Atardecer. Fotografía de Salvador Martín

OPINIÓN

Argumentarios

 

El argumentario ha dado en ser una práctica bastante habitual en la mayoría de los partidos políticos. Sus encargados de comunicación se preocupan por buscar frases ingeniosas y contundentes con el fin de llamar la atención del público sobre un aspecto concreto o desviarla de otro, en cualquier caso, siempre procurando el beneficio propio y el deterioro del adversario.

Y si es una práctica común en la generalidad de los partidos, como en otros aspectos de nuestra política de cada día el Partido Popular se lleva la palma a la hora del uso y el abuso de los mismos.

Desde la época de Aznar en la oposición, ya se distinguieron con la repetición hasta la saciedad en todos los ámbitos posibles de aquello del “Váyase Sr. González” o lo del “Partido del paro, del despilfarro y de la corrupción” referidas al del mismo Sr. González. Hablase el miembro que hablase de la dirección del PP de aquellos tiempos, a nivel nacional, regional, provincial o local, repetían como papagayos una y otra vez el mismo mantra que a modo de muletilla aprendían de memoria.

Y como les dio resultado, hoy, veintitantos años después, siguen con la misma costumbre y si cabe con más vigor y empeño. Así hemos podido observar cómo desde el día siguiente a la toma de posesión del gobierno de Rajoy, se comenzó con el tema de “la herencia recibida”, y un año y medio después lo siguen usando para justificar cualquier mal dato o incapacidad propia para resolver desde el asunto más nimio a nivel local al más arduo de política macroeconómica. Parece ser que la recurrencia a la herencia se escribió en el argumentario del PP para toda la legislatura y lo tendremos que seguir escuchando hasta el día de reflexión de las próximas elecciones generales.

Al disponer de altavoces potentes en forma de medios afines y voceros de sus argumentarios por doquier, la cosa, aunque nos creamos muy listos e instruidos, cala en el ciudadano de a pie que, a pie juntillas, hace caso de lo que oye sin cuestionarse nada más, porque nada más escuchan repetido tantas veces como lo que nos lanzan desde las cavernas mediáticas de la derecha.

Cuando el asunto ya roza lo indefendible, caso Bárcenas, sobresueldos, financiación ilegal del partido, o los 6.200.000 parados, optan por el argumentario del olvido o del silencio, que tampoco les suele dar malos resultados y piensan, porque así les ha sucedido muchas veces, que unos asuntos irán tapando a otros de tal manera que cuando vengamos a darnos cuenta, todo habrá quedado en el olvido del olvidadizo ciudadano.

A veces si se salen del guión caen en el ridículo como lo ha estado haciendo en repetidas ocasiones el inefable Soriano o la todopoderosa Copesdal que desde aquella afortuna intervención sobre “La indemnización que fue una indemnización en diferido (…) en forma efectivamente de simulación…”, o el mismo Rajoy con su “todo es falsosalvo alguna cosa…” Es por ello por lo que han optado por la no comparecencia ante los medios o bien hacerlo a través del plasma o en las contadas ocasiones de las comparecencias a nivel de política internacional o las ruedas de prensa del consejo en las que la vicepresidenta ya sabemos bien a qué, a quién y cómo responde.

Lema: “Si no tienes argumentos, usa el argumentario, en otro caso, callado estás más bonito.”

 

Teodoro R. Martín de Molina. 3 de mayo de 2013.

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