Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

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OPINIÓN

CAUSA, QUE NO JUSTIFICACIÓN.


  Desde que Dios, según la Biblia, creó el mundo, ninguna otra cosa, entidad o ente ha surgido de la nada, puesto que la nada era lo previo a la existencia de lo creado, que fue todo. Este aserto para los seguidores de la versión bíblica sobre la creación del universo no implica ningún problema de aceptación; para los seguidores de la teoría del “Big Bang” el que algo surja de la nada ni tan siquiera tiene atisbo de verosimilitud. Por ello podemos deducir que se sea partidario de una u otra teoría no existe en ningún caso la posibilidad de que la nada sea el inicio de cualquier fenómeno.
  En contra de lo que parece obvio, con el terrorismo, han aparecido un buen número de políticos y comunicadores que ipso facto descalifican, ridiculizan y anatematizan a todo aquel que se atreva a exponer una teoría sobre la causa u origen del fenómeno. Para ellos la teoría fetén es la de que no hay que buscar causa ya que piensan que la existencia de una causa implica la existencia de su justificación, hecho que matemáticamente no tiene por qué ser así.  Este pensamiento ha emergido después de que la generalidad de la opinión pública mundial haya establecido la relación causa efecto entre la invasión de Irak y los posteriores atentados de los terroristas islamistas, por lo tanto, los defensores de la guerra preventiva y demás zarandajas del presidente Bush y sus acólitos no pueden permitir que haya alguien que buscando el origen o la causa de los fenómenos terroristas de pie a que dicha opinión pueda generalizarse, con el consiguiente deterioro de la imagen del gran Marshall del universo y sus alguaciles o ayudantes. Para ellos, parece ser que el terrorismo nace per se, sin causa alguna que haya dado origen al fenómeno, fuera de los propios terroristas.
Existen causas, que no justificaciones, para que determinadas personas o grupos actúen  y lleven a cabo acciones de lo que ya generalizadamente se considera terrorismo. Desde mi punto de vista, el terrorismo engloba a todas aquellas acciones violentas encaminadas a sembrar el terror entre la ciudadanía y que generalmente afecta a la población civil, en la mayoría de los casos totalmente ajena al conflicto que desencadenó la actuación de los grupos terroristas y en otras implicados con unos u otros pero que igualmente sufren sus consecuencias.
Partiendo de la hipótesis de que todos y cada uno de los fenómenos terroristas no surgen de la nada sino que tienen una causa y un origen, podemos abundar en ello afirmando que dicha causa no ha sido ni es siempre la misma, ha sido y es distinta dependiendo del momento histórico en el que aparecieron y del lugar de donde emergen.
No surgieron de la nada, sino de causas muy evidentes, al tiempo que diferenciadas, movimientos llamados (para algunos todo es lo mismo) terroristas como el IRA, los Tupamaros, la triple AAA, la ETA, el GAL, la OLP, los Mártires de Al-Akza, el Ku-Klux-Klan, Sendero Luminoso, los Skin Head, Al Qaeda y sus posteriores ramificaciones, así como los distintos movimientos guerrilleros  de América Latina o los de liberación de determinados países como en su día lo fue el Viet Kong, u hoy los Chechenos, o la llamada insurgencia irakí. Sin entrar a descifrar las causas que dieron origen a cada uno de estos movimientos, como digo llamados terroristas en general, que seguro que están en la memoria o en el subconsciente del lector, podemos afirmar que los integrantes de estos grupos tienen todos una fuerte base ideológica en un principio, después algunos pudieron ir derivando hacia otros fines y lo que parecía tener cierta lógica, con su conversión en auténticas mafias han dejado de tenerla totalmente. Esta ideologización puede provenir, si repasamos con atención las siglas, de la política, la religión, el racismo, la  xenofobia,  el sentimiento independentista, o “simplemente” la lucha por la supervivencia ante la  prepotencia de aquellos que con su dinero dominan el mundo en todos sus sentidos y que no dejan otra escapatoria a los que la sufren que la acción terrorista, puesto que declararle la guerra de modo formal podría dar lugar a un gag humorístico de los de nuestro inolvidable Miguel Gila.
 Y, evidentemente, si el terrorismo no surge de la nada sino que tiene unas causas nítidas que le dan origen, podemos concluir que los terrorismos locales o temporales circunscritos a espacios determinados y/o épocas concretas, son bastante distintos del llamado terrorismo internacional o islamista; y la diferencia estriba en el carácter global de este último y su vinculación con unos elementos fundamentalistas de una religión con miles de millones de adeptos a lo largo y ancho de todo el mundo y con un sentimiento de hermandad poco comprensible para nuestra civilización y nuestras religiones: el sentimiento de solidaridad de un musulmán para con su hermano de las antípodas nada tiene que ver con la solidaridad que mostramos nosotros con el vecino de al lado; la ofensa hecha a cualquiera de ellos esté donde esté, es sentida como propia y tratan de apoyarlo, defenderlo o vengarlo de un modo que escapa a nuestra lógica cristiana occidental.
