Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

EFECTO LLAMADA

Solemos oír esta expresión generalmente haciendo referencia a las actuaciones del gobierno respecto a la política de inmigración y al efecto que éstas produce en aquellos del tercer o cuarto mundo que desean buscar su futuro en el primero de ellos, pero ese llamado “efecto llamada” no es exclusivo de la inmigración: la violencia de género, la droga, el botellón, y otras muchas lacras de nuestra sociedad también necesitan del efecto llamada para tener el desarrollo exponencial del que hacen gala cada día en mayor cantidad y no siempre por las políticas de los gobiernos.
De una u otra forma los medios de comunicación, sobre todo los audiovisuales, actúan de altavoz de muchísimas cosas que de tratarse con el rigor que se debiera no tendrían la trascendencia y repercusión que tienen en la sociedad.
Por mucho que funcionen los correos electrónicos y los mensajes msm de los teléfonos móviles, no hubiese sido concebible la celebración de macrobotellones hace unos meses en las principales capitales andaluzas; no me cabe duda que el tratamiento que en la mayoría de las radios, televisiones y diarios de nuestro país, en las semanas previas, tuvo la iniciativa de algunos jóvenes fue el que hizo la mejor propaganda para que los jóvenes, venidos de cualquier parte, confluyeran en ésta o aquella ciudad con el “sano” propósito de emborracharse.
Qué decir del tratamiento de los casos de violencia de género; no sólo los informativos, o los llamados reality shows, cualquier programa de cualquier radio o televisión es bueno para hacerse eco de la noticia, mas no como noticia, sino como argumento macabro y exprimible para llenar minutos y minutos de programación con el “sano” propósito de alcanzar la máxima audiencia de una determinada franja horaria. Cuanto más se introduzca el micrófono y la cámara en la llaga del afectado mejor que mejor.
El tratamiento de las noticias sobre drogas, terrorismo, violencia en las escuelas, en las calles, y en general todo tipo de noticias que hagan referencia a los aspectos más execrables del ser humano son aquellas a las que los directivos de las cadenas de radio y televisión les dedican el mayor tiempo y si es posible en el mejor de los horarios.
Estoy convencido de que desde que el mundo es mundo éstas y otras lacras han existido en todos y cada uno de los lugares de la tierra que hayan sido habitados por el ser humano, pero desde que los medios de comunicación sólo buscan la rentabilidad económica sin importarle mucho las consecuencias de aquello que emiten, todas los mencionados lastres han aumentado de un modo que no es lógico.
Antes existía en España un periódico llamado “El Caso” que se dedicaba a estos menesteres. Evidentemente, el periódico se fue a la ruina pues no pudo competir con el resto de diarios, radios y televisiones que desde sus portadas y cabeceras se convirtieron en usurpadores de las noticias que sólo aquel publicaba.
Como comencé hablando del problema de la inmigración y las actuaciones del gobierno que son consideradas por los que se oponen a ellas, más que a él, como “efecto llamada”, quiero acabar hablando de lo que para mí es el verdadero efecto llamada de la inmigración, que poco tiene que ver con la tan cacareada regularización de ilegales del año pasado, a la que se le suele achacar la masiva venida de los llamados "sin papeles" subsaharianos, pero que, digo yo, a pesar de no tener papeles tendrán su corazoncito.
A mi parecer serían:
-  Las abismales diferencias entre los países del norte y del sur.
-  La ausencia total de iniciativas estatales o supranacionales encaminadas a hacer que esas diferencias se aminoren.
-  La escasez de las ayudas al tercer mundo por parte de los grandes y ricos países, más preocupados por aumentar su propio bienestar que por mitigar en algo la miseria de los que buscan solamente sobrevivir.
- La indiferencia de los gobernantes de los países de origen sobre la suerte que puedan correr sus conciudadanos que se echan a la mar, o que se quedan en tierra.
- La falta de políticas comunes y solidarias en Europa que no hagan recaer sobre los países fronterizos todo el peso de la inmigración con destino a todo el continente.
- La existencia de depravados negreros allá y acá; en origen como mafias que trafican con vidas humanas, a la recepción como empresarios que son capaces de explotar a aquellos que con nada se conforman, y se aprovechan de su condición de ilegales.
- Y también, cómo no, la difusión mediática. Hoy en día con las parabólicas, el mundo es un pañuelo. Puede que en una humilde cabaña de Senegal no haya un trozo de pan que echarse a la boca, pero es probable que en lo alto de la techumbre una antena ponga ante sus ojos y oídos todos los manjares que ellos quisieran tener para sí y para los suyos, y se arriesgan y salen a su búsqueda, aunque en el trayecto dejen la vida. Muchas veces (y los cristianos sabemos mucho de ello) perder la vida, es ganarla.
Pienso que cualquiera de los aspectos anteriores, y otros muchos similares, actúan más como efecto llamada que la regularización, con la que lo único que se hizo fue convertir en real lo que al parecer a algunos les interesaba que sólo fuese virtual.
No será con alambradas, muros, vigilancia exhaustiva y repatriaciones con las que se consiga atajar el problema. Esas medidas sólo conseguirán desplazarlo de lugar y aplazarlo en el tiempo. Cuanto antes se trabaje teniendo como horizonte la erradicación de los puntos anteriores, auténtico fracaso de las modernas sociedades, antes se podrá comenzar a ver la solución a la desesperación de aquellos que arriesgan todo lo que tienen para tratar de salir de la miseria; y no es poco lo que tienen, ya que "sólo" es su propia vida.

Teodoro R. Martín de Molina. Mayo-2006               

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