Cosas varias
Como buen gallego el Sr. Rajoy ejerce de tal y, al parecer, ha sabido imbuir a todos su correligionarios de esos tópicos tan repetidos del gallego: responder a una pregunta con otra pregunta, no saber si en una escalera están subiendo o bajando, o si entran o salen cuando se encuentran en una puerta. Al menos algo de todo eso se desprende de las últimas actuaciones de los dirigentes del PP en asuntos de actualidad que han ido surgiendo sobre la marcha y que se han mantenido en el candelero por el tiempo imprescindible para decir todo al tiempo que no se decía nada, y para, a renglón seguido, viniese a cuento o no, culpar al Presidente del gobierno de todo aquello malo, real o supuesto, que ocurre en nuestro país. Han sido las últimas semanas un exponente bien claro de las contradicciones y el uso populista y oportunista de todos y cada uno de los asuntos suscitados desde las filas del PP. Con estas declaraciones, sus complementarias, y contradeclaraciones tratan de dejar contentos a todos, cosa bastante banal pues ya a los que tienen contentos no los van a contentar más y con los que nos ponen de los nervios tampoco van a conseguir mucho más. Alzó su voz Arenas para, aprovechando el dolor de una familia –algo que ya no extraña–, abogar por la implantación de la cadena perpetua en nuestro código penal, sin tener en cuenta si eso cabe o no en la constitución, pero, ¡qué más da! Al poco se le unió la llamada lideresa de Madrid para añadirle a la cadena perpetua lo de “revisable” concepto jurídico que bien se presta a la discrecionalidad del estamento competente en su aplicación. Rajoy se unió al dúo dinámico y formando con ellos un trío, en el buen sentido de la palabra, entonó la misma melodía. ¿Lo próximo la pena de muerte? En otro momento, surge el ayuntamiento de Vic con el tema del empadronamiento de los inmigrantes. Rápidamente se unió a medida tan integradora el de Torrejón, gobernado por el PP, y los líderes autonómicos madrileños justificaban y apoyaban la medida que entraba en contradicción con la legislación actual, su líder nacional tampoco perdía la oportunidad para proclamar una futura modificación de la ley de extranjería, evidentemente, en el sentido de ayudar al que viene a nuestro país en busca de una vida mejor. Es que a Rajoy esto de los emigrantes le priva. La Secretaria General del PP y Presidenta el partido en Castilla la Mancha pasó de la noche a la mañana, sin solución de continuidad, a anunciar la expedientación del alcalde del PP de Yedra por solicitar la instalación del cementerio nuclear de España, a votar en contra de la propuesta del parlamento castellano manchego que trataba de impedir la instalación del cementerio en todo la comunidad. Claro que la culpa es del gobierno que no se aclara –con lo claros que son ellos–, que es el que tiene que tomar la decisión sin consultar a nadie. Como es natural se le critica por buscar el consenso, o por tomar una decisión unilateral, de todas formas le lloverían los palos. Para acabar con estas cosas varias y como guinda a tan edulcorado pastel, las palabras de Esperanza Aguirre, aquella de la que ya casi nadie se acuerda el bochornoso modo en el que llegó al poder en la comunidad madrileña, eso también serían pequeñas cosas de la vida, que dice Rajoy. Desde el “tamayazo” ha ido subiendo sus humos de tal modo que hoy es el día en el que no respeta ni a sus propios compañeros de partido. Todo aquel proceso por el que la izquierda perdió el gobierno de la comunidad de Madrid, nunca aclarado suficientemente, tiene una razonable explicación tras ver cómo es capaz la dama de actuar para dejar sin un puesto a uno de los suyos con el fin de mangonear mejor en las instituciones; si así lo hace con los suyos ¡qué no haría con los adversarios! Por su exquisito vocabulario y ser tan dicharachera no debía de faltar en ninguno de los múltiples mítines con los que el PP nos deleita, sobre todo en la geografía andaluza, cada fin de semana –sábado y domingo, doble sesión–, por los polideportivos y plazas de nuestros pueblos, donde ese público recién sacado del Corte Inglés enarbola la verde y blanca, repartida a partes iguales con la nacional –no vayamos a– y donde proclaman las maldades de los otros y reclaman todo aquello que jamás nos concedieron mientras ostentaron el poder. Tampoco estaría mal que se hicieran acompañar, Rajoy y Arenas, Arenas y Rajoy, además de por la aristocrática señora de tan escogido lenguaje, por su mentor y oráculo del PP, ese señor de larga melena y bigote ralo que tanto encandila con sus perlas verbales allá por donde va. Cada una de estas cosas varias se hubiese merecido un artículo por separado, pero a veces hasta yo siento pereza de sacar a la palestra tanta bondad y tanto bien hacer de la grey popular. Hay más días que olla, dice el refrán (popular).
Teodoro R. Martín de Molina. 2 de febrero de 2010 |