Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Comisiones

 

Como rezaba el título de mi anterior artículo, hay cosas que ya te producen tal pereza que ésta te lleva a desistir de exponer tu opinión sobre algunos asuntos de la actualidad más candente.

Porque, ¡mira que hay aspectos del diario que dan más que motivos para ponerse delante del ordenador y tirar millas! Desde las tasas judiciales de Gallardón, a las resultados de las recientes elecciones catalanas en las que Mas, como Cascos en su día, fue a por lana y salió trasquilado, pasando por el nunca acabado rescate de la banca o los Urdangarines y adláteres, por ejemplo. Pues bien, a mí me da hoy por ponerme a hablar de comisiones, que ni tan siquiera se refieren a las comisiones del 3% que al parecer son tan comunes por las latitudes catalanas a izquierda y derecha. No, yo quiero disertar sobre las que tienen lugar en sede parlamentaria.

Entroncando un poco con las tasas de Gallardón, recuerdo el dicho que decía aquello de: “Pleitos tengas y los ganes”, recogido siempre como la maldición del gitano. Ahora ya la maldición es realidad pura y dura, pues aunque ganes un pleito, el simple hecho de pleitear te va a salir por un ojo... de la cara (se suele puntualizar). Algo parecido podemos decir de las comisiones de investigación: convoque una comisión de investigación y verá por dónde le sale, al erario público, por supuesto.

Me refiero al gasto de la comisión que será, pues, lo único claro y evidente que va a salir de la misma, aunque nunca nos lo den a conocer. Las dietas y demás prebendas de los comisionados, junto con toda la parafernalia que conlleva la constitución de la misma y su desarrollo, supongo que, por poco que sea, es uno de los dispendios más inútiles en los que se puede emplear el dinero público.

Siempre se ha dicho que si no se quiere llegar a ninguna conclusión, o decisión, lo mejor, y lo que han utilizado como maniobra de distracción la mayoría de los gobiernos, ha sido la creación de una comisión, bien de estudio o bien de investigación, que tanto da que da tanto.

Así cuando se pretende llegar al desarrollo de algún proyecto en el cual no tiene fe ni tan siquiera el proponente, lo normal es formar una comisión de estudio y análisis en la que periódicamente se reúnen una serie de “entendidos”, nunca de forma altruista, hasta que pasado un tiempo, que suele ser prolongado, no llegan a ningún acuerdo ni conclusión o, por lo menos, el ciudadano de pie suele no enterarse nunca de lo que en ella se trató.

Si hablamos de las comisiones de investigación, algo a lo que son más reacios los gobiernos por el impacto mediático que suelen llevar consigo, prácticamente podemos decir lo mismo, puesto que antes de nacer ya sabemos cuales van a ser sus conclusiones, que no se varían ni un ápice de los planteamientos iniciales con los que los distintos grupos de comisionados entraron en el cónclave.

Ejemplo más que palpable ha sido la recientemente finiquitada Comisión de Investigación de los EREs fraudulentos, en la que todos y cada uno de los representantes de los tres partidos políticos que la formaban han sacado las conclusiones con las que de antemano entraron a formar parte de la misma. Y todos se quedan tan frescos. Los populares tirando hacia arriba por ver si se llevan por delante al Presidente de la Junta, sin importarles nada lo que hayan querido decir en la comisión los comparecientes, si es que quisieron hablar. Izquierda Unida, nadando y guardando la ropa que para eso está ahora en labores de gobierno. Y el PSOE, pues ya sabemos, más de lo mismo, dejando caer las responsabilidades sobre el tonto de turno y pensando que los demás, somos tontos de remate.

Porque tiene bemoles que no se tire de la manta y que no se meta en chirona a tanto golfo como ha estado liado en este asunto y que, de por vida, no se retire de la política a tanto inepto que ha dado lugar a que se produjera fraude de tal tamaño. Si tiene que caer un Consejero, o dos, como si tiene que caer el mismo Presidente, pero que de una vez por todas los advenedizos y arribistas sean desenmascarados y que se vayan a su casa a experimentar con su patrimonio y no con el de los andaluces.

Hace poco se ha abierto otra Comisión de Investigación en el Ayuntamiento de Madrid para delimitar responsabilidades respecto a lo acaecido hace un mes en el Madrid Arena. ¿Alguien espera que se llegue a alguna decisión unánime y concluyente una vez que todos hayan cobrado por su ”trabajo”? La respuesta es bien conocida: como mucho algún funcionario despistado o político de bajo perfil será sacrificado para tranquilidad del resto del personal.

Si en la comisión de los EREs que trataba de buscar responsables de la pérdida de cientos de millones de euros, no se ha llegado a acuerdo de ningún tipo, en la del Ayuntamiento de Madrid, sobre la que pende la muerte de cinco jóvenes, las expectativas de acuerdo, evidentemente, son infinitamente menores.

Mientras tanto, el gobierno, reunido en comisión, incumple una más de sus promesas y no revaloriza las pensiones.

Teodoro R. Martín de Molina. 30 de noviembre de 2012

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