Todo lo anterior me da pie a pensar que el 11S supuso una llamada de atención a todo el mundo y en particular a los que ayudaban y sostenían las tesis sionistas del gobierno de Israel, y que suponían el desprecio más absoluto hacia la causa Palestina y sus reivindicaciones de un espacio en el que sobrevivir. Al igual que unilateralmente los países occidentales, con poder de decisión, decidieron que el estado de Israel debía tener un lugar en el mundo y, de igual y unilateral modo, decidieron que fuese en el espacio físico que hoy ocupa, pues, como decía, también decidieron hacer oídos sordos a todas y cada una de las reivindicaciones palestinas y han permitido que los sucesivos gobiernos israelíes hayan hecho de su capa un sayo y hayan actuado como les viniese en gana, haciendo caso omiso a todas las resoluciones  (aquellas que no vetaba el amigo americano), respecto al contencioso palestino-israelí.
Podemos considerar que el conflicto de Oriente Medio y el 11S son la causa y el origen del terrorismo islamista o internacional, pero aquello que pudo ser un toque de atención (un muy execrable toque de atención) para los que de verdad dominan el mundo, se convirtió en la causa para declarar una guerra al terrorismo allá donde el poderoso decidiera que debía de estar el germen del terror y, justificadamente o sin justificación alguna, oyendo sólo a los que querían oír y tapándose los oídos a todo lo que supusiera crítica, los EEUU decidieron a defender al mundo de los terroristas islamistas y emprendieron una cruzada contra los musulmanes de todo el mundo que en su opinión sustentasen a los fundamentalistas islámicos que por medio del terror están poniendo en jaque a todo el mundo, no sólo a occidente que parece ser lo único que suena y que a nosotros nos interesa. (Por curiosidad, ¿conoce alguien el dígito y la letra, que no sean el 11S, 11M o 7J, referido a los demás atentados del terrorismo internacional o islamista)
La declaración de guerra al terrorismo por parte de EEUU y algunos de sus aliados dio lugar a la guerra de Afganistán con la sustitución de los talibanes por un gobierno títere de los americanos y una serie de actuaciones que en los últimos tiempos ha llevado a la opinión pública afgana a echar de menos a sus antiguos enemigos rusos, así se las gastarán los yanquis; con posterioridad y basándose en el principio de la “Guerra preventiva” se pasó a la invasión de Irak, que para qué vamos a abundar en sus justificaciones peregrinas ni en las consecuencias de la misma.
Es evidente que esta llamada guerra contra el terrorismo internacional, a pesar de las “victorias aliadas”, está siendo ganada por los terroristas en todos los frentes. Por un lado sus víctimas se cuentan por miles, también han conseguido amedrentar a la población de muchos países (su número se incrementa día a día) creando un estado de temor, inseguridad y sospecha  generalizada, y en tercer lugar están haciendo un grave daño a la democracia cuando para defendernos de ellos tienen los gobiernos democráticos y garantistas que echar mano de procedimientos que poco tienen que ver con  dichos principios: Gauantánamo, Abu Ghraib, detenciones policiales sine die, disminución de las garantías procesales, controles descontrolados, medidas excepcionales, y en caso de sospecha carta blanca a la policía, dispara que no pasa nada... y esperemos que aquí quede la cosa.
El bagage de estos cuatro años de “guerra contra el terrorismo” no puede ser más desalentador. No se ha conseguido absolutamente nada positivo para su desaparición y sin embargo: aumentaron sus adeptos, los atentados y las víctimas y, globalmente, el mundo es mucho más inseguro y peligroso para todos que nunca. Sería interesante que se recapacitara un poco y se analizaran las raíces del problema y que, evidentemente, no están en la nada ni en lo intrínsicamente perversos que son los terroristas (que lo son), estos, en ocasiones, son emulados por los que dicen defendernos de ellos y que pretenden llevar la democracia y la libertad a los lugares en los que nadie se las pidió, ni las desea.
Después de las mencionadas, por relevantes, acciones de guerra de los coaligados cabe hacerse algunas preguntas: ¿Cuántos habrán sido los muertos que hubo durante las invasiones? ¿Cuántos aquellos que han perdido la vida desde que se “ganaron” las guerras.? ¿Pensó alguien por un momento que los fundamentalistas iban a quedarse cruzados de brazos viendo cómo actuaban las fuerzas de la coalición? Yo ya no sé contar pero ¿cuántos miles de inocentes se han sumado a los que murieron el 11S? ¿Cuántas muescas tiene el Sheriff en la culata de su Colt? ¿Hacia dónde nos está llevando la llamada guerra contra el terrorismo? ¿No será mejor pensar en otro tipo de estrategia? ¿Vamos a seguir dando cinco tiros, o los que nos parezcan bien, a quemarropa al primero que tenga pinta de?
Estas preguntas de nada se las dejo a los defensores de la “teoría de la nada” que se habrán quedado descansando tras su fantástica creación.

Teodoro R. Martín de Molina. Julio-2005.