplo.

Teodoro R. Martín de Molina. 25 de mayo de 2012

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