Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

 De vuelta

 

De nuevo me enfrento al papel y trato de esbozar unas líneas sobre el devenir político cotidiano.

Mira que ha habido variedad de temas para poder haber expuesto pública opinión al respecto en este mes de diciembre que acaba de terminar, pero, a pesar de haber materia más que suficiente para ello, no me ha apetecido hablar del duquesito de Alba, ni del de Palma, ni del marqués de los trajes, ni del conde de la gasolinera, ya habrá tiempo para ello porque esto parece no tener fin.

Y si llevo más de un mes sin tomar la pluma es porque he estado esperando el momento en el que el partido popular, tras ganar por mayoría absoluta las elecciones, se decidiera a mostrarnos de una vez por todas sus intenciones en la tarea de gobierno. Pero ni en el discurso de investidura del Sr. Rajoy, ni en las declaraciones de los dirigentes populares, ni tras la toma de posesión de los ministros, ni tras la primera sesión del Consejo de Ministros, se decidieron a hablarnos claramente de lo que piensan hacer en el corto plazo, ni en el medio, ni mucho menos en el largo. Al parecer, lo gordo, gordo está por llegar, todo a expensas de lo que suceda en las elecciones andaluzas.

Como mucho, repitieron unos tras otros las consabidas consignas acerca de la austeridad en el gasto, la no subida de impuestos y… por supuesto, sus temas preferidos: la herencia recibida y la subida de las pensiones. Y, como ya ha llegado uno a eso de la jubilación, es  sobre esto de las pensiones a lo que me quiero referir en este escrito.

Se pasaron toda la campaña electoral, bueno desde mayo de 2010, declaración tras declaración recriminando al anterior ejecutivo la congelación de las pensiones y la bajada de los sueldos de los funcionarios como las medidas más antisociales jamás adoptadas por gobierno alguno en nuestra etapa democrática, y desde que ellos ganaron las elecciones llevan todo el tiempo declaración tras declaración anunciando la subida de las mismas a partir de este próximo mes de enero.

Y ya llegó ese viernes en el que el consejo de ministros aprobó la tan cacareada subida de las pensiones. Nada más y nada menos que ¡un 1%! Todos los pensionistas estamos tirando cohetes por lo espectacular de la subida, sobre todos los de las pensiones mínimas, esos mismos que en los ocho años de gobierno socialista, incluida la congelación del último año,  vieron las suyas incrementadas hasta el infinito si se comparan con las subidas que tuvieron durante todo el período del gobierno aznariano. Claro está que la tal subida si analizamos el resto de medidas del mismo Consejo de Ministros (la subida de impuestos tan rotunda y repetidamente negada en campaña), no solamente no es tal para más de la mitad de los pensionistas sino que ni tan siquiera es una congelación como hizo el malvado de Zapatero, sino que en realidad supone una disminución y no corta del poder adquisitivo de la gran mayoría de los pensionistas.

Pero claro, con los nuevos tiempos, con el cambio prometido y que ya está aquí, todo es comprensible. Los ciudadanos y los medios que antes no cesaban de despotricar y vituperar en contra de las medidas adoptadas por el gobierno socialista ahora se muestran totalmente comprensivos, cuando no las aplauden, con las medidas que empieza a tomar el gobierno del cambio, el que va a hacer que no se vuelven a repetir las mentiras y recortes sociales del anterior ejecutivo, porque, oiga usted, es que son necesarias. Hoy todos comprendemos perfectamente que de nuevo se congelen los sueldos de los funcionarios, incluso que se les aumente las horas de trabajo con lo cual no sólo se les congela el sueldo sino que se les rebaja, pues trabajan más por el mismo dinero, bueno por un poco menos después de las subidas de impuestos anunciadas, al tiempo que se lleva a cabo no sólo una congelación de plantillas de trabajadores público sino que con el aumento de horas de trabajo también se procede de forma solapada a la disminución de los funcionarios públicos.

Incluso se anuncia un acuerdo entre patronal y sindicatos que deje contento al nuevo presidente del gobierno en el que los trabajadores se rinden al poder de los mercados y los mercaderes, no se sabe muy bien en aras de qué pero por lo visto lo que hace unos cuantos meses era algo imposible en estas pocas semanas se va a llevar a la práctica como lo más natural del mundo. No levantarán cabeza estos dirigentes sindicales que de nuevo se entregan a los empresarios, al poder de su dinero y del liberalismo político que lo defiende a ultranza.

Y yo que fui funcionario y ahora soy pensionista no ceso de aplaudir, hasta con las orejas, estas medidas que tanto favorecen a mis antiguos compañeros como nos beneficia a todos los que ya pasamos a este nuevo estadío tan reconfortante y tan bien remunerado gracias al gobierno del PP.

Como veis aquí estamos de vuelta pero con las mismas intenciones de siempre.

Teodoro R. Martín de Molina. 8 de enero de 2012

 

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