Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

LA GACETA DE GAUCÍN

colaboraciones      narrativa     romances    mis alumnos   enlaces   libro visitas   contactar  prensa digital  inicio  presentación

OPINIÓN

"ASUNTOS TRIVIALES"         

No sé si será sólo impresión mía o es un hecho generalizado, pero lo cierto es que a mí me sucede con tanta frecuencia que a veces llego a pensar que me estoy volviendo un tanto neurótico. Hablo de algo tan simple y sencillo como el hecho de tener que decidir en qué cola del hipermercado colocarte o qué carril de la circunvalación tomar en días de mucha bulla.
    Casi siempre acabo con la sensación de haber escogido la inadecuada, la que va más lenta por un motivo u otro: la cajera es más inexperta, el juguete de uno de los clientes no tiene el precio y han de llamar al encargado de la sección, el auto con la rueda pinchada estaba en mi carril o cualquier otro motivo que hace que la cola por la que me decidí se ralentice más que la otra en la que desistí ponerme pensando que había elegido la mejor opción.
    También en otros asuntos triviales me suele suceder algo parecido. Así, me pregunto ¿quién me mandaría a mí hacerme simpatizante de ese equipo cuando no me da más que disgustos? Porque de los buenos resultados, que no han sido pocos, casi no se acuerda uno y sólo se quedan en nuestra mente las eliminaciones consecutivas en la Copa del Rey o el no pasar de cuartos en la Champion en los últimos años. ¿En qué momento de mi juventud me incliné por ellos y por qué no paso del tema de una vez por todas? Ésta, aunque no haya sido una opción consciente, también me mortifica.
    Cosas así nos suelen suceder en la vida a todos los mortales cuando tenemos una decisión que tomar y hemos de decantarnos por una entre varias opciones. Por fortuna creo que cuando la decisión es importante solemos tomar muchas más precauciones y con más fundamentos que las que tomamos al elegir la cola o el carril por el que decidirnos en nuestra diaria actividad.
    Pero existen algunas que son casi tan viscerales como la relativa al fútbol. Desde un momento determinado de nuestras vidas nos decantamos por una opción política y a pesar de todos los aspectos negativos que ves en el día a día, te sigues aferrando a aquello que consideras positivo para no dejar de tener simpatías por ese partido y a la hora de votar volver a repetir con la esperanza de que todo mejore tras los comicios.
    En este sentido no sé si siento admiración o envidia por los que actúan de un modo más racional que lo hago yo y son capaces de votar a un partido o al contrario de acuerdo con las actuaciones que han llevado a cabo durante su período de mandato. En España creo que aún abundamos los irracionales, no así en los países europeos donde los cambios de gobierno de uno u otro color, y por ende el trasvase de votos, suelen ser frecuentes. Yo me pongo las manos en la cabeza cuando lo veo y pienso que a nosotros, como en tantas otras cosas, esta costumbre nos llegará dentro de veinte o treinta años, cuando los otros ya anden por diferentes derroteros.
    Mas, volviendo a lo dicho en un principio, constato con cierta pena que lo malo de este asunto no son las inevitables consecuencias que se derivan de mis decisiones, aficiones o devociones. No es lo más importante el hecho de que tarde más en salir del hipermercado, o más en llegar a mi lugar de destino, ni que pase un mal rato viendo cómo los multimillonarios fichajes no dan una a derechas, o que las decisiones del gobierno no siempre sean acordes con lo que la lógica manda. No, lo peor, con ser malo, no es eso, lo verdaderamente insoportable es la sensación de memez que se te queda en el cuerpo cuando observas cómo la señora del carro hasta los topes que se colocó al mismo tiempo que tú en la cola de al lado ya va camino de la puerta de salida cuando a ti te quedan aún tres clientes por delante, cuando pierdes de vista a la furgoneta que se colocó en el otro carril, cuando el equipo rival hace un fútbol de maravilla sin haber pagado, en la mayoría de los casos, ni un euro por el traspaso de sus jugadores que pertenecen a la cantera, o cuando ves que el partido de la oposición sigue comandando las encuestas a pesar de los despropósitos de sus dirigentes, de la abundancia de temas relacionados con la corrupción que les atañen y de que no exponen ni una sola idea en la que se pueda basar un ciudadano a la hora de optar por ellos ante las urnas.
    Ya tengo decidido no calentarme más la cabeza con asuntos tan triviales y asumir que esto, como otras tantas cosas, seguro que es parte del sino que cada uno llevamos marcado.
    Al final todo es cuestión de derecha o de izquierda.

Teodoro R. Martín de Molina. Noviembre de 2009.
<<VOLVER A OPINIÓN>